MADRID (AP) — Brasil no puede detener la deforestación en la Amazonía sin la ayuda de los países ricos, afirmó el ministro de Medio Ambiente del país durante la conferencia climática de Naciones Unidas.
Ricardo Salles, que declinó concretar un objetivo para reducir la deforestación el próximo año, dijo el sábado en una entrevista con The Associated Press que su país está comprometido con reducir la actividad ilegal, pero necesita el apoyo de los países desarrollados.
“Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario, pero necesitamos esos refuerzos”, dijo Salles. “Esos refuerzos se prometieron hace muchos años y aún estamos esperando a que los países ricos participen de forma apropiada. En realidad, lo que va a hacer falta para esa tarea son fondos proporcionados”.
Durante su asistencia a la cumbre de dos semanas, conocida como COP25, Salles intentaba dar garantías a otros asistentes sobre la política medioambiental del presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro.
Bolsonaro ha chocado este año con algunos líderes europeos en torno a su compromiso en la protección de la Amazonía. El mandatario ha alarmado a ambientalistas y a otras personas al criticar al organismo regulador de medio ambiente de Brasil y pedir más desarrollo en la región amazónica. También acusó sin pruebas a grupos activistas de provocar incendios en la zona para socavar a su gobierno.
La deforestación en los 12 meses hasta julio alcanzó su tasa anual más alta en 11 años. El reporte brasileño anual de deforestación publicado en noviembre mostró un aumento de la tala de casi el 30% en comparación con el año anterior en la Amazonía, que perdió 9.760 kilómetros cuadrados (3.769 millas cuadradas) de bosque.
Los países desarrollados deberían ayudar a Brasil, afirmó Salles, señalando al Artículo 6 del Acuerdo de París firmado en 2015 sobre la lucha contra el cambio climático. El artículo señala que deben crearse mecanismos de compensación monetaria para ayudar a los países en desarrollo.
Brasil ya ha recibido dinero de países acomodados, principalmente Alemania y Noruega, para combatir la deforestación en la gran selva amazónica. Noruega ha donado 1.200 millones de dólares al Fondo Amazónico brasileño desde su fundación en 2008.
Sin embargo, los dos países europeos han suspendido sus contribuciones señalando a la tala continuada y cuestionando que el gobierno quiera detenerla. Los gastos del fondo este año fueron los más pequeños desde 2013, según publicó esta semana el diario brasileño O Globo, y no se aprobó ningún proyecto a pesar de que el fondo tiene 2.200 millones de reales (530 millones de dólares) disponibles.
Salles ha puesto en duda en el pasado la eficacia del fondo. En la entrevista con AP dijo que Brasil está negociando con los dos países europeos para reiniciar el programa. Se han intercambiado borradores de documentos, señaló, indicando que esperaba reunirse con ellos la próxima semana para comentar los nuevos términos del fondo.
Brasil tiene ahora “una estrategia apropiada para el problema de la deforestación”, afirmó el ministro.
El gobierno está poniendo más énfasis en equilibrar la protección con los esfuerzos por explotar recursos biológicos que puedan proporcionar medios de vida a la gente en la región amazónica, afirmó.
“Si no resolvemos el desarrollo económico para más de 20 millones de brasileños que viven allí, y para la gente que esto sea sostenible, desde una perspectiva tanto financiera como medioambiental, se verán envueltos fácilmente en actividades ilegales”, dijo Salles. “Es un gran esfuerzo atraer al sector privado para que participe”.
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Marcelo De Sousa informó desde Río de Janeiro.