YUMA, Arizona, EE.UU. (AP) — Adolfo Cárdenas ofrece una tenue sonrisa al recordar el recorrido que realizó con su hijo de 14 años desde Honduras hasta la frontera estadounidense en sólo nueve días, por autobús y luego con la ayuda de un coyote a quien le pagaron 6.000 dólares para enseñarles a evadir los controles viales.
Caminaron unos 10 minutos por el sofocante calor de Arizona en junio antes de entregarse a agentes fronterizos. Pero en vez de ser dejados en libertad con un citatorio para acudir a una cita en los tribunales de inmigración en Dallas, donde Cárdenas espera poder vivir con su primo, fueron llevados en autobús a Mexicali, del lado mexicano de la frontera.
“Fue una sorpresa. No me imaginé que eso iba a pasar”, comentó Cárdenas, de 39 años, mientras esperaba en el albergue de migrantes en Mexicali para su quinta comparecencia en los tribunales que será en San Diego el 24 de enero.
Los cruces ilegales de la frontera estadounidense han disminuido pronunciadamente desde que el gobierno de Donald Trump implementó una política según la cual los solicitantes de asilo deben esperar en México hasta que resuelvan sus casos. La disminución más notada ha sido en el oeste de Arizona, una vasta planicie irrigada por agua del río Colorado que permite el cultivo de melones, trigo, dátiles y limones.
El número de migrantes detenidos en el sector Yuma, en Arizona, fue de casi 14.000 en mayo cuando se comenzó a implementar la nueva política. Para octubre había disminuido en 94% a menos de 800 y no ha variado desde entonces, con lo que Yuma es el segundo punto de cruce más tranquilo de los nueve supervisados por la agencia fronteriza, debajo del sector Big Bend en Texas.
Ya antes los cruces ilegales en el oeste de Arizona habían sufrido abruptos altibajos, y hay diversas razones para explicar la reciente disminución. Pero Anthony Porvaznik, comandante del sector Yuma de la Patrulla Fronteriza, asevera, en base a entrevistas de los agentes con los migrantes, que en gran parte se debe al llamado Protocolo de Protección Migratoria.
“Toda su meta era ser dejados sueltos dentro de Estados Unidos. Una vez que eso se descartó como posibilidad, cuando ya no podían ser soltados dentro de Estados Unidos, ello realmente hizo disminuir el tráfico que pasaba por aquí”, manifestó Porvaznik.
En el vecino sector Tucson, el número de arrestos aumentó mensualmente de agosto hasta diciembre, contrariando la tendencia generalizada y convirtiéndolo en el segundo punto de cruce más transitado, debajo del Valle del Río Bravo en Texas. Porvaznik atribuye esa tendencia disímil a la ausencia de la nueva política allí hasta hace tres meses.
A fines de noviembre, el gobierno estadounidense empezó a trasladar en autobús a los solicitantes de asilo desde Tucson a El Paso, Texas, para sus citas judiciales, y allí los dejaba en manos de las autoridades mexicanas. Este mes, las autoridades cancelaron los viajes por autobús, llevando a los migrantes a México cerca de Tucson y dejando que se las arreglen para volver a El Paso.