Tras la pizza más larga de Buenos Aires, ahora llegó la empanada. Pizzeros y cocineros prepararon desde las 10 de la mañana 350 kilos de masa que recorrieron Avenida de Mayo al 1100. El relleno fue, por un lado, con jamón y queso y, por el otro, con carne picada.
Desde la madrugada decenas de personas se aprestaron para el despliegue de utensilios e ingredientes para arrancar puntuales con la preparación de la empanada gigante que equivale a 4 mil empanadas de tamaño normal. Una vez divididas en unidades, fueron vendidas de a pares y con una gaseosa por 30 pesos.
La convocatoria tuvo fines solidarios. Fue organizada por la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas (APPYCE) a beneficio de la Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina. Los organizadores planearon vender unos cinco mil bonos.
"Es un evento que hacemos una vez por año. El 1° de noviembre del año pasado hicimos 70 metros de pizza y ese mismo día Manuel Jamardo, el presidente de APPYCE, me dijo que quería que este año llegáramos a los 80 metros de empanada", confesó en Clarín Javier Labaké, director de la escuela profesional de maestros pizzeros, empanaderos y cocineros de la entidad.
Además de los profesionales gastronómicos, participaron 15 personas de la escuela APPYCE, cien voluntarios y 20 chicos de ASDRA, informaron. Entre los ingredientes usaron 350 kilos de masa, 120 kilos de queso port salud y muzzarella, 30 kilos de jamón. En paralelo, los alumnos de APPYCE y ASDRA cocinaron otras 6 mil empanadas de carne para las que fueron necesarios "260 kilos de carne, 600 huevos duros y 6 mil aceitunas", dijeron.
La esperada empanada midió 80 metros de largo por 40 centímetros de ancho. Su cocción, detalló Labaké, fue de aproximadamente cuaro horas. Su diseño y preparación no fue cosa de último momento. El maestro pizzero Florentino Tino González vino haciendo pruebas desde hace tres meses. "Intentamos hacer una gran empanada pero no funcionaba, se pegaba todo", reconoció Labaké.
Y explicó: "Finalmente optamos por una masa tipo sábana que se usa para el piso, ahí se marca apenitas donde van los rellenos, luego se pone otra sábana de masa arriba y se vuelve a marcar, sin cortar. Eso entra al horno rotativo que está ajustado para que tenga 260 grados de temperatura arriba y 240 abajo, y a medida que vamos metiendo las bandejas se van pegando".
Además de los ingredientes y pruebas piloto, para la preparación fue necesario un equipo electrógeno, un malacate especial que funciona con el motor del horno y "un camión de 12 metros que fue montado en el lugar y que tiene cocina con un horno rotativo más grande", precisó Labaké.
Por último, hubo música y shows en vivo como malabaristas de pizzas, música melódica, folclore y cuarteto.