A un par de kilómetros del centro de Real del Monte en un pequeño bosque oyameles, entre la espesa neblina y un clima frío descansan los restos de más de 500 personas de origen inglés, alemán, irlandés, escocés y holandés.
Todo comenzó cuando un barco inglés zarpó del muelle de Cornwall, Inglaterra con destino a México a inicios del año 1800, la intención de los tripulantes era establecerse en diversos poblados del estado de Hidalgo para reactivar la actividad minera en los yacimientos de plata que habían sido abandonadas durante la Guerra de Independencia.
Tras un largo viaje por mar los ingleses llegaron al puerto de Veracruz, posteriormente se trasladaron a Real de Monte, un pequeño poblado con un clima frío y muy parecido a su lugar de origen. Cautivados con el lugar, decidieron quedarse a trabajar y fue así como poco a poco este sitio comenzó a edificarse como uno de los destinos favoritos de reconocidos empresarios ingleses y escoceses que buscaban multiplicar sus riquezas extrayendo los materiales que el suelo mexicano poseía en aquella época.
Los años transcurrieron y aquellos ciudadanos de origen inglés que se establecieron en Real del Monte comenzaron a fallecer por diferentes causas, dando pie a que en el punto más alto del poblado, entre árboles de gran altura y una vista panorámica del pueblo se fundara en 1851 el Panteón Inglés.
Para entrar hay que atravesar una imponente puerta de metal forjada en una sola pieza la cual está sostenida por el arco de la vida y la muerte que contiene la leyenda Blessed are the dead who die in the lord (benditos son quienes mueren en el señor).
Un lúgubre escenario se abre ante los ojos de los visitantes que día con día suben el cerro del judío para adentrarse en el misterioso lugar que por más de 100 años ha albergado los restos de aquellos extranjeros que buscaron una oportunidad de vida en México.
Entre las historias que alberga este camposanto, destaca la hilera de tumbas de niños que murieron durante la epidemia de cólera; la de una chica de 15 años que sus padres exhumaron para llevarse los restos a Cornwall y descubrieron que la habían enterrado viva; la de la enfermera Nelly, a quien aún aseguran verla en el hospital curando enfermos, o la del militar que murió en Francia en la Primera Guerra Mundial pero, como había nacido en Real del Monte, tuvo el derecho de tener una tumba en este recinto.
Una familia mexicana se ha encargado por generaciones del cuidado del recinto, en conjunto con el gobierno del estado de Hidalgo han visto por el mantenimiento del lugar así como la administración turística del sitio. Incluso la reina Isabel II llamó al sepulturero del Panteón Inglés para darle una medalla que lo convirtió en miembro de la Orden del Imperio Británico, cabe resaltar que el señor Hernández es el único mexicano sepultado en el cementerio.
Posterior a su muerte, su hija María del Carmen Hernández Skewes se quedó como responsable del cementerio y es la encargada de recibir día con día a cientos de curiosos turistas que asisten a vivir en carne propia la experiencia de caminar entre cientos de tumbas antiguas en las que destacan símbolos de masonería.
Durante el recorrido, María se encarga de adentrar a los visitantes no solo en la historia de los personajes que descansan ahí sino también es común que ella misma comparta las experiencias paranormales que desde pequeña percibió por su relación tan íntima con el cementerio.
A la cuidadora ya no se le hace extraño escuchar lamentos o ver siluetas de personas caminando, describe detalladamente a los visitantes la ropa con la que llega a ver a estos espectros e incluso el horario y lugar específico en el que suelen aparecer.
El panteón inglés sigue siendo uno de los mayores atractivos turísticos del Pueblo Mágico de Real del Monte pues aparte del morbo que genera la muerte y los fenómenos paranormales, es un gran referente histórico e identitario del sitio. De acuerdo a La Silla Rota Hidalgo, se calcula que en Real del Monte aún viven unos 600 descendientes reconocidos de los mineros que llegaron a México en busca de una nueva vida.
Los recorridos a través del cementerio se llevan a cabo de martes a domingo en un horario de 10:00 am a 2:00 pm.
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