Reacciones en la Amazonía al rechazo papal a curas casados

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Sacerdotes, diáconos y obispos católicos de toda la región amazónica expresaron sorpresa, resignación y aceptación reacia ante el rechazo del papa Francisco a permitir que hombres casados sean ordenados sacerdotes, lamentando que sus feligreses sigan privados de ir a misa y sujetos a los enormes avances de las iglesias evangélicas en la zona.

Francisco eludió el asunto en su extenso documento sobre la Amazonía publicado el miércoles. Aunque oficialmente presentó las recomendaciones de los jerarcas de la Iglesia en esa región para que sopesara ordenar a los diáconos casados, se negó a respaldar la idea para atender una marcada escasez de sacerdotes en la región, donde los fieles pueden pasar meses o años sin asistir a misa.

Eso no desechó la propuesta por completo, pero ciertamente tampoco la acogió, como muchos esperaban que Francisco lo hiciera después de que en octubre pasado se realizara un sínodo de tres semanas en el Vaticano sobre la complicada situación que atraviesan la selva más grande del mundo y sus pueblos indígenas.

Líderes de la Iglesia en los países que conforman la cuenca del Amazonas proporcionaron sus ideas sobre el mensaje del papa.

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UN OBISPO EN BRASIL

Dom Erwin Kräutler, un obispo australiano que ha pasado los últimos 55 años en la Amazonía brasileña, ha defendido desde hace mucho la postura de que los hombres casados deberían ser tomados en cuenta para el sacerdocio. Con sede actual en Altamira, en el estado de Pará, asegura que hay 30 curas para una diócesis del tamaño de Alemania y unas 800 comunidades alejadas.

“No podemos decir que nuestra Iglesia, en lo que respecta a sacerdotes, esté presente en la comunidad”, dijo Kräutler a la AP. “Siempre están viajando de una comunidad a otra”.

Existen pocas opciones viables de transporte. Hace apenas unos días, Kräutler, de 80 años, visitó una comunidad ubicada a más de 1.000 kilómetros (unas 625 millas) de Altamira. Lo hizo en automóvil.

Los curas itinerantes no tienen la misma relación con las comunidades locales que aquellos que residen ahí, como los pastores evangélicos, comentó. Enfrentándose a la rápida expansión de los evangélicos en Brasil, los obispos de la región se dieron cuenta de que la Iglesia necesita un vínculo más fuerte, un “rostro amazónico”, según lo llama Kräutler.

En la década de 1970, más del 90% de los brasileños eran católicos, de acuerdo al Pew Research Center. Esa cifra se ha desplomado conforme las religiones evangélicas avanzan y, en el censo más reciente de 2010, el número de católicos estaba por debajo del 65%. Un sondeo realizado en diciembre por Datafolha entre casi 3.000 brasileños reveló que apenas la mitad de ellos dijeron ser católicos, y algunos expertos afirman que el catolicismo será superado por las religiones evangélicas en poco más de una década.

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UNA PERUANA DEVOTA

“Con el pasar del tiempo se tendrá que ceder”, dijo Yésica Patiachi, una maestra de la etnia harakbut, al hablar sobre la admisión de curas casados en la Amazonía.

Los harakbut, que viven en una región amazónica peruana remota, fueron salvados por misioneros españoles de la explotación para extraer caucho a principios del siglo XX. Desde entonces los harakbut y la Iglesia católica han tenido un vínculo estrecho. Cuando Francisco visitó la zona el año pasado, Patiachi pronunció un emotivo discurso ante él, y en octubre viajó al Vaticano.

“Durante mi visita a Roma, pude ver una tarde cómo en algunas iglesias un sacerdote celebraba misas para tres personas”, dijo Patiachi vía telefónica desde la región Madre de Dios. “En la Amazonía cuando llega un sacerdote luego de varios meses de ausencia, congrega a cientos de personas”.

El ala conservadora de la Iglesia ejerció una “enorme presión” sobre el papa para evitar cambiar su tradición milenaria de celibato, comentó. De cualquier forma, ella cree que el pontífice ha abierto la puerta para discutir temas que antes eran ignorados, incluyendo la defensa de la selva amazónica y sus pueblos.

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Rueda reportó desde Bogotá, Jeantet desde Río de Janeiro, Briceño desde Lima y Solano desde Quito.

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