La Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) exculpó este jueves a España tras la "devolución en caliente" de dos migrantes, sin una decisión administrativa o judicial, desde su enclave de Melilla (norte de Marruecos), contrariando una primera decisión pronunciada en 2017.
Esta decisión sorpresiva anula la jurisprudencia de la Corte, una de cuyas salas había emitido una primera sentencia el 3 de octubre de 2017 que, por el contrario, daba la razón a ambos demandantes, condenando a Madrid por haberlos devuelto ("en caliente") colectivamente y sin ninguna decisión administrativa o judicial.
"La corte no puede responsabilizar al Estado (español) ante la ausencia en Melilla de un recurso legal", declaró en un comunicado de prensa, tras la demanda de un ciudadano malí y otro marfileño.
"Los demandantes asumieron una situación ilegal cuando deliberadamente intentaron, el 13 de agosto, entrar a España franqueando el dispositivo de protección de la frontera de Melilla, en lugares no autorizados y en medio de un grupo numeroso, aprovechando el efecto de masa y utilizando la fuerza", considera la corte en la sentencia de su Gran Sala, instancia suprema de la jurisdicción paneuropea, cuyas sentencias son definitivas.
"En consecuencia", los demandantes "decidieron no utilizar las vías legales existentes que permiten acceder en forma regular al territorio español", continúa la corte.
"La ausencia de una decisión de expulsión individual", y su devolución en caliente se justifica por el hecho de "no haber utilizado los procedimientos de entrada oficiales existentes a estos efectos y que, por lo tanto, se trata de la consecuencia de su propio comportamiento", prosigue la CEDH.
Ésta concluyó "por unanimidad" que no existió una violación de los artículos 4 del Protocolo Nº 4 (prohibición de expulsiones colectivas) y 13 (derecho a un recurso efectivo) de la Convención Europea de Derechos Humanos.
Los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, ubicados en el norte de Marruecos, son las únicas fronteras terrestres entre África y Europa.
Centenares de hombres y mujeres intentan cada año trepar las cercas externas, que tienen más de seis metros de altura y están coronadas en algunas partes con alambre de púas y cuchillas filosas, a pesar de las denuncias de las oenegés sobre las heridas que provocan.
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