El 4 de noviembre de 1967, hace 52 años, Daniel Ortega dormía la siesta después del almuerzo en una casa del popular barrio Monseñor Lezcano, de Managua, sin saber que estaba a punto de ser capturado, y posiblemente ejecutado, por un operativo que la Guardia de Somoza realizaba contra guerrilleros sandinistas en esa zona.
Se salvó “por un pelo”. Un par de hermanos lo rescató pocos minutos antes de que los militares llegaran a la casa donde se escondía.
La paradoja de la fecha es que, mientras Ortega podrá celebrar estar vivo gracias a ese rescate, uno de los hermanos que lo rescató lo recordará en Costa Rica, país donde buscó refugio debido a la persecución que sufre de parte del hombre al que salvo la vida hace 52 años. La clásica historia de “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
El sábado 4 de noviembre de 1967, aproximadamente a la una de la tarde, el entonces joven de 21 años Oscar René Vargas escuchó en un noticiero de radio que la guardia somocista estaba atacando una casa en Managua donde se refugiaba un grupo de guerrilleros sandinistas. Su hermano, Gustavo Adolfo, justamente iba hacia el lugar a almorzar con uno de los guerrilleros que se escondía en la casa. Oscar René tomó un vehículo de su familia, alcanzó y advirtió a su hermano del peligro. Cuando llegaron al sector, ya era demasiado tarde. La Guardia había capturado vivos y posteriormente ejecutado a los guerrilleros Casimiro Sotelo, Roberto Amaya, Hugo Medina y Edmundo Pérez.
En esos días la Guardia andaba particularmente agresiva porque el 23 de octubre anterior, un comando sandinista había ejecutado en la calle a un connotado sargento de la Guardia Nacional. Buscaban a los asesinos. Uno de ellos era Daniel Ortega Saavedra, quien se escondía unas cuadras mas allá, ajeno a la suerte de sus compañeros de guerrilla.
Los hermanos Vargas deciden ir a buscar a Ortega y otro compañero antes que llegara hasta ellos la guardia, que iba registrado casa por casa el sector. “Al llegar a la casa donde se encontraba Daniel Ortega e Iván Turcios, nos dimos cuenta que estaban descansando después de almuerzo. No sabían nada de lo que estaba pasando a pocas cuadras, en la otra casa de los compañeros”, relata ahora, desde el exilio Osca René Vargas.
Los dos guerrilleros sandinistas salieron del lugar en los carros de los hermanos Vargas cuando ya la Guardia estaba en la calle.
“Después de darles la noticia, se vistieron y salimos a la calle, unos diez a quince minutos para salir. Al abandonar la casa, nos encontramos que la Guardia tenía tomada la calle a ambos lados. Sin embargo, no había comenzado el cateo de casa por casa. Daniel portaba en un cartapacio una metralleta adentro e Iván una pistola 45. Antes de salir, mi hermano les dice de no mostrar las armas y de no usarlas, ya que íbamos a salir como si fuéramos empleados de una empresa y, si nos preguntaban algo, íbamos a un convivio de la empresa”, relata.
Vargas considera que pudieron salir con vida en las narices de los militares por mantener “la sangre fría” y porque los carros que llevaron eran último modelo y la guardia no los asociaba a las operaciones de la guerrilla sandinista.
El resto es historia. Daniel Ortega fue capturado poco después, el 18 de noviembre de 1967. Ni siquiera lo acusaron por el asesinato en el que participó, pues, como el mismo Ortega declararía después, la guardia ya se había dado por vengada con los cuatro muertos de Monseñor Lezcano, a quienes atribuyó el asesinato del sargento, a pesar que solo uno de los ejecutados había participado. Ortega pasó siete años en prisión, condenado por el asalto a un banco, hasta que fue rescatado por un comando guerrillero en diciembre de 1974. Entró triunfante el 19 de julio de 1979, tras el derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, ha sido presidente del país en cuatro ocasiones e instaló una dictadura en Nicaragua.
Su antiguo compañero de guerrilla y rescatador, Oscar René Vargas, sociólogo, autor de 35 libros, se volvió crítico del régimen con la rebelión de abril 2018. Fue amenazado y escapó al exilio hace más de un año por temor a que lo encarcelaran. Piensa regresar a Nicaragua antes de que finalice el año.
No se arrepiente de haberle salvado la vida a quien 52 años más tarde es su perseguidor. “Uno no puede arrepentirse de algo que era su filosofía de vida. Tampoco somos responsables de la evolución de las personas. En esa época compartíamos objetivos comunes”, dice Vargas. “Creo que valió la pena realizar esa acción de rescate, ya que demuestra la sinceridad con que asumimos la lucha por un país democrático, contra una dictadura criminal, desde esa época luchábamos por una república democrática, en contra la reelección y a favor de elecciones transparentes”.
Ahora piensa que Ortega es la expresión del mismo somocismo que antes combatían. “No pudo transcender la vieja cultura política dominante en los políticos tradicionales. Se quedó atrapado en los vicios del pasado. Se transformó y se volvió un alumno aventajado del somocismo. Eso explicaría que viejos somocistas ahora apoyen a Ortega y viceversa. Lo único que le interesa es permanecer en el poder”.
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