Cómo ocurrió la balacera en México que dejó 23 muertos

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VILLA UNIÓN, México (AP) — Cuando docenas de camionetas llenas de hombres con armas de grueso calibre irrumpieron en Villa Unión, en el estado norteño de Coahuila, los vecinos de la pequeña localidad mexicana empezaron a darse cuenta de que eran el blanco de una invasión de escala militar.

Lo que siguió fue más de hora y media de intensos tiroteos entre un contingente que se estima era de entre 70 y 150 hombres y la policía estatal, que dejaron 23 personas muertas. Al menos 50 viviendas y edificios quedaron marcados con agujeros de bala.

Luego del enfrentamiento, las autoridades encontraron 20 vehículos abandonados, algunos con ametralladoras fijas y blindaje colocado con soldadura. Muchos tenían letreros impresos de forma profesional que los identificaba como vehículos de un cártel. Al menos cuatro estaban equipados con ametralladoras de calibre .50.

El gobierno del estado de Coahuila sumó un deceso más a la cifra de muertos, de los 22 previos, y dijo que arrestó a 10 sospechosos. Miguel Riquelme, gobernador de la entidad, dijo que la mayoría de las personas que fueron detenidas eran menores de edad y que los sospechosos dijeron que habían viajado en 25 vehículos con aproximadamente media docena de personas a bordo de cada uno.

Así describieron la terrorífica jornada varios habitantes de Villa Unión, la mayoría de los cuales pidieron no dar su nombre por miedo a represalias:

Sábado 30 de noviembre, 10:00 de la mañana

Los vecinos del pueblo de 6.000 habitantes disfrutaban de un largo fin de semana con familiares llegados de Estados Unidos para celebrar el Día de Acción de gracias, o el “Día del Pavo”, como dicen en la localidad, un par de días antes. Tras un periodo de terror entre 2010 y 2013, el añejo cártel de Los Zetas que había dominado la población se había debilitado, y la violencia había disminuido.

Un puesto donde se asan pollos empezó a preparar la lumbre para los almuerzos.

“Desde el jueves empezó a caer mucha gente con el Día del Pavo y nos iba a caer buena venta”, indicó un vendedor de comida de la plaza central del pueblo.

11:30

Los habitantes en el lado este de Villa Unión, el lado más cercano a la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, en el vecino estado de Tamaulipas, donde tiene su base el Cártel del Noroeste _una escisión de Los Zetas_, empezaron a ver caravanas de camionetas que entraban al pueblo. Al principio, muchos vieron los chalecos y el equipo táctico que llevaban los pasajeros y pensaron que eran policías o soldados.

“Mi cuñado contó 50, pero llegaron más por otro lado”, dijo un hombre.

Un tendero vio pasar 20 camionetas, pero dejó de llevar la cuenta cuando vio que algunos llevaban placas de Texas o iban sin ellas. Sabía que eso significaba que no eran policías. Otros empezaron a ver camionetas con las letras “CDN” en los costados, siglas del Cártel del Noroeste.

11:45

La gente empezó a esconderse.

El tendero que se había fijado en las placas entró en su tienda y se escondió tras el mostrador. Los agresores bajaron de sus vehículos con fusiles de asalto y en cuanto el comerciante cerró su puerta, empezaron a disparar hacia el ayuntamiento.

“No sabes ni qué pensar en ese momento, sólo te escondes”, dijo el tendero.

A un lado de la alcaldía, una ambulancia y una camioneta de la policía quedaron acribilladas. La camioneta se incendió.

A una cuadra del ayuntamiento, una abuela se metió en un armario con sus dos nietos para protegerlos mientras las balas volaban por todo el pueblo. “El tiempo se me hizo eterno”, dijo.

Junto al ayuntamiento, que era el blanco del ataque, el párroco Federico de los Santos estaba en su iglesia junto con media docena de feligreses cuando empezaron los disparos. Se arrojaron al suelo entre el sonido de los disparos, y el sacerdote llamó en varias ocasiones al obispo para contarle lo que estaba pasando.

Un joven que caminaba por la plaza central cuando estalló la balacera corrió hasta el puesto de los pollos asados. Dio golpes en una de las puertas hasta que el propietario, de 71 años, le abrió. Ambos se quedaron ahí refugiados.

“Yo (no) había visto ninguna balacera así salvo en las películas”, dijo el anciano.

De acuerdo con el gobernador Riquelme, los sospechosos detenidos comentaron que llevaban gasolina con la intención de incendiar el ayuntamiento, pero que no pudieron hacerlo después de que tiraron el combustible.

12:00

Los agresores se dividieron en al menos dos grupos y pusieron rumbo a la zona oeste del pueblo, aparentemente sin saber que refuerzos militares y policías estatales habían sido enviados de destacamentos cercanos.

Los agresores secuestraron a tres civiles: dos bomberos locales y un empleado del departamento municipal de obras públicas. Dos aparecieron muertos más tarde.

Capturaron también a cinco menores, al parecer con intención de que les sirvieran de guías para escapar por los caminos de tierra entre las haciendas que rodean la localidad y que llevan hacia los cerros de la vecina Tamaulipas, al este.

12:30

Las caravanas del cártel se toparon con los militares y la policía estatal en el lado oeste de la ciudad. Hubo un combate especialmente duro cerca de una gasolinera.

En medio de los tiroteos, los vecinos grabaron el sonido repetitivo y en secuencias de los fusiles de asalto, y el golpeteo constante de las largas andanadas de las ametralladoras. La balacera duró una hora y media y dejó cuatro policías estatales y al menos nueve agresores muertos.

Sábado por la noche

La policía y los soldados escudriñaron las afueras de Villa Unión y las zonas cercanas, en ocasiones con helicópteros. Al parecer no todos los atacantes pudieron huir hacia Nuevo Laredo, y se produjo otro enfrentamiento en la que murieron siete supuestos delincuentes. Muchos llevaban munición o chalecos antibalas, así como ropa de camuflaje. Se sabe que los antiguos Zetas y el Cártel del Noroeste utilizan esa clase de equipamiento militar.

Domingo

Más refuerzos de fuerzas federales llegaron al pueblo. Cuatro de los cinco jóvenes desaparecidos aparecieron con vida, al parecer liberados tras guiar a los agresores.

Los vecinos empezaron a barrer los cristales rotos y los casquillos de las calles.

El quinto joven desaparecido, un chico de 15 años, apareció también con vida horas más tarde.

“Dice que le trataron bien, pero está traumado”, dijo un amigo de la familia, que explicó cómo el padre tuvo que ir a buscarlo a un pueblo cercano.

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