Venezuela, ¿última oportunidad?

La democracia en Venezuela tiene una nueva oportunidad. Hay un interlocutor válido como nunca antes, María Corina, y un gobierno americano que entendió que necesita validadores e intermediadores como los presidentes de Brasil y Colombia

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La oposición venezolana realizó en
La oposición venezolana realizó en Madrid un encuentro internacional en respaldo a María Corina Machado como candidata presidencial y por el derecho a votar en las elecciones libres acordadas en Barbados. EFE/Fernando Villar

La oposición venezolana, no los alacranes que hoy vemos de la mano de Jorge Rodríguez, ha tenido tres momentos únicos para revivir la democracia en los últimos 10 años.

El primero, cuando Henrique Capriles ganó las elecciones presidenciales en el 2013 con una oposición unida en torno a él. Fue incapaz de defender el resultado en las calles, le quedó grande el momento, se asustó y le entregó el triunfo a Nicolás Maduro; sin embargo, de este proceso quedó otra victoria electoral, la barrida de la oposición al gobierno en las elecciones parlamentarias del 2015.

El segundo nace de esa victoria parlamentaria en el 2015. Sin gobierno por la elección ilegítima de Maduro en el 2018, el parlamento llenó el vacío con la presidencia provisional de Juan Guaidó, reconocida por más de 50 países, la cual generó una opción de poder que desafortunadamente fue desperdiciada por todos y terminó, con el auspicio de algunos en la oposición, como Julio Borges y Capriles, y la bendición de Jimmy Story y Juan González, funcionarios del gobierno de Estados Unidos.

La presidencia interina de Juan
La presidencia interina de Juan Guaidó fue reconocida por más de 50 países. Guaidó en Caracas, Venezuela, noviembre 16, 2019. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

El gobierno interino también dejó su herencia, lo que nos lleva al tercer momento; dejó listas las primarias en las cuales María Corina se convirtió en la líder de la oposición con millones de votos, contrario a lo que la dictadura de Maduro esperaba.

Ahí es donde estamos ahora, con un régimen que quiere hacer elecciones sin María Corina y que manda a los gringos a la “mierda”, como dijo Jorge Rodríguez en la ilegal Asamblea. Ante el fracaso de la política que propuso Juan González, consejero asistente de seguridad de Estados Unidos para el hemisferio occidental, es decir, para Venezuela, les toca barajar de nuevo y ver cómo logran hacer unas elecciones libres y no unas donde el mafioso de Maduro dice que va a ganar a las “buenas o a las malas”.

Así llegamos a esta oportunidad, que tiene todos los enemigos posibles: Rusia, Irán y Cuba principalmente, y la mafia de Maduro que, por ahora, no tiene salida. Es en esa sinsalida donde se puede encontrar una luz. Hay un interlocutor válido como nunca antes, María Corina, y hay un gobierno americano que entendió que necesita validadores e intermediadores como los presidentes de Brasil y Colombia.

La líder opositora venezolana María
La líder opositora venezolana María Corina Machado, en una fotografía de archivo. EFE/ Miguel Gutiérrez

El ego de ambos, que buscan el Nobel de Paz, puede que los incentive a encontrar una salida pacífica a la crisis de Venezuela, especialmente ahora que al otro lado no tienen unos opositores que se detestan entre ellos sino una líder realista que puede garantizar una transición tranquila para todos. ¿Impunidad para la mafia de Maduro? Solo María Corina se la puede vender al pueblo venezolano.

El dilema de la cleptocracia de Maduro y su mafia es pobreza, sanciones, persecución y aislamiento para el país y sus líderes o una transición que les garantice un futuro a ellos y a Venezuela. Si en Colombia violadores de niños y mujeres y criminales de guerra están en el Congreso dando clases de ética pues lo del país vecino no sería muy distinto. ¿Cómo llegar allá?

Lo primero, entender que María Corina es esencial. No sé si en la reunión esta semana en Bogotá de los miembros del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, Jonathan Finer y González, con el presidente Gustavo Petro quedó eso claro y tienen comunicación directa con ella. Lo cierto es que la mediación de Petro puede ser de gran utilidad.

El presidente colombiano Gustavo Petro
El presidente colombiano Gustavo Petro se reunió con el enviado de la administración Biden Jonathan Finer, y otros funcionarios del gobierno de los Estados Unidos en la Casa de Narino de Bogota, el 5 de febrero de 2024. Presidencia de Colombia/via REUTERS

No deja de ser una ‘casualidad’ que tanto Lula como María Corina, el mismo día, hablen de recuperar o de no violar los acuerdos de Barbados, como respuesta a la reunión de Jorge Rodríguez con la cangrejera para decidir unas supuestas elecciones sin esta líder, algo que condenaron casi todos los presidentes del continente. Además, la reactivación de las sanciones genera un gran estímulo para, por lo menos, darle una oportunidad a esa mediación, creería uno.

¿Soñar con el deseo? Seguramente, pues ninguno de los actores, con excepción de María Corina, es confiable. La presión que van a tener para no avanzar y solo tratar de ganar tiempo es predecible; además, es lo que siempre han hecho Maduro y su séquito. Estados Unidos puede ser el gran generador de presión y facilitar una salida, pero no se debe confiar tampoco en ellos. Lo que González hizo durante los tres años anteriores deja mucho que desear, más aún en este año de elecciones. Pero la oportunidad está.

María Corina, por su parte, no puede quedarse quieta y esperar resultados de este proceso. Debe tener plan B para sacar a la gente a la calle y generar aún más presión. Nada es gratis con los actores de esta novela que han demostrado hasta la saciedad que solo se mueven por plata, por presión o por intereses.

Petro sería la carta de
Petro sería la carta de EE. UU. para lograr que se den elecciones libres en Venezuela - crédito composición con imágenes de Leonardo Fernández/Reuters y EFE

Esperemos a ver qué pasos dan Petro o Lula. Pueden ganar gran prestigio interno y externo si logran darle salida al problema más grande que tiene el continente. Pero se la tienen que jugar y tanto el uno como el otro solo piensan en ellos y solo asumen riesgos cuando el beneficio es mucho mayor que el desgaste.

Hay otro actor que debe tenerse en cuenta: China. Este país ya logró mediar para restablecer la relación diplomática entre Arabia Saudita e Irán y ganó un espacio único en el Medio Oriente. Con la influencia que tiene con Rusia y con Venezuela puede jugar un papel constructivo que ayude a una salida y así abrirse un espacio similar en la región.

Soñar no cuesta nada, y la verdad la situación de Venezuela amerita un esfuerzo de todos. ¿Será esta vez, la tercera, la vencida? Ojalá, por el bien de la democracia y la libertad en el continente.

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