WASHINGTON (AP) — México y Estados Unidos tomaron medidas rápidamente el lunes para solucionar una disputa en torno al renovado tratado comercial de América del Norte.
El motivo de la fricción son cinco agregados que Washington pretende enviar a México para que supervisen la implementación de las reformas laborales que el gobierno mexicano se comprometió a cumplir. Esos planes salieron a la luz el viernes cuando Estados Unidos publicó el proyecto de ley para la implementación del llamado T-MEC, el texto legal del pacto que será sometido a votación en el Congreso estadounidense.
El fin de semana, Jesús Seade, subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, se quejó de que México había sido tomado por sorpresa en lo relativo a la cláusula sobre los agregados.
Durante todas las conversaciones, los negociadores mexicanos rechazaron la idea de que funcionarios estadounidenses pudieran desplazarse libremente por el país, inspeccionando fábricas para asegurarse de que México estuviera cumpliendo sus compromisos de permitir que los trabajadores se organicen en sindicatos y negocien para obtener mayores salarios y mejores condiciones de trabajo.
“México jamás aceptará si se trata en medida alguna de inspectores disfrazados, por una sencilla razón: la ley mexicana lo prohíbe”, afirmó Seade en Twitter.
Se desconoce qué podría hacer realmente México en lo que respecta a los agregados laborales: su Senado ya ratificó el acuerdo comercial. Seade dijo que no aparecían en el tratado que los mexicanos aprobaron.
El lunes, el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer escribió una carta en la que le asegura a Seade que “estas personas no serán ‘inspectores laborales’ y se apegarán a todas las leyes mexicanas aplicables”.
Miguel Noyola, socio en Baker & McKenzie LLP, que se especializa en negocios en México y Latinoamérica, señaló lo siguiente: “Mi sospecha es que estos agregados captarán una visión panorámica y se enfocarán en las situaciones escandalosas y se las harán notar al gobierno mexicano... No creo que vayan a efectuar investigaciones secretas”.
Y Seade, tras reunirse con Lighthizer en Washington el lunes, le dijo a la prensa: “Estoy satisfecho. Y le llamé a las autoridades en México, y están satisfechas”.
Horas antes, el canciller Marcelo Ebrard minimizó la disputa, diciendo que el tratado seguía “intacto” y que México no se sentía engañado por la cláusula sobre los agregados.
El T-MEC reemplaza al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado hace 25 años, el cual derribó la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México, generando un fuerte incremento en el intercambio de productos entre los tres países.
Sin embargo, el presidente estadounidense Donald Trump y otros críticos dijeron que provocó pérdida de empleos en Estados Unidos al alentar a las fábricas a trasladar los puestos de trabajo a México para aprovechar los bajos salarios que allí se les pagan a los trabajadores, la mayoría de los cuales no podían formar sindicatos independientes.
Trump exigió que se reformara, y presionó a México y a Canadá a que firmaran el T-MEC. Pero aún falta que el Congreso estadounidense apruebe el renovado tratado regional, y los demócratas en la Cámara de Representantes exigieron _y obtuvieron_ un texto más estricto para asegurarse de que México cumpla las reformas laborales que prometió, incluyendo las diseñadas para alentar la formación de sindicatos independientes.
Daniel Ujczo, presidente de prácticas internacionales en Dickinson Wright PLLC en Columbus, Ohio, dijo que hubo “algo de teatro en todo esto, resultante de que los demócratas cantaron victoria la semana pasada. Todo ello le está dificultando a México salvar las apariencias luego de que hizo unas concesiones significativas, y sin embargo necesarias, para lograr alcanzar el acuerdo”.
Era “necesario que México se mostrara un poco molesto”, agregó.