El ejemplo de Chile

Chile ha dado ejemplo de solidez democrática y, sobretodo de sensatez política, por segunda vez, y con un presidente del Partido Comunista, votó a favor de la libertad, del libre mercado y de la democracia.

Miembros del Partido Republicano celebran mientras escuchan los resultados parciales tras la elección de un Consejo Constitucional, que redactará una nueva propuesta de Constitución en Santiago, Chile, el domingo 7 de mayo de 2023. Un primer intento de reemplazar la actual Carta legada por los militares hace 42 años fue rechazada por los votantes durante un referéndum en 2022. (AP Foto/Esteban Félix)

Cero y van dos. Chile ha dado ejemplo de solidez democrática y, sobretodo de sensatez política. Después del desastre de la Constituyente, que nace de las violentas revueltas que se incentivaron desde afuera y del pésimo manejo que a este tema le dio el presidente Piñera, dejándose intimidar por unas minorías, Chile, por segunda vez, y con un presidente del Partido Comunista, votó a favor de la libertad, del libre mercado y de la democracia.

El primer acto de sensatez fue cuando votó en el plebiscito contra el horror de Constitución, producto de esos hechos violentos de insurrección que generaron una desestabilización política y democrática. Esas minorías casi logran imponer un nuevo modelo económico y político, que habría acabado con Chile, como Chavez-Maduro, Castro y Ortega lo hicieron con sus respectivos países.

El segundo fue apenas el domingo pasado, cuando en la votación para elaborar una nueva Constitución, que después del plebiscito que la negó era un absurdo, pero eso es otro tema, los chilenos le demostraron a esa izquierda radical, y de paso le mandaron un gran mensaje al continente, que son una minoría absoluta que no puede imponer su versión antidemocrática y antiliberal a su país.

FOTO DE ARCHIVO. Una persona sostiene un libro con la propuesta de nueva constitución en un acto en Santiago, Chile. Agosto, 2022. REUTERS/Ivan Alvarado

Hay mucho que aprender en la región de lo sucedido en Chile, pues esos nuevos vientos, que también se sienten en Argentina, deben conducir a la consolidación de una nueva derecha con mucho más acento liberal; es decir, de libertades, una derecha que convoque al joven que hoy piensa distinto, a esa clase media que la izquierda proletariza y la derecha no defiende con el ahínco necesario, sin ahuyentar a sus seguidores, que siguen siendo la base de su éxito.

Pero Chile también deja otras enseñanzas. La Democracia Cristiana, otrora el gran partido de ese país, casi desaparece, junto con el Partido Socialista del expresidente Lagos; la centro derecha queda relegada como segunda opción, lejos del Partido Republicano, de derecha pura y dura. Los tres mensajes de José Antonio Kast y su partido fueron claros y consistentes: seguridad, economía y empleo y migración.

Ahora viene lo difícil para Kast, líder del Partido Republicano, triunfador de estas elecciones con el 35 por ciento. Kast se juega su futura presidencia, pues lidera un proceso que no quería -su partido no quería una nueva Constitución- y tiene que hacer compromisos con la centro derecha y, seguramente, el poco de centro izquierda que quedó, para que la aprueben, una vez se dé el proceso. Pasó de ser oposición a gobernante, en este caso, a liderar el proceso de redacción de una nueva Constitución.

José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, levanta el brazo mientras celebra la obtención del mayor número de diputados tras la elección del Consejo Constitucional, que redactará una nueva propuesta de constitución en Santiago, Chile, el domingo 7 de mayo de 2023. Una primer intento de reemplazar el estatuto actual legado por los militares hace 42 años fue rechazado por los votantes durante un referéndum en 2022. (AP Foto/Esteban Félix)

No lo pudo haberlo dicho mejor el gran derrotado en esta elección, el presidente Gabriel Boric, quien le pidió a Kast no cometer los mismos errores de la izquierda, de creer que podían imponer una Constitución que no le gustaba a la mayoría de los chilenos. Creyeron estar por encima del país (pasa igual acá en Colombia con Gustavo Petro y sus cada vez menos seguidores), después de las revueltas del 2019.

Vale la pena hacerle un gran reconocimiento a Boric, quien lideró este proceso electoral con una dignidad y decencia democrática sin par. La verdad, el presidente chileno ha sido ejemplo de coherencia ideológica y de respeto institucional, lo que le ha costado gran rechazo en la izquierda de la región, que tiene un doble estándar con los derechos humanos, la aplicación de la ley, la libertad y la validez de la democracia.

No me cabe duda de que la izquierda latinoamericana no va a escuchar el mensaje y seguirá creyendo que es infalible, por un lado, y dueña de la verdad, por el otro. Hay que dejarlos que sigan ese camino, que sigan apoyando a Castillo, a Maduro y sus delincuentes, a la condenada corrupta de Cristina Kirchner o a los endiosados reyes, por lo menos para ellos, Petro y AMLO. Ese terreno es el que conviene a la democracia y a la derecha.

La derecha, el centro, se ve cada vez más desaparecido, lo que es grave para nuestras democracias; debe entender que la claridad y sencillez de su mensaje es fundamental para ganar adeptos en ese centro que se vacía. La radicalización excesiva en temas como el aborto y demás puede generar rechazo en ese ciudadano de centro que ya desprecia esa izquierda que en Colombia, en Perú y en Chile ha demostrado con creces su incapacidad de gobernar con transparencia y con resultados. Cómo hacerlo sin despertar rechazo en el sector más radical es la pregunta del millón.

La respuesta no es tan difícil, es devolver todo a su lugar: la libertad del ciudadano para decidir, de la familia antes de los 18 para ser el escenario de decisión de los hijos y en la claridad para el Estado de no meterse en ninguno de estos ámbitos, solo ser el árbitro, cuando se le pide. De resto, libertad, libertad, libertad.

Chile mostró el camino. Solo esperemos que los egos de los políticos no se atraviesen en lo que debe ser el regreso del péndulo que, si se hace bien, se suma y se muestran resultados, permitirá que la inmunidad de rebaño que todos los latinoamericanos estamos teniendo con este desastre de gobiernos populistas de izquierda nos evite volver a caer en este abismo en unos pocos años, como sucedió al final de la década pasada y al principio de esta.