Desde que se había separado del ex policía Daniel Ferradans, Natalia Lagos (23) vivía con miedo. Su ex pareja la había amenazado de muerte y ella sabía que él iba a cumplir. El hombre conocía todos sus movimientos y era una cuestión de tiempo: iba a hacer todo lo posible para matarla. Lagos buscó estar acompañada y protegida, y se lo dejó escrito a su hermana por WhatsApp: le pidió que tuviera su celular con sonido por si “le pasaba algo”.
La noche del 1° de agosto del 2023, Lagos la pasó en su casa de Pinamar Norte, a unos 40 kilómetros de Montevideo. Su ex novio la tenía amenazada y, como sintió miedo, le pidió a su amigo Franco que la acompañara, según surge de la sentencia judicial informada por El Observador. Tras la separación, Ferradans no tenía donde vivir y se estaba quedando en la casa de un amigo en el balneario Guazuvirá, a unos 20 kilómetros de donde vivía Lagos.
El amigo del ex policía lo notaba mal, deprimido y con ganas de quitarse la vida. Ferradans le había contado que se quería ir con su fallecido padre. Entonces él decidió llevarlo a una cita con otra mujer. Al regreso, pasaron por Pinamar Norte y Ferradans vio que afuera de la casa de Lagos había otro auto.
Era un coche desconocido para él. Después de estar una hora y media con el amigo que le prestaba su hogar, Ferrandans decidió caminar esos 20 kilómetros. El recorrido le llevó dos horas y, de sorpresa, irrumpió en la casa de su ex novia a la 1.30 de la madrugada. Al ingresar, confirmó lo que más temía: Lagos estaba “con otro hombre”, según surge de los testimonios recabados durante la investigación judicial.
La escena que encontró lo enfureció. Ferradans le preguntó a Lagos si Franco era su novio, pero los dos lo negaron. Ellos eran amigos. Él no les creía: “No, este es tu novio. Yo a vos te dije, que si vos no eras mía, no eras de nadie, ¿qué querés? ¿Que los mate a los dos acá?”, relató Franco ante la Justicia.
Les exigió que le dieran los celulares y les pidió la llave del auto, pero Franco se negó. Entonces Ferradans comenzó a golpearlo y lo amenazó directamente: le dijo que le “iba a dar un corchazo”. El ex policía lo golpeó en un ojo, agarró un cuchillo Tramontina, se subió en la cama y lo apuñaló en el abdomen.
“Pará, dejame sano, yo tengo un hijo. Yo no tengo nada que ver en esto”, le alcanzó a decir Franco. Ferradans, entonces, le exigió a Lagos que se levantara, la agarró de los pelos, le puso la cuchilla en la nunca y se la llevó a la fuerza. Luego tomó las llaves del auto, la subió y partió hacia un lugar desconocido.
Franco se acercó a la puerta y vio que el auto partía. Y luego llamó a la Policía para que le enviara ayuda a él y persiguiera su vehículo, que era conducido por Ferradans.
El hombre manejó a una velocidad de entre 95 y 110 kilómetros por hora hasta que llegó al peaje de Soca, donde estrelló de frente el auto. Los primeros policías que llegaron al peaje encontraron a Lagos sin vida y a Ferradans herido. Las autoridades luego concluyeron que su ex pareja quiso matarla y suicidarse. Su intención se materializó en forma parcial “por puro azar”, interpretó la Justicia. Para llegar a esta conclusión se basaron en la alta velocidad a la que iba, en la grabación de las cámaras del puesto, en la declaración de los policías que estaban presentes y en lo que expresaron los allegados al condenado.
La Justicia condenó a Ferradans a 30 años de prisión más 15 años de medidas limitativas por el femicidio de su ex pareja. Fueron varios días de juicio y el proceso tuvo un cambio de juez ya que una magistrada fue suspendida por no atender de forma correcta la denuncia que había realizado Lagos unos días antes de su muerte.
La sentencia concluye que, poco a poco, Ferradans “fue controlando y reduciendo a Natalia a un objeto, sobre el que disponía a su antojo”. “Mediante el uso de violencia física y amenazas controlaba a la víctima en todas sus manifestaciones”, detalla. Cuando Lagos se opuso, el hombre “le dio muerte en una clara demostración del derecho de propiedad que creía tener sobre ella”.