Instantáneas que cumplen una década: cómo se vivió la elección de Francisco en Roma

¿Cómo se vivió el 13 de marzo de 2013, cuando asumió el nuevo papa? La multitud en la Plaza San Pedro y el estallido, los abrazos que soportaron la lluvia, los carros de pizza y chocolates, y hasta una bandera argentina fueron algunas de las postales de una jornada histórica

Los cardenales en la misa antes del Cóncalve en que se eligió al sucesor de Benedicto XVI (Alessandra Benedetti/Corbis via Getty Images)

Roma. Son las 19:07 del 13 de marzo de 2013, la concentración de gente soporta la lluvia y el clima fresco clásico en esta época del año en Italia. Aun así los miles que aguardan con atención la elección del nuevo Pontífice observan con alegría -y suspenso- la columna de humo blanco que se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina. La fumata bianca confirma que hay nuevo papa.

Via della Conciliazione estalla de gente y flashes que se entremezclan con las luces de patrulleros que custodian la zona en ese límite casi imperceptible -pero real- que divide el Estado Vaticano de la República Italiana. En toda esa marea de personas, entre paraguas y capuchas, asoman banderas de distintas naciones. Hasta unas horas antes el preferido para sucesor de Pedro era Angelo Scola, el italiano entonces arzobispo de Milán. Pero el pálpito se fue diluyendo con las fumatas neras que demostraban que no había quórum a los efectos.

Una periodista de la cadena de televisión italiana La7 dialoga con sus colegas de la TV2000, el canal de la Conferencia Episcopal Italiana, “si hubo tantas fumatas negras, es evidente que Scola no tenía al final los 40 electores asegurados”.

Sobre la Via de Porta Angelica, la calle aledaña al columnado de la Plaza San Pedro, todavía está el carro que vende pizzas y chocolates. En 2013 todavía hacen café y, apoyado sobre un estante, se encuentra Ignacio Calvo Ferrer, un español que vive en Italia desde 1990. Devoto, el madrileño está desde esta mañana girando entre Borgo Pio y Piazza del Risorgimento, un poco para calmar el frío y otro para bajar la ansiedad. Mientras toma su café concede unos minutos a un periodista del medio Il Fatto Quotidiano. Él tiene a su preferido -dice- pero decide no nombrarlo, “es un decisión del Espíritu Santo”.

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El humo blanco emerge por la chimenea de la Capilla Sixtina, el día de su proclamación como papa (AP)

De frente al Portone di Bronzo hay un grupo de latinoamericanos, la mayoría son argentinos pero otros son paraguayos y mexicanos. Son orionitas, vinieron a Roma por un retiro ya programado y se quedaron para estar presentes en los días del Cónclave. De tanto pasar el día se les acabaron los temas de conversación, solo queda ahora observar a la gente, que es el espectáculo más hipnótico. Ya no queda agua caliente en el termo y uno de ellos decide salir en la búsqueda. Probablemente vaya al carrito más cercano, donde sigue firme Ignacio.

La RAI interrumpe su programación para poner en la pantalla de toda Italia los momentos previos al anuncio del nuevo Pontífice. Son las 19:40 y en la televisión detectan que se mueven las cortinas del balcón de la Basílica de San Pedro. Está por salir el cardenal francés Jean-Louis Tauran. Los medios dejan la locución y la Plaza se vuelve un estallido. Los periodistas solo están atentos al balcón y potencian su sentido de la audición para concentrarse en los parlantes que reproducirán la voz del cardenal. El grupo de orionitas reza, el que fue en búsqueda de agua vuelve rápidamente con el termo vacío y uno de ellos no puede evitar fijar la mirada en la multitud.

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VATICAN CITY, VATICAN - MARCH 13: Newly elected Pope Francis I waves to the waiting crowd from the central balcony of St Peter's Basilica on March 13, 2013 in Vatican City, Vatican. Argentinian Cardinal Jorge Mario Bergoglio was elected as the 266th Pontiff and will lead the world's 1.2 billion Catholics. (Photo by Christopher Furlong/Getty Images)

El apellido que anuncian es italiano sí, pero no les resulta familiar a la mayoría de los italianos presentes y automáticamente el bullicio se convierte por un segundo solo en un silencio interrogante. Quién es el nuevo papa.

A los locales pronunciar “Bergoglio” no les complica la fonética, todo lo contrario. Los periodistas saben que se trata del Arzobispo de Buenos Aires y antes del anuncio del nombre Francisco interrumpen la crónica para hacer referencia. Los de la TV2000 se giran hacia su colega que le contaba los votos a Scola y le dicen: “el argentino ya había estado cerca en el 2005″.

El español se agarra la cabeza, se toca su boina y no puede contener la emoción. Sabe quién es Bergoglio, conoce mucho Sudamérica. No revela si era él su preferido pero, luego de unos minutos, entre lágrimas declara que “luego de ocho siglos, ninguno había tenido el coraje de llamarse Francisco, hay que tener coraje, él lo va a tener sin duda”

Un grupo de monjitas brasileñas se acerca a los de la comunidad de Don Orione y entre todos se abrazan. Sería inevitable, en otro contexto, no relacionarlo al fútbol. Pero no es este el caso, hay algo más que lo transforma en un momento divino y no terrenal. “Es nuestro, eligió a uno de los nuestros”, y en esa exclamación entendemos a quién se refieren.

El ecientemente nombredo papa Francisco, saluda a los feligreses desde el balcón central de la Basílica de San Pedro

Francisco sale al balcón. Monseñor Guillermo Karcher, el argentino que cumple funciones en el Ceremonial Vaticano desde Juan Pablo II al momento, le sostiene el micrófono y no puede contener su felicidad. Bergoglio pronuncia sus primeras palabras como Vicario de Cristo, envía desde el momento inicial señales de reforma y de cercanía, de un espíritu totalmente distinto al de su predecesor.

Juan Pablo Cafiero, el entonces embajador argentino ante la Santa Sede, está entre el público en San Pedro. Fue el jefe de misión durante casi seis años, su despacho en ese momento tenía sede sobre la via Banco di Santo Spirito a unos metros del Castel Sant’Angelo. Era entre los pocos que llevaban ese 13 de marzo una bandera argentina. Mientras el Senado de la Nación interrumpía la sesión para anunciar la elección de Bergoglio, los despachos de la calle Esmeralda en Buenos Aires hacían llamados internacionales. El teléfono del embajador no paraba de hacer ruido, como la Plaza, como las calles romanas, como los medios de prensa, como los fieles, como todo movimiento de Francisco en estos diez años.

* Este artículo es parte del libro Francisco. Diez años del papa latinoamericano, editado por Leamos.

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