Los cambios sociales y las restricciones impuestas en todo el mundo para frenar la expansión del coronavirus han pasado factura en la salud mental de la población. Y aunque los adultos mayores son los que enfrentan un mayor riesgo frente al COVID-19, no son los más afectados psicológicamente. Por el contrario, en ese sentido, los especialistas les atribuyeron la mayor vulnerabilidad a los más jóvenes. Así lo demuestra un estudio reciente llevado a cabo en Francia, donde 1 de cada 5 chicos sufrió estrés postraumático y las consultas por problemas psicológicos se incrementaron considerablemente.
Tal vez porque “la edad está generalmente asociada a una mejor regulación emocional” y a una merma general de la actividad, los mayores no han presentado tantas secuelas como los niños y adolescentes. De esta forma, los pediatras se muestran en contra del cierre de las escuelas, dado que en el país europeo se evalúa la opción de llevar a cabo un tercer confinamiento estricto.
Sucede que, en Francia, los profesionales de la salud detectaron una mayor afluencia de chicos de con problemas psicológicos, como anorexia nerviosa y trastornos agudos de ansiedad, ira o en el sueño. Incluso, algunos desarrollaron el deseo de permanecer en su casa, como una forma de sentirse más protegidos. Por ejemplo, en el Hospital Infantil de la ciudad de Toulouse se registró entre un 40 y un 70 por ciento más de admisiones para ese tipo de atención, subiendo de tres o cuatro hospitalizaciones diarias a entre 12 y 14.
Alertados por la situación, en ese centro de salud entrevistaron a 380 chicos de entre 8 y 15 años y a sus padres luego de la primera cuarentena, cuando experimentaron por primera vez la lejanía con sus colegios y sus amigos. El resultado arrojó que 1 de cada 5 niños y adolescentes padeció estrés postraumático.
Asimismo, un estudio similar realizado en Italia confirmó esa tendencia, pero con cifras aún más marcadas: 1 de cada 3 chicos presentó algún síntoma de estrés postraumático.
Por ello, los especialistas en pediatría consideran que la posibilidad de cerrar las escuelas en un nuevo confinamiento “no es legítima para la salud mental de los niños”. A su vez, con respecto a los últimas publicaciones sobre la circulación del COVID-19 entre los niños y adolescentes, remarcaron que “no son muy transmisores del virus, porque no tienen una forma respiratoria mayor”.
La situación epidemiológica en Francia
Desde este domingo, Francia comenzó a aplicar una serie de nuevas restricciones, con cierre de las fronteras y la clausura de los grandes centros comerciales, para observar durante unos días si puede evitar un tercer confinamiento, que el Gobierno contempla si el ritmo de contagios da signos de dispararse.
“Todo parece indicar que podría perfilarse una nueva ola a causa de la variante (británica), pero tal vez la podremos evitar gracias a las medidas que hemos decidido de forma temprana y que los franceses respetan”, explica el ministro de Sanidad, Olivier Véran.
En una entrevista publicada por Le Journal du Dimanche, el ministro justificó la batería de medidas anunciadas al término de una reunión presidida por Emmanuel Macron el viernes pasado por la noche y que entraron en vigor el domingo en lugar del confinamiento al que varios miembros del Ejecutivo habían preparado los días anteriores con sus declaraciones alarmistas.
“El presidente consideró que no era urgente confinar, que todavía había una oportunidad para evitar el confinamiento” porque “la ligera desaceleración de las infecciones nos permite observar durante unos días lo que va a ocurrir”, consideró Véran.
En concreto, el número de casos (algo más de 20.000 diarios de media) ha aumentado un 4% en una semana, lo que para el titular de Sanidad no es un alza exponencial y muestra que el dispositivo que estaba en vigor, con un toque de queda nocturno desde las 6 de la tarde a las 6 de la mañana, “produce resultados”.
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