Paul McCartney en La Plata: la leyenda gigante

El músico inglés de 73 años abrió la serie de shows en el Estadio Único. Repasó su carrera con temas de los Beatles, los Wings y de su etapa solista. Además, le cumplió el sueño a una nena que quería tocar el bajo con él

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Adriián Escandar
Adriián Escandar

Paul McCartney entró al escenario del Estadio Único de La Plata y, mientras las 50 mil personas aplaudían, gritaban y se emocionaban, su imagen se replicaba en las dos pantallas verticales que estaban a los costados. Parecía un gigante de casi 20 metros, tamaño acorde a lo que la figura del ex Beatle representa para la historia de la música moderna. Segundos después, el primer show en la ciudad de las diagonales comenzó con "A Hard Day's Night". Esta canción del tercer disco de los Fab Four fue incluida en la gira One on One y es una de las joyas de la lista de temas que viene haciendo en casi todas las paradas del tour que inició en los Estados Unidos y seguirá por Europa: el músico inglés no la tocaba en vivo desde hace 51 años.


En su tercer paso por la Argentina (vino en 1993 y 2010, las dos veces a River), McCartney incluyó a Córdoba. El recital de la noche del martes 17 fue muy similar al del domingo 15 en el estadio Mario Kempes de la capital cordobesa. Lo único que no dijo fue el "¡Hola culiados!". En La Plata saludó con un "Buenas noches, Buenos Aires" y agregó "¡Hola chicos!" con una mirada cómplice a la gente, sabiendo que se había hablado mucho de ese comentario realizado en su primera fecha en suelo argentino.


Yendo del bajo al piano de cola, pasando por la guitarra criolla, el músico de 73 años interpretó más de 35 canciones en más de dos horas y media. Los hits que compuso con John Lennon, George Harrison y Ringo Starr dominaron la noche, pero su etapa solista y la de los Wings –que tenía a Linda McCartney entre sus integrantes- también estuvieron presentes. "Can't buy me love" y "And I love her" del mismo álbum que la canción elegida para abrir la noche, editado en 1964; "We can work it out" de Rubber Soul, lanzado en 1965; y el viaje en el tiempo de la primera mitad de la noche fue aún más atrás cuando contó que iba a tocar el primer tema que grabó, "In spite off all the danger", de The Quarrymen, la agrupación que tenía con Lennon y Harrison antes de los Beatles. El recuerdo a sus compañeros de banda fallecidos también estuvo cuando hizo "Here Today", dedicado a Lennon –tocando solo arriba de una tarima de varios metros de altura-, y "Something" para Harrison con un ukelele en sus manos: "Él era muy bueno con el ukelele".


Otro highlight fue "Eleanor Rigby". Sin batería, la guitarra marcaba el tempo de una manera galopante, dándole un tono íntimo y poderoso al tema. Para la recta final, pasó de la emocionante "Let it be" a la explosiva "Live and Let Die" –literal, porque el despliegue pirotécnico hizo temblar a todo el público, no sólo a los que estaban contra la valla- y terminó con las 50 mil almas con los brazos arriba mientras coreaban "Hey Jude". "Yesterday" abrió los bises y antes de que el combo Abbey Road ("Golden Slumbers", "Carry that weight" y "The end") sonara en el mismo orden que en el disco, McCartney se encontró con una visitante en el escenario. Leila, una nena que llegó con su osito, pero no quería que la estrella se lo firmara. Ella quería tocar el bajo con él. El staff le alcanzó uno y el inglés metió "Get Back" en la lista de temas (aseguró que no lo tenía planeado) para darle el gusto a su fan. A su lado, cumpliendo uno de sus sueños, esa pequeña pudo comprobar que ese gigante que se proyectó en las pantallas durante toda la noche es humano.




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