Brexit: las claves del referendum en el Reino Unido que puede cambiar Europa

El 23 de junio los británicos deberán tomar una decisión clave: si se mantienen en la Unión Europea o si se independizan. El resultado tendrá consecuencias en la economía, la política y la seguridad de todo el continente

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El término "Brexit" es una contracción y fusión de las palabras "british" y "exit" ("salida británica", en inglés). Por sus implicancias, esa palabra se transformó en poco tiempo en el motivo de debate del parlamento inglés, generó desconcierto en los sectores progresistas del país y gran preocupación en grupos económicos claves para el desarrollo de las potencias europeas.

Una hipotética salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) puede afectar la posición de Londres como centro financiero global y en este aspecto instituciones como el Fondo Monetario Internacional advirtieron sobre las consecuencias para ese país y la inestabilidad que puede generar en el continente. Se perderían, por ejemplo, los "derechos de pasaporte" que habilitan a profesionales de cualquier nación del bloque a trabajar sin solicitar licencias por separado, esto es esencial para la economía británica y, en caso de una separación, el impacto por la ausencia de esos puestos de trabajo afectaría directamente al PBI inglés.

La Unión Europea también perdería mucho en tal situación, ya que Reino Unido aporta 11.342 millones de euros al presupuesto del bloque y el mayor temor para los europeos radica en un posible "efecto dominó" que golpearía económicamente a los países más débiles del grupo y sentaría las bases para que otras potencias se retiren de la unión.

Quiénes votan: ciudadanos británicos mayores de 18 años y ciudadanos en el extranjero. También ciudadanos de Irlanda y el Commonwealth compuesto de 53 países, entre ellos, Australia, Canadá, India y Sudáfrica

Las encuestas de opinión indican que dos tercios de los jóvenes británicos menores a 25 años optan por mantenerse dentro de la Unión Europea y aquellos mayores de 45 años se posicionan a favor del Brexit. Al momento la "permanencia" gana por alrededor de 10 puntos pero esta diferencia se ve afectada cada día por los problemas que enfrenta el continente.

En datos publicados recientemente, la población de Gran Bretaña subió en 330.000 personas desde la inmigración en 2015. Esta cifra es otro de los argumentos que los partidarios del Brexit sostienen como ejemplo de la necesidad de una independencia para controlar efectivamente la inmigración.

"Leave" o "Remain", las dos campañas en pugna

Las opciones a elegir en las urnas sobre lo que debe hacer Reino Unido con respecto a la Unión Europea son: "Leave" ("Abandonar", en inglés) o "Remain" ("Permanecer", en inglés). Ambas campañas sostienen sólidos argumentos sobre el futuro del país y las posiciones enfrentadas en el referendum inundaron las calles, redes sociales y debates políticos del mundo entero.

El argumento más fuerte de los denominados "independentistas" que buscan abandonar la UE es que dicho bloque impone sobre los países miembro una serie de regulaciones en materia económica, social y de seguridad que limita el progreso de Gran Bretaña como potencia soberana. La burocracia administrativa que el país debe afrontar para tomar decisiones que le son propias. Uno de los ejes de la campaña "Leave" es que, ante el avance del extremismo islámico, Reino Unido no tiene autonomía en su política de defensa y control de las fronteras ya que debe acatar lo que establece la UE. Los atentados en París y Bruselas hicieron que la posición a favor del Brexit creciera por el temor generalizado al terrorismo en Europa.

Los partidarios del "Remain" creen que se debe permanecer en "una Unión Europea reformada" que admita las propuestas de Reino Unido y que el crecimiento de todos los integrantes sirva para fortalecer al propio país, sólo de esa manera consideran que se podrán afrontar amenazas como el terrorismo, la crisis migratoria y los problemas económicos regionales que requieren del apoyo de otros países europeos. Quienes luchan por quedarse creen que en caso de abandonar la unión, la recesión y la fragmentación social en las islas británicas es inevitable.

Al interior de los partidos también existe esa fragmentación. No todos los conservadores están a favor del Brexit y no todos los laboristas en contra, como sucedió en otras oportunidades.

El primer ministro David Cameron -conservador- expresó su posición con palabras contundentes: "creo que Gran Bretaña es más fuerte, más segura y mejor estando dentro de una Unión Europea reformada", pero aclaró que la decisión no es de una determinada facción política, sino de cada uno de los ciudadanos en su conjunto, a tomarse el 23 de junio, y que siempre se deberá respetar lo que ellos decidan.

El Partido Laborista, en la figura del líder Jeremy Corbyn, el partido Liberal Demócrata y el Partido Nacional Escocés también apoyan la decisión del Primer Ministro y tienen fuertes políticas pro europeas.

En el lado opuesto, la campaña "Leave" es liderada por Michael Gove, el ministro de justicia inglés, y por el excéntrico ex alcalde de Londres, Boris Johnson -también conservador- quien no comparte la visión del Primer Ministro y considera que se debe abandonar la UE.

La división al interior del Partido Conservador provocada por el Brexit también es histórica

Quienes no tienen ninguna duda en su posición son los integrantes del euroescéptico, "Partido de la Independencia de Reino Unido" (UKIP, por sus siglas en inglés). Nigel Farage, quien lideró esa facción política hasta el año pasado, es una de las figuras más representativas de la campaña "Leave" y propulsor de que la decisión se lleve a referendum. Su visión nacionalista se destacó como una posición más conservadora que la del propio Partido Conservador, en muchas oportunidades propuso que el país vuelva a tomar "la posición imperial" que tuvo antaño y recuperar el poderío hegemónico que ostentó durante la denominada Pax Britannica propia del periodo victoriano.

Los seguidores de la visión de Farage sostienen que el Brexit es el único futuro del país y que se deben endurecer las políticas migratorias de inmediato para evitar nuevas crisis.

El Brexit y la cuestión escocesa

Algunos sectores escoceses consideran que la posible salida de la Unión Europea puede significar una nueva oportunidad para la independencia de Escocia, ya que gran parte de los habitantes de ese país son eurófilos y un quiebre con el bloque regional daría más argumentos para lograr la ansiada autonomía. Sin embargo, gran parte de los escoceses no tienen intenciones de salir de la UE porque entienden que puede acarrear consecuencias negativas para toda la región en materia comercial.

En el año 2014, el referendum por la independencia de Escocia resultó negativo, y los norteños decidieron quedarse en Reino Unido por mayoría.

El Partido Nacional Escocés mantiene la secesión como objetivo final, su líder y primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, manifestó la importancia de que Gran Bretaña siga en la UE, afirmó que Escocia "sólo será independiente cuando una mayoría de personas estén convencidas".

La génesis del conflicto

Reino Unido se afilió a la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1973 y apenas un año después los sectores conservadores ingleses pidieron por la renegociación de algunos términos para la pertenencia. En 1975 los británicos se volcaron a las urnas para decidir si se quedaban o dejaban el bloque, el resultado del referéndum fue de un 67,2% a favor de mantenerse. Más tarde, en el año 1993, se establece la Unión Europea (UE) que fusiona a tres comunidades preexistentes - la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom) y la Comunidad Económica Europea (CEE) - en un único bloque regional que, además, unifica la política exterior de todos los países miembro.

Actualmente la UE se compone de 28 países y todos deben acatar las decisiones conjuntas que se toman en Bruselas, la capital institucional del bloque. Desde el referendum de 1975 a la actualidad, Reino Unido enfrenta debates cíclicos entre sus dirigentes y la ciudadanía sobre la necesidad de pertenecer a un grupo de países. Incluso el mantenimiento de la libra esterlina como moneda propia por sobre el euro, la moneda regional, es uno de los ejemplos del histórico dilema.

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