Una carta del papa Francisco permitió poner paños fríos a la tensión que se había generado en las últimas semanas en la relación entre el gobierno nacional y la Iglesia.
Apenas horas antes, el arzobispo
, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y hombre de confianza del Papa,
por las críticas realizadas por la oficialista Elisa Carrió. "Estoy enojado con ella y con que ninguno otro ha desmentido esto. ¿Me tengo que ocupar yo?", protestó.
Las críticas de la líder de la Coalición Cívica no fueron el único punto de fricción. En el gobierno nacional también causaron fastidio la cumbre anticorrupción a la que Francisco invitó a un grupo de jueces argentinos, el hecho de que no recibiera a la dirigente social Margarita Barrientos y los últimos informes de la Iglesia por el avance de la pobreza.