Los manifestantes endurecieron este martes la movilización en Irak, ante unas autoridades paralizadas entre la presión de los partidos proIrán y la incapacidad de renovar la clase política de uno de los países más corruptos del mundo.
Otra vez la plaza Tahrir de Bagdad se llenó de manifestantes y banderolas, con grandes retratos de los candidatos al cargo de primer ministro, tachados con una cruz roja.
Otra vez, igualmente, las principales carretera y avenidas del sur del país están bloqueadas, igual que las escuelas, las universidades y las administraciones.
La desobediencia civil, que flaqueó en las últimas semanas debido a asesinatos, atentados o secuestros, se ha vuelto a instalar.
Para los iraquíes que están en la calle desde el 1 de octubre, el sistema político instaurado por los estadounidenses desde la caída de Sadam Hussein en 2003 y ahora infiltrado por los iraníes ha llegado al límite.
Pese a que el gobierno dimitió hace un mes, los manifestantes quieren acabar con el sistema de repartición de cargos según las etnias y las confesiones, así como con la creciente injerencia de Irán en la vida del país.
En 16 años, el resurgimiento económico prometido nunca llegó y la mitad de los jugosos ingresos petroleros, de uno de los países más ricos del mundo en oro negro, parece haberse esfumado en los bolsillos de políticos y empresarios corruptos.
Entretanto, la clase política intenta consensuar el nombre de un nuevo primer ministro, pero para los manifestantes es inadmisible que el futuro primer ministro emerja de estos desgastados círculos de poder.
Paralizados durante varios días por la intransigencia de los partidarios de Irán, los políticos reanudan este martes las negociaciones.
El partido sunita del jefe del Parlamento Mohamed al Halbusi anunció que había renunciado a promover al candidato de Teherán, el exministro de Educación superior, Qussai Al Suheil, y pidió a los proIrán buscar otro nombre.
En cuanto surgió el de Assaad al Aidani, gobernador de Basora procedente de un partido proIrán, esta provincia petrolera se sublevó. Manifestantes bloquearon carreteras que conducen a los puertos, en especial el de Um Qasr, vital para las importaciones, según constató la AFP.
- "100 años si es necesario" -
"Cada hora, los partidos sacan un nuevo candidato. Pero nosotros queremos a un independiente" asegura un joven manifestante de la provincia de Basora.
"Estamos dispuestos a hacer durar la huelga general un día, dos días, tres días... incluso cien años si es necesario" prosigue este joven, con el rostro cubierto para no respirar el humo negro de los neumáticos quemados.
Siempre en el sur, las carreteras están cortadas en Nasiriya, Diwaniya, al Hilla, Kut y la ciudad santa chiita de Nayaf, mientras piquetes de huelga impiden a los funcionarios ir a trabajar y bloquean las puertas de las escuelas.
En efecto, después de "tantos sacrificios" --cerca de 460 muertos y 25.000 heridos en la represión de las fuerzas de seguridad-- los manifestantes reiteran que no volverán a sus casas antes de que "todos sus objetivos hayan sido alcanzados".
Lo que desean es nada menos que una nueva Constitución, una nueva ley electoral, y la renovación total de la clase política, que califican de "corrupta" e "incompetente", y que se niega a ceder el lugar y estableció un sistema que no deja espacio a los independientes o a los tecnócratas.
Este martes el Parlamento debe supuestamente reunirse para examinar una reforma electoral, algo que no consiguió lunes por falta de quorum.
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