El ring raje a la justicia

Si la denuncia se hubiera podido radicar en Argentina, las críticas a la justicia Darthés las tendría que hacer desde la cárcel y no refugiado en San Pablo.

La defensa de Juan Darthés en Nicaragua presentó un escrito en el que calificó a Thelma Fardin de "manipuladora".

“Vayamos a la Justicia y si soy culpable me haré cargo”, aseguró Juan Darthés en la mesa de Mirtha Legrand, en diciembre del 2017. Sin embargo, ahora que él no es el denunciante sino el imputado y la fiscalía nicaragüense pidió su captura y prisión preventiva por violación agravada el actor ni va a ir a la justicia, ni se hace cargo.

Y, según anunció su defensa en Nicaragua, como no está de acuerdo con la decisión de la fiscalía en Managua, no se va a presentar en el país en que fue denunciado por Thelma Fardin. Además le pide al Juez Celso Urbina que incluya pruebas de la vida personal de la actriz (sin ninguna relación con el expediente) como una forma de instalar en la opinión pública que es una “manipuladora”.

En un escrito presentado por Cesar Guevara, el abogado de Darthés en el país centroamericano, dice que no confía en la justicia nicaragüense porque no tomó en cuenta sus pedidos en la causa. Y asegura, como si se tratara de un berrinche y no de un expediente por violación, que si no aceptaron sus demandas, él no va a hacer caso al pedido de la fiscalía para que se presente en Managua.

La idea de justicia cambia según le toque el personaje de acusador o de acusado. Cuando la actriz Calu Rivero contó las situaciones de incomodidad que tuvo que soportar en las grabaciones de “Dulce amor” (donde intentaba frenar a Juan Darthés y él no paraba de darle besos y otras manifestaciones que estaban fuera de guión y del consentimiento personal y profesional), Darthés no recurrió a la justicia para aclarar la denuncia pública de Calu –si existía o no la situación de incomodidad- sino para denunciarla por daños y perjuicios.

La idea de justicia cambia según le toque el personaje de acusador o de acusado

Pero, frente a cámaras, relataba su denuncia contra Calu como una forma de esclarecer los hechos y de mostrarse disponible a la justicia. “No le interesaba que la justicia defina sino callarme. Lo que busca es asustarte. Porque te asusta que te lleguen cartas, poner abogados, que te llamen a mediación. Si las mujeres contaran con abogados y apoyo psicológico hablarían más. Nos cuesta hablar porque el machismo mete miedo”, explicó Calu en diciembre del 2018, después de la denuncia de Thelma Fardín.

La valentía de Calu Rivero marcó un antes y después contra la violencia machista en Argentina y en América Latina. Porque se cuestionó no solo una forma de violencia contra las mujeres en el ámbito laboral, sino cómo la pantalla produce y reproduce formas de violencia de género que amplifican los abusos y generan un loop de impunidad.

Ella soportó anímica, profesional y económicamente un juicio de Darthés en su contra. Y fue a cada una de las citas. Pero, en diciembre, Darthés faltó a la convocatoria judicial por su propia demanda. Ella tuvo que poner el cuerpo (y los recursos para defenderse) al ser acusada por revelar los avasallamientos profesionales sobre su integridad. Y respondió con una dignidad que ahora ya es parte de su identidad.

“Yo fui a Tribunales, tuve que ponerle el cuerpo a algo que sufrí, y él no fue", dijo Calu Rivero. "¿Hasta dónde vamos a seguir siendo nosotras las que vamos a pagar por todo esto que no buscamos?”.

“Yo fui a Tribunales, tuve que ponerle el cuerpo a algo que sufrí, y él no fue. Yo tuve que pedir el día de mi trabajo para poder ir, poner los abogados, todo un movimiento. Es indignante e injusto. ¿Hasta dónde vamos a seguir siendo nosotras las que vamos a pagar por todo esto que no buscamos?”, se preguntó Calu, después de que, el 13 de diciembre pasado, Darthés faltara a la cita en Tribunales por una demanda que el mismo inició.

Anita Co también fue demandada por Juan Darthés. El la citó, ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°9, el 12 de febrero del 2019. Él no fue. Y ella termino sobreseída. Sin embargo, la saña judicial no terminó. Y el apeló (aun en ausencia) el final de la causa contra Anita.

El 21 de febrero del 2018, ella había relatado en Facebook un episodio que había vivido en 1999, durante la grabación de “Gasoleros”: “En un parate de la grabación estaba charlando en un camarín con JD, a quien conocía desde adolescente (…) Momento en el que el señor se desliza con la silla que tenía rueditas y se me tira encima, se para y me tira contra la pared, me besa, me mete la lengua, me agarra la mano y me hace tocarle su sexo, mientras me dice ‘Mirá cómo me ponés’. Yo congelada y sin poder reaccionar. En segundos entró una de las chicas de vestuario y él se separó inmediatamente y yo me fui. Los días siguientes de grabación me persiguió. Terminé de grabar y no volví a verlo”.

En realidad, Darthés creía en la justicia cuando él acusaba, pero no cuando es acusado. La denuncia de Thelma Fardin no podía radicarse en Argentina porque los hechos que denunció sucedieron en Managua, durante la gira de “Patito Feo”, el 17 de mayo del 2009, cuando Thelma tenía 16 años y el denunciado 45.

La fiscalía nicaragüense pidió la elevación de la causa por violación agravada (por la relación de confianza y de superioridad del actor con la actriz cuando era adolescente) y la captura del actor.

Si la denuncia se hubiera podido radicar en Argentina, las críticas a la justicia Darthés las tendría que hacer desde la cárcel y no refugiado en San Pablo. Incluso, si no se hubiera mudado del domicilio que figura en la causa en Managua (en el country Nordelta) sería más factible que fuera extraditado (si el Juez Celso Urbina confirma el pedido de la fiscalía de pedir la captura internacional del actor) o que el juicio se realizara en Argentina.

Darthes tiene pasaporte brasileño y se encontraría radicado en San Pablo. Brasil no tiene convenio de extradición. Y aunque en Managua se confirme el pedido de captura, si él no concurre voluntariamente a Nicaragua, no podría ser llevado a la fuerza.

Por lo tanto, los argumentos de la defensa para desestimar la decisión de la fiscalía (en un país en donde la investigación la realizan los y las fiscales y no los y las juezas/es) son una forma de evadir la potencial prisión. Pero no una forma legítima de defensa.

Por supuesto Darthés tiene derecho a la defensa. Pero no presentarse a la justicia no es una forma de defenderse en la justicia, sino de evadir la justicia. Y la evasión es –también- una prueba social de usar la justicia para accionar contra quienes lo denunciaban en medios de comunicación y redes sociales, pero de esquivar la justicia cuando él es señalado de violación agravada y le podría corresponder una pena de doce a quince años de prisión, según el Código Penal de Nicaragua.

La estrategia de la defensa de Darthés es embarrar una cancha en la que el pasaporte brasileño le permite poner los pies fuera del arco. Pero no forma parte de un juego limpio, ni ético. Y, mucho menos, si revictimizan a una víctima con argumentos que buscan herir a Thelma Fardin y a su familia y hacerle pagar por el dolor de otros episodios de violencia que, de ningún modo, invalidan, ni su palabra, ni su vivencia.

Buscan hacerle pagar por el dolor de otros episodios de violencia que, de ningún modo, invalidan, ni su palabra, ni su vivencia (Franco Fafasuli)

El escrito del abogado en Nicaragua César Guevara intenta descalificar a Thelma con revelaciones sobre otras denuncias en el pasado familiar. En principio, la palabra de la denunciante fue ratificada por las pericias psicológicas en Managua. Por lo tanto, la credibilidad de su palabra está verificada en el expediente.

Pero, además, si cualquier chica que vivió en persona, o en su contexto familiar, situaciones de violencia de género no podría denunciar, más adelante, una violación, las mujeres abusadas o en contextos machistas podrían ser violadas serialmente con total impunidad porque su pasado sería una condena al infinito.

¿Si una persona robada quedaría invalidada para denunciar más robos se la podría robar de por vida porque en su infancia fue robada? ¿Los hombres podrían denunciar un solo robo en su vida y si volvieran a ser víctimas de un asalto serían sospechados de “manipuladores” porque habían sido sustraídos de sus pertenencias o estado en contextos de asalto y después fueron a la justicia para denunciar que les faltaban otras pertenencias?

¿Por qué mujeres que vivieron alguna experiencia ligada con violencia sexual en su infancia quedarían invalidadas para denunciar de jóvenes o adultas? ¿Serían factibles de violar de por vida como una marca indeleble sin tener derecho a recurrir a la justicia, como si su palabra fuera un acto reflejo de sus traumas y no de la credibilidad de sus dichos?

Si la causa se desarrollara en la Argentina el acusado podría quejarse, pero tras las rejas. Darthés puede no presentarse en Managua por el beneficio del pasaporte brasileño –al menos hasta que no se desarrolle un juicio en San Pablo- para que esquive la acusación en su contra. En Argentina tendría derecho a la libertad de expresión –y de queja- pero no de decidir presentarse o no. Por lo tanto, los medios de comunicación no pueden hacer de la posibilidad de zafar una apología de una justicia con las manos cortas y atadas para que la violencia sexual sea (verdaderamente) sancionada sin fronteras y sin plazos de prescripción.

La fiscalía nicaraguanse no solo pidió la captura de Juan Darthés. También dio credibilidad a la denuncia de Thelma Fardin.

El caso es el más emblemático, después de Ni Una Menos y Me Too, de la televisión argentina. Y ni la sociedad argentina, ni la producción de teatro y televisión pueden mirar para otro lado. Escapar y ensuciar a las víctimas no puede seguir siendo la salida fácil para no mirar la realidad de frente.

No es no. Y ya no hay control remoto que pueda apagar la voz de las mujeres que denuncian.

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