En Ohio, una tendencia en rápido crecimiento ha transformado las estrategias de seguridad en las escuelas. Según datos de Everytown for Gun Safety, actualmente 15 territorios de Estados Unidos permiten que el personal escolar porte armas en el campus. En este contexto, la región destaca como un caso particular, ya que el número de distritos que han adoptado esta medida se cuadruplicó en el último año.
De acuerdo con el Ohio School Safety Center, alrededor del 14% de los distritos escolares del estado han optado por armar a su personal. Este aumento refleja la preocupación generalizada por la incapacidad de las fuerzas policiales para responder con rapidez a incidentes violentos en las escuelas.
Muchas de estas decisiones se justifican por la percepción de que contar con personal armado en el campus podría disuadir o contener situaciones de emergencia antes de que escalen. Aunque estas medidas son a menudo controversiales, en varios distritos las comunidades parecen apoyar la decisión, con un enfoque en la seguridad inmediata de estudiantes y profesores.
El tiroteo en West Liberty-Salem High School
El 20 de enero de 2017, la calma de la comunidad de West Liberty-Salem High School, en Ohio, se rompió con un tiroteo que dejó cicatrices físicas y emocionales. En un baño de la escuela, un estudiante abrió fuego, impactando a un compañero dos veces. Aunque las heridas no resultaron fatales, el impacto psicológico en los estudiantes y el personal persiste hasta hoy, señaló CBS News.
Greg Johnson, director de la escuela, recuerda cómo él y su colega Andy McGill intervinieron rápidamente para ayudar al joven herido, mientras el agresor aún estaba en el lugar. El hombre, en un acto de valentía, logró convencer al atacante de que bajara el arma, evitando una tragedia mayor.
“Más tarde se supo la buena noticia de que nadie murió”, comentó Johnson, “pero las mentes de todos ya habían vivido esa experiencia traumática”.
El incidente dejó evidentes los agujeros de bala en las paredes del baño, pero las marcas invisibles del trauma se extendieron mucho más allá. Este evento trágico se convirtió en un catalizador para la implementación de nuevas medidas de seguridad en la escuela, enfocadas en proteger tanto el bienestar físico como el emocional de la comunidad.
Medidas tras el tiroteo
Después del traumático tiroteo de 2017 en West Liberty-Salem High School, la administración de la escuela tomó medidas para reforzar la seguridad y prevenir futuros incidentes. Entre las iniciativas más destacadas se encuentran la instalación de vidrio a prueba de balas, la mejora en las salidas de emergencia y la incorporación de un oficial de recursos escolares en el campus. Estas decisiones fueron lideradas por los directores Johnson y McGill, quienes asumieron un papel crucial en la reconstrucción de la confianza dentro de la comunidad escolar.
Sin embargo, a pesar de estas medidas, la escuela optó por no armar a los maestros o al personal. Esta decisión refleja la complejidad del debate sobre la seguridad escolar, donde algunas comunidades consideran esencial el acceso a armas para proteger a los estudiantes, mientras que otras priorizan estrategias preventivas no letales. En el caso de West Liberty-Salem, la dirección optó por soluciones que equilibraran la seguridad física con un ambiente educativo que no introdujera armas al aula.
Críticas sobre armar al personal
CBS News resaltó que la decisión de armar a maestros y personal en las escuelas, como en el caso del distrito de Mad River, generó un intenso debate, tanto a nivel local como nacional. Los críticos argumentan que la presencia de armas en las aulas introduce riesgos adicionales en lugar de mitigarlos. Entre las principales preocupaciones se encuentran:
- Acceso no autorizado a las armas: Aunque se implementan medidas de seguridad, como gabinetes con códigos, existe el temor de que las armas puedan ser robadas, manipuladas por estudiantes o utilizadas de manera incorrecta en una situación de alta presión.
- Falta de preparación psicológica: Manejar un arma en un ambiente escolar y tomar decisiones en fracciones de segundo para detener un ataque son desafíos extremos. Los críticos cuestionan si incluso con entrenamiento especializado, los maestros están preparados para asumir roles de seguridad que normalmente corresponden a las fuerzas del orden.
- Impacto en el ambiente escolar: La presencia de armas puede afectar el entorno educativo, generando ansiedad entre estudiantes, padres y personal. En lugar de sentirse protegidos, algunos miembros de la comunidad pueden percibir las armas como una amenaza implícita.
- Alternativas menos riesgosas: Organizaciones como Everytown for Gun Safety promueven estrategias no letales, como aumentar la presencia de oficiales de seguridad y mejorar los protocolos de prevención, en lugar de armar al personal escolar.
- Eficiencia cuestionable en casos de emergencia: En un tiroteo, la capacidad de reaccionar con rapidez y precisión es crucial. Los críticos temen que los maestros armados puedan cometer errores graves, incluyendo herir accidentalmente a estudiantes o colegas, o ser confundidos con el atacante por la policía que llega al lugar.
Estas críticas reflejan una profunda división en torno a cómo abordar la seguridad escolar en un país donde los tiroteos masivos han generado un creciente sentido de vulnerabilidad. Mientras algunos ven las armas como una herramienta de protección, otros advierten que podrían agravar el problema.