LISBOA.- En el corazón de Lisboa, en el barrio de Alfama, se alza un edificio singular: la Casa dos Bicos. Su fachada, compuesta por piedras en forma de diamantes, evoca misterio y elegancia. Pero este lugar no solo es un monumento arquitectónico: es un rincón donde la literatura y la memoria convergen.
A las afueras de esta singular casa se encuentra un olivo centenario traído de la tierra natal de José Saramago (1922 - 2010), Azinhaga do Ribatejo. El árbol ha sido plantado en el Campo das Cebolas donde comparte la vista al río Tajo.
En sus entrañas yacen las cenizas del autor, quien desde ahí mantiene vivo su legado literario y político que se corona con tierra traída de Lanzarote, donde vio florecer su carrera y pasó los últimos años vida.
La Fundación José Saramago es una institución cultural privada que tal como lo hiciera el autor en vida, se dedica a la defensa y difusión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la promoción de la cultura en Portugal y en todo el mundo, y la defensa del medio ambiente.
Todas, causas que dieron sentido a la personalidad del controvertido escritor. Ofrece también una exposición permanente dedicada a la vida y obra del escritor, titulada A semente e os frutos (La semilla y los frutos), así como otras actividades culturales.
El “evangelio” de Saramago
José de Sousa —su verdadero nombre— nació en 1922 en una humilde aldea al norte de Lisboa. Por la falta de recursos económicos no pudo acceder a la educación superior; se fue formando en la militancia comunista. A pesar de haber publicado su primera novela a los 25 años, no volvió a hacerlo hasta dos décadas después.
Aún después de muerto siguen apareciendo nuevas obras del autor, como sucedió con El cuaderno del año del Nobel que apareció en la computadora de Saramago y que narra cómo vivió 1998, año en que ganó el máximo premio de las letras.
Ya en 2001, Saramago, en el epílogo de Los Cuadernos de Lanzarote, había anunciado la publicación “un sexto cuaderno” que permanecía oculto en su computadora y que acogía, según el autor, “las ideas, los hechos y también las emociones” de ese año.
Los textos comienzan el 1 de enero de 1998 y finalizan en 1999. El último de ellos, del 14 de enero, ofrece un retrato del escritor mientras compra calcetines ante un atónito vendedor que no podía creer que un Nobel de Literatura estuviera ahí sin un enorme dispositivo de seguridad, como lo recuerda Ricardo Viel, autor de Un país levantado en alegría en el que recupera las anécdotas de esos días de octubre de hace 35 años.
Y aunque existen escritos del autor aún no publicados, Sérgio Machado Letria, director de la fundación aseguró en entrevista con periodistas de medios argentinos que en el caso de Saramago “no será todo publicable”.
Machado Letria admite que existen bocetos de textos que serán publicados sólo “con una visión crítica” de alguien más.
El Saramago activista
José Saramago, con su pluma afilada y su voz firme, se convirtió en un referente en la lucha por los derechos humanos. Su obra literaria refleja una profunda sensibilidad hacia las injusticias sociales y la opresión, abordando temas como la desigualdad, la pobreza y la alienación.
Además de su labor como escritor comprometido, se involucró activamente en diversas causas políticas que consideraba cruciales para el bienestar de la sociedad. Entre las causas que apoyó se destacan su firme oposición a la dictadura en Portugal, su crítica a las políticas neoliberales y su defensa de los movimientos sociales que luchaban por la igualdad y la justicia.
Trascendió fronteras con su solidaridad internacional. Su apoyo a causas como la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica o su respaldo a movimientos indígenas en América Latina, como el zapatismo mexicano, evidencian su compromiso global con la defensa de los derechos humanos. Su voz resonaba en foros internacionales, donde abogaba por un mundo más humano, solidario y respetuoso de la diversidad.
A través de sus novelas, ensayos y discursos, denunciaba las violaciones a los derechos fundamentales y abogaba por un mundo más justo y equitativo, dentro de la Fundación en colaboración con la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos), se puede apreciar la exposición “Tomemos la palabra y la iniciativa los ciudadanos de a pie”, que reúne la Declaración de los Deberes del Hombre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Legado inspirador
Su legado perdura como un recordatorio constante de la importancia de alzar la voz ante las injusticias y trabajar por un mundo donde reine el respeto, la dignidad y la igualdad para todos.
La Casa dos Bicos fue construida en 1523 por orden de Brás de Albuquerque, hijo natural del conquistador de Ormuz, Afonso de Albuquerque, quien, inspirado por el Palacio de los Diamantes en Ferrara (Italia), diseñó este edificio renacentista.
Aunque su primer propietario soñaba con diamantes, los lisboetas vieron en sus piedras puntiagudas algo diferente y así nació el nombre del lugar que desde junio de 2012 es la sede de la fundación.
La Casa dos Bicos ofrece dos llamativas bibliotecas: la colección personal de Saramago y otra que fue cedida por la familia del General Vasco Gonçalves.
Cada año, cientos de personas cruzan el umbral de la Casa dos Bicos. Turistas, amantes de la literatura y curiosos se adentran en sus salas para descubrir la vida y obra de Saramago.
El Premio Nobel de Literatura portugués desarrolló un estilo literario único e irrepetible y a lo largo de sus libros jamás claudicó en su mensaje de la necesidad de un cambio social.
[Fotos: Francisco Levita; gentileza Fundación Saramago]