No nos digamos mentiras: unas elecciones en Venezuela sin María Corina Machado no son unas elecciones libres. María Corina ha jugado un papel clave en la oposición, no se entregó a esa politiquería del gobierno interino donde cuatro partidos se repartían todo como si fuera un ponqué y luego se encargaron de acabar con esa figura que hoy hubiera jugado un papel importantísimo.
Y al mantenerse al margen -pero seguir con su claridad frente a la dictadura-, y pelear casi que sola contra esa mafia aliada con el narcotráfico le dio una legitimidad que los venezolanos le reconocieron en las pasadas primarias. Hoy, la única líder de oposición que los venezolanos quieren les ayude a salir de esta tragedia tiene nombre propio y es María Corina.
Por eso, duele tanto verla ‘secuestrada’ por el gobierno americano y por unos sectores de la oposición que le juegan más a Maduro que a la libertad de Venezuela. Parte del prestigio de María Corina era haberse mantenido al margen de las manipulaciones del Gobierno Maduro y la verdad de la oposición. Y tampoco le jugó a la política norteamericana que, seamos sinceros, siempre la despreció. Pero ella se mantuvo firme en sus convicciones hasta ahora que cedió ante Juan González de la Casa Blanca y Brian Nichols, del departamento de Estado, que le prometieron que si presentaba el recurso de admisibilidad electoral ante la Corte Suprema, ellos le garantizarían que iba a ser habilitada.
María Corina cedió y presentó el recurso y, de paso, les ayudó a los americanos a mostrarle a Maduro que tenían control sobre toda la oposición. Pero la verdad es que no pueden garantizarle que sea habilitada, cosa que nos va a pasar, y la van a dejar, como dice el dicho, “colgada de la brocha”. Ya los hechos muestran que esto es lo que va a pasar. El Tribunal Supremo suspendió las acreditaciones sin explicación alguna y el régimen narco comenzó a arrestar figuras del equipo de María Corina. Ayer secuestraron a dos Juan Freites y a Luis Camacaro.
Lo que queda muy claro es que Maduro y su círculo mafioso necesitan ganar tiempo para recibir esos dólares del petróleo que Estados Unidos, a través de los acuerdos de Juan González con su socio Jorge Rodríguez, les ha regalado. No van a ceder un milímetro de poder y, por ahora, no se cargan a María Corina porque el costo es demasiado alto.
Creo que la líder de la oposición tiene que entender que no va a haber elecciones y que toca subirle la presión al régimen mafioso. Las manifestaciones de estos días son una buena cuota inicial, pero lo que esta líder debe hacer es mandar a Barbados al carajo y armar la revolución social, que es lo único que puede sacar a Maduro y su mafia, así esos pesos ligeros del gobierno americano le digan lo contrario.
María Corina ha aguantado hasta hoy sin untarse de ese régimen asqueroso. Rompió ese libreto por estos señores que, la verdad, juegan sin coherencia y sin poder político real de largo plazo. Hoy están ahí, y mañana, o después de las elecciones, no. El futuro de Venezuela e incluso el de las libertades en el continente les tiene sin cuidado. Que no les quepa la menor duda, pues la incoherencia en su accionar, como lo mostró lo que hicieron en Guatemala a diferencia de lo que han hecho en Venezuela, deja ver lo poco profundo, estratégico y de largo plazo que es la política de este gobierno hacia la región.
Es la hora de retomar la salida a la calle. María Corina tiene que jugarse el todo por el todo en este momento, pues quedó secuestrada por un Tribunal de Justicia que sabemos es de papel. Hace lo que le dicen y esas órdenes son claras. Hay personas cercanas al chavismo que podrían aportar en estos momentos en los que hay que subir la presión, aumentar el riesgo y desequilibrar este empate negativo para la oposición que hoy hay en Venezuela. Personajes como el exministro Andrés Izarra o el exgeneral torturado por el régimen Miguel Rodríguez Torres aún tienen gran ascendiente sobre el chavismo -que es distinto a la mafia de Maduro- y sobre los militares. Depender de González, Nichols o el embajador Palmieri no los va a llevar a nada.
Barbados no va a ningún lugar. Como tampoco lo fue México. Y la razón es clara: Rusia, China e Irán utilizan a Venezuela como instrumento de disrupción para la región. A muy bajo costo le crean problemas serios a su enemigo mortal, Estados Unidos, en la región y no lo van a soltar. Cuba fue en las décadas de la Guerra Fría; ahora es Venezuela y Nicaragua en menor grado.
La razón de una unión de esas que jamás sería aceptada antes tiene hoy una urgencia: el tiempo para sacar a Maduro y sus mafiosos se acaba. Para ese propósito, se deben juntar esas fuerzas. Los miembros de las fuerzas de seguridad pasan tanta hambre como el resto de ciudadanos. Ven a sus familias sufrir igualmente. Hay que involucrarlos en esta lucha que María Corina debe encabezar.
Seguirle jugando a Barbados o a unas elecciones es una soberana estupidez. A Venezuela solo la salva una primavera árabe que movilice a los ciudadanos como lo hicieron en Túnez y en Egipto. Solo así saldrán de esos malandros, como se dice en Venezuela, que hoy están en el poder.