"Ojos de Cielo", la ONG que impulsa el deporte como puente hacia la inclusión

Esta asociación civil que funciona en Bariloche ofrece talleres deportivos para niños en situación de vulnerabilidad. Bettina Bulgheroni viajó hasta esa ciudad para contar su historia y mostrar cómo funciona

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Hay actividades que igualan. Y el deporte es una de ellas. No hay clase social que valga a la hora de patear la pelota o correr por el césped. Es un contexto donde todos somos iguales. Por eso el deporte es una gran herramienta de inclusión social. Y con esa premisa se fundó la asociación civil Ojos de Cielo, que se encuentra en el barrio Villa Llanquihue, en Bariloche.

Allí se ofrecen actividades deportivas a unos 35 chicos de entre 6 y 16 años. Muchos de ellos no cuentan con recursos para pagar gimnasios privados.

"Ellos entrenan por diferentes senderos y eso permite que puedan conocer el lugar", explicó Nancy Bustos, presidenta de la asociación. Y añadió que el deporte es una buena herramienta para que los niños disfruten y se relacionen "sin la exigencia de lograr llegar a un podio sino con el objetivo de tener una vida sana y de trabajar en equipo".

La agrupación también ofrece talleres y apoyo escolar con el fin de generar contención a muchos niños que están en situación de vulnerabilidad.

El deporte es una buena herramienta para aprender a trabajar en equipo y tener una vida sana

En Ojos de Cielo todo está hecho a pulmón. No reciben financiamiento estatal ni privado. Se mantienen con las colaboraciones de sus integrantes. Alquilan un casita en el barrio y ahora sueñan con tener un sitio propio.

El centro comenzó a funcionar en febrero de 2014 con el objetivo de trabajar en pos de la inclusión social. La idea es aportar un pequeño granito de arena. "La suma de individualidades generan cambios", subrayó Bustos.

Para esto se valen de dos alternativas: por un lado el padrinazgo y por otro, la iniciativa Amigo invisible. El primero consiste en ayudar a que los niños terminen la primaria para que luego puedan continuar sus estudios en el secundario y eventualmente en el terciario o en la universidad. La idea es acompañar todo el proceso educativo hasta que se finalice.

El apoyo se da tanto a nivel material, enviándoles libros, útiles o ropa, como a nivel emocional. "Se puede, por ejemplo, mandar cartas, buscar tener un contacto. Creo que tener un acto de amor es poder ayudar", analizó Paola Sabat, que es una de las madrinas del programa.

Los amigos invisibles, en cambio, son los que se anotan en una campaña en particular y hacen una donación específica. Pero a diferencia de lo que ocurre con el programa de padrinazgo es algo eventual, remarcó Cynthia Farber, coordinadora del programa.

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