Perú y la democracia regional

Lo que hoy sucede en Perú tiene el mismo tufo de las protestas de Chile, Ecuador y Colombia: tienen una organización detrás y un objetivo político claro, desestabilizar

Un manifestante lleva la bandera de Perú durante una protesta exigiendo la disolución del Congreso y la celebración de elecciones democráticas en lugar de reconocer a Dina Boluarte como presidenta de Perú, tras la destitución del líder peruano Pedro Castillo, en Lima, Perú, el 11 de diciembre de 2022. REUTERS/Sebastian Castaneda

Lo que hoy sucede en Perú tiene el mismo tufo de las protestas de Chile, Ecuador y Colombia del 2019 y las de Colombia del 2021; es decir, tienen una organización detrás y un objetivo político claro, desestabilizar; buscan un efecto regional que ya en parte lograron: crear las condiciones para la elección o el mantenimientos de gobiernos populistas.

Lo que en Colombia llaman la Primera Línea (a la que el presidente Gustavo Petro quiere darle vuelo y por la cual la ha jugado hasta el exceso de convertirlos en gestores de paz) es simplemente una nueva expresión de la guerra urbana asimétrica moderna ,que hoy tiene ramificaciones en todo el continente y es utilizada de manera efectiva, como sucedió en los 60´s con las guerrillas, para lograr objetivos políticos.

Veamos:

En Chile una explosión de violencia coordinada (uno no destruye una línea de metro en una noche) y un funesto manejo del presidente Piñera, dejó a su país con un mandatario del partido comunista y, afortunadamente, una fallida Constitución, que acababa con la viabilidad política y económica del país más desarrollado de la región.

En Colombia, una protesta masiva por una reforma tributaria menor a la que impusieron apenas un años después, y un pésimo manejo del mandatario de turno de la situación, dejó un gobierno populista en el poder, con un ingrediente que aún no ha sido bien investigado y es la presencia de agentes rusos en la financiación de estas protestas a través del alquiler de cuentas de ciudadanos colombianos.

El gobierno entrante buscaría la liberación de los miembros de la Primera Línea, quienes fueron capturados en el marco del Paro Nacional 2021. Foto: Colprensa

Para nadie es un secreto la capacidad de los rusos y de los cubanos para generar desestabilización en la región. Lo llevan haciendo desde hace décadas y lo que antes fue el apoyo a las guerrillas hoy es el apoyo a estas organizaciones, que nacen de los núcleos comunistas y anarquistas enquistados en las universidades, pero que siempre han mantenido vasos comunicantes y de presupuesto con las agencias de inteligencias de esos países.

Ahora la gran prueba es Perú. Donde se añade un elemento mayor que sube la apuesta: el apoyo de los presidentes de México y de Colombia (los otros poco cuentan) a un mandatario golpista. Lo hacen, no me cabe duda, primero porque no aceptan la primera derrota política y legal de ese gran proyecto populista que quieren imponer en la región, y, segundo, porque, en sus fueros internos de dictadores, donde la separación de poderes de la democracia es un obstáculo, no quieren que sobreviva el precedente de un congreso o un poder Judicial que puedan frenar las ambiciones dictatoriales de un populista.

Pero parece que en el vecino país mataron el tigre y se asustaron con el cuero. Un poco parecido a Chile, donde derrotaron electoralmente un proyecto funesto de constitución y siguen pensando en el tema. No nos equivoquemos, en Perú el dictador es Pedro Castillo y quienes actuaron bien, de acuerdo con la ley y la Constitución, fueron el Congreso, la justicia, los militares y la vicepresidenta. No hay gris alguno en ese sentido.

FILE PHOTO: Pedro Castillo addresses supporters at a rally in Lima, Peru May 26, 2021. REUTERS/Sebastian Castaneda/File Photo

Sin embargo, la narrativa de la izquierda populista ya comienza a operar. El culpable no es Pedro Castillo, quien asumió poderes dictatoriales, sino la oligarquía, que defendió la democracia. Inventan una doctrina jurídica que le da el poder a un presidente para hacer lo que quiera, que es en lo que verdaderamente creen López Obrador y Petro, y todo lo que se oponga es un obstáculo. El discurso queda listo; ahora, sus activistas, sus redes y sus bodegas hacen lo demás.

Pues bien es hora que los demócratas del Perú, con apoyo de los demócratas del continente hagan su tarea. El Congreso que tome las decisiones, si adelanta elecciones o no; finalmente se obró legalmente, dentro de los parámetros de la Constitución; la sucesión fue democrática y libre y los desórdenes deben ser enfrentados con todo rigor.

La ahora presidenta merece y debe tener todo el apoyo, pero debe actuar ya como Jefe de Estado. Las instituciones deben rodearla para que así lo haga, sin permitirle caer en la babosada de Piñera, que entregó los dos últimos años de su gobierno a un extremismo que solo representa a esa marginal corriente de opinión. La lección de Chile y de Colombia les debe servir.

Al toro ya lo caparon dos, o tres veces, si contamos con la Constitución fallida y la discusión que sigue en Chile. No hace falta una cuarta, pues la democracia que regresó el continente en pleno hace poco más de dos décadas hoy tiene la grave amenaza de este populismo, que con apoyo de Rusia, de Irán y de Cuba, quiere acabar de destruir las libertades en la región, como ya sucedió con Nicaragua y Venezuela.

Por eso, el resto de demócratas no nos podemos quedar callados, ni pensar que con la firma de una carta basta; hay que utilizar la CIDH, que Petro hoy critica pero que usó tan eficazmente, y todos los mecanismos de derechos humanos para defender la legitimidad democrática en el Perú, y repensar el activismo que hoy existe en la región para que los peruanos no se sientan solos y salgan a defender su democracia en las calles como contrapeso a esa primera línea violenta que ya hace parte de un escenario de lucha que personajes como Petro y AMLO quieren legitimar.

El silencio de los Estados Unidos retumba en el continente. Su falta de rigor democrático, y el hecho de que prefieran sentarse con Maduro o con la dictadura cubana o iraní ,genera un vacío que hay que que llenar. Hoy lo llena China, a través de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y Rusia.

A los demócratas del continente, nos tocó dar esa pelea. Solos.

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