Un grupo de jóvenes había quedado de salir a bailar una noche de agosto a un boliche en el barrio histórico de Montevideo. Uno de ellos tenía pocas ganas y su madre lo animaba a quedarse en su casa. Pero finalmente todos salieron en un auto que era manejado por el líder de Los Chineppes, una banda delictiva del barrio Cerro de la capital de Uruguay.
Tenían que pasar a buscar a otro amigo, pero, cuando llegaron a la casa, les pidió que esperaran unos minutos. Fue durante esa espera que otro grupo de personas se acercó a pie y comenzó a disparar al vehículo. El conductor fue alcanzado por los balazos, que lo hirieron en la cadera, la espalda y la pierna. Los otros tres integrantes, que iban en el asiento trasero, murieron dentro del vehículo y fueron prendidos fuego por los delincuentes.
Unos días después del triple crimen fue el velatorio de los tres jóvenes. La madre de uno de ellos pidió para ver el cuerpo de su hijo, aunque sabía que estaría irreconocible. “No importa, yo soy su madre”, contestó la mujer ante la advertencia que le hicieron, según contó al noticiero Telenoche de Canal 4.
“Miro la cara y estaba irreconocible. Las orejitas estaban cocidas, no quemadas; los bracitos sí estaban arrollados, pero eran muy cortitos. Lo toqué y (me di cuenta que) no era mi hijo”, comentó. Las piernas del cuerpo eran demasiado cortas y el joven tenía solo una cadena y no dos de oro, como correspondía. “Aparte mi hijo tenía una cicatriz en la lengua y este niño tenía la lengua para arriba y estaba sana. Los dientes no eran los de él tampoco”, continuó la mujer.
En la sala velatoria de al lado estaban velando a Ignacio, otro de los fallecidos en la noche del sábado. La familia pidió para abrir el cajón, pero no fue posible. Ante el reclamo de los familiares, se resolvió exhumar los otros cuerpos para hacer una prueba de ADN.
Ahora este error llega a la Justicia. Los familiares de dos de los tres jóvenes asesinados y calcinados demandarán al Estado por recibir los cuerpos equivocados de las víctimas del triple homicidio para su entierro, según informó el abogado de las familias, Gumer Pérez, a El Observador.
Según el relato de Pérez, cuando las familias fueron a retirar los restos a la morgue, los responsables del Instituto Técnico Forense (ITF) le recomendaron no ver los cuerpos para reconocerlos, ya que el estado calcinado que tenían les podía causar una mala impresión. En principio, las familias aceptaron.
Uno de los jóvenes fue velado y enterrado en el Cementerio del Norte de Montevideo, otro en el barrio Cerro y el tercero fue cremado.
Uno de los jóvenes se arrepintió de la decisión inicial y pidió reconocer a su hijo. Cuando abrieron el cajón, vio que el cuerpo llevaba una cadena, que no reconoció, y que tenía una altura diferente. “Este no es mi hijo”, fue la reacción de la mujer, según el relato del abogado.
Los abogados de las familias pidieron la exhumación de los tres cuerpos a la fiscal de Homicidios Adriana Edelman y, tras los análisis de ADN, se confirmó que habían recibido los cadáveres cruzados.
La demanda es por daños y perjuicios al Poder Judicial, por el accionar del ITF, y al Ministerio del Interior, por la tarea que realizó la Policía Científica en la escena del crimen. Hubo, según el defensor, un “daño moral” sobre las familias, que debieron “velar” y “hacer el duelo” de las víctimas dos veces. “Es claro que ambos son responsables por un error inexcusable, entregaron cuerpos equivocados” y luego se pasaron culpas, cuestionó el abogado.