Laurie Hommema es médica y su trabajo es supervisar la red de hospitales de OhioHealth. Hace un mes, mientras cenaba con su esposo Kevin y sus hijas Emmy (9) y Clara (7) en su casa de Columbus, Ohio, contó su temor de quedarse sin un barbijo N95 para ella cuando llegara el pico de coronavirus a los centros de salud de la ciudad.
Kevin, que es ingeniero investigador de la organización sin fines de lucro Battelle Memorial, le preguntó entre bocado y bocado porqué no los reciclaban y los volvían a usar. Ella, como aconsejan todos los profesionales de la salud, sabe que después de un uso, se desechan. Y le respondió: “Porque no se puede”.
Su marido recordó, entonces, que tiempo atrás sus colegas de Battelle habían hecho un estudio donde demostraban que las máscaras podían ser descontaminadas y vueltas a usar en una situación de emergencia.
Después de rastrear la investigación, y esbozar en un papel cómo debía ser una unidad de desinfección, el siguiente paso fue reunir a los ejecutivos de OhioHealth y los científicos de Battelle. En apenas tres días, el matrimonio había solucionado un serio problema de abastecimiento.
El siguiente paso fue enviar máscaras contaminadas a Battelle para probar la tecnología. Y luego, aguardar la aprobación del sistema por parte de la FDA (Food and Drug Administration), que controla todo lo relacionado a los insumos de salud y medicamentos. Apenas dos semanas después, el permiso estaba logrado. Había que poner manos a la obra.
El primer lugar donde se utilizó la máquina creada por Dattelle fue, por supuesto, OhioHealth, que aglutina a 12 hospitales. Simi Bhullar, médico de terapia intensiva y director médico del Hospital Metodista Riverside, que pertence a esa organización, estaba extasiado: “Mientras más lo pensábamos, más ingenioso nos parecía. Lo mejor es que continuamos trabajando como si nada hubiera cambiado. Ya no estamos estresados por saber cuántos barbijos quedan. Nos permite enfocarnos en lo que debemos: la atención de los pacientes en medio de esta pandemia”.
Después de ser estrenado en Ohio, el Sistema de Descontaminación de Insumos Críticos (CCDS según su sigla en inglés) de Battelle fue enviado a Long Island, Nueva York; a Seattle, Washington y a Boston. Allí, quienes trabajan en la salud pueden enviar los barbijos para que sean descontaminados.
En distintos lugares, los médicos han hecho conocer su alivio por este avance. Chris Coburn -director de innovación de Partners Health Care -una organización que reúne a varios hospitales de Massachusetts-, dijo: “Hace dos domingos, estábamos en una conferencia telefónica temprano en la mañana y escuchamos que Battelle tenía este sistema. Nos acercamos a ellos y llegamos a un acuerdo". “Esta es una oportunidad extraordinaria para proteger a nuestra fuerza laboral de atención médica. Durante tantas semanas me escucharon decir que no podíamos comprar suficientes equipos de protección personal, simplemente porque no había. Tener la oportunidad de proporcionar más N95 a nuestro trabajadores de la salud es absolutamente esencial", completó el Dr. Paul Biddinger, jefe de preparación para emergencias del Hospital General de Massachusetts.
Ahora, la disponibilidad del sistema de Battelle creció. Tras un acuerdo con la Agencia Logística de Defensa, se anunció que los servicios de descontaminación de barbijos N95 serán ofrecidos en forma gratuita para los centros de salud. En los próximos días llegarán a Brooklyn, Nueva York, Chicago y la Washington, D.C.
Lo confirmó El Pentágono este lunes: Battelle recibirá $ 415 millones por 60 equipos, que estarán listos a principios de mayo. Cuando todos estén funcionando, podrán esterilizar un total de 4.8 millones de barbijos N95 cada día.
Por el momento, la FDA sólo autorizó a que el sistema descontamine dichos barbijos, pero no se descarta que pueda ser utilizado para esterilizar batas y protectores faciales, otros insumos que se descartan con rapidez y se convierten en escasos.
Así funciona
Para descontaminar los barbijos, éstos son colocados dentro de un contenedor, sumergidos en un vapor que tiene tiene una gran concentración de peróxido de hidrógeno durante dos horas y media. Una vez finalizado el ciclo, los contenedores deben ser limpiados para evitar que permanezca cualquier residuo del gas. Este proceso lleva un par de horas más. Si la ejecución del sistema no se detiene, cada una de los unidades puede procesar hasta 80 mil barbijos N95 por día. Según la compañía, los barbijos pueden ser descontaminados 20 veces sin perder sus propiedades.
Sin embargo, advirtió la propia Battelle, el sistema tiene ciertos inconvenientes. Pero el sistema de descontaminación no está exento de inconvenientes. Existen riesgos como reducción de la capacidad de respiración, fallas en las correas y en la filtración.
Asimismo, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades advirtió que este sistema “sólo debe practicarse en un entorno de crisis, cuando exista escasez de barbijos con filtro” y que “no es recomendable descontaminarlos para su reutilización”.
La CDC reconoció que hay otros métodos de descontaminación, como la radiación ultravioleta con germicidas y el tratamiento con calor húmedo.
Junto con el peróxido de hidrógeno, el CDC (Center for Disease Control) ha reconocido que otros métodos de descontaminación, como la irradiación germicida ultravioleta y el tratamiento con calor húmedo, son los “más prometedores”, aunque deben “usarse por tiempo limitado”. Con la pandemia avanzando con velocidad, la FDA autorizó a una compañía de Californa que creó el llamado Ciclo de Esterilización STERRAD que utiliza vapor de de peróxido de hidrógeno, pero sólo es válido para dos procesos. Alrededor de 4 millones de barbijos N95 o similares podrían ser descontaminados por día con este sistema.
Más allá de los riesgos, los trabajadores de la salud que están en la primera línea de la batalla ya no están tan ansiosos por la posible falta de barbijos.
Los Hommema aún no pueden creer que esa charla durante una cena y un esquema dibujado en un papel en la sobremesa llegó a brindar la solución que la emergencia requería para la falta de un insumo clave. “Es difícil sentir que tenemos algún crédito en todo esto”, señaló Laurie. Sin embargo, reciben muchos mensajes a diario que los desmienten. “No podía dormir pensando que no tendría suficientes barbijos para cuidar a mis pacientes, ustedes salvaron muchas vidas con sus acciones. Estamos unidos y les agradecemos con el corazón”, les contó una enfermera que encontró, al entrar a su trabajo en terapia intensiva, 20 bolsas de barbijos N95 relucientes. Y, bien gráfica, concluyó: “Lo sentí como la mañana de Navidad”.
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