El turismo sexual infantil ha crecido en los últimos años hasta convertirse en un "fenómeno endémico" mundial que se ve favorecido por el aumento de las actividades de voluntariado y las convenciones de negocios en lugares hasta ahora remotos, según un estudio de la organización ECPAT International.
La organización, la mayor red dedicada a combatir la explotación sexual infantil, presentó de forma simultánea en Bangkok, Johannesburgo y una sala del Congreso de EEUU un estudio con el que desea llamar a la acción contra una de las formas más crueles de explotación infantil, de la que hasta ahora se tenían pocos datos.
"Sobreviví a la explotación sexual comercial de niños. Lo primero que recuerdo de niña es a mi explotador acosándome sexualmente y violándome. Me explotaron hasta la adolescencia para sacar dinero para que mi explotador pudiera tomar drogas", narra Kate en una parte del estudio.
Durante diez años, hasta que tuvo 13, Kate fue obligada a beber alcohol y consumir drogas para luego ser violada por camioneros que iban al garaje de su casa, entregaban dinero a la persona que la explotaba y continuaban su viaje envueltos en la mayor impunidad.
Kate estudia ahora en Boston y su historia por tener lugar en Estados Unidos representa cambios en las tendencias de abusos sexuales que pueden producirse en cualquier país y contexto, aunque la pobreza y la desigualdad son importantes desencadenantes. Por eso, los niños de pueblos aborígenes en Canadá y los nativos americanos de Estados Unidos son poblaciones en riesgo.
No obstante, el estudio describe a EEUU y Canadá como los países "de demanda" que suelen "enviar" al mundo a individuos que abusan de sus posiciones, como profesores, voluntarios o trabajadores humanitarios, para abusar de niños en países tan diferentes como Camboya, Honduras, Haití, Kenia o Nepal.
De esta forma, cada vez son más los estadounidenses y canadienses que aprovechan la vulnerabilidad de niños en Centroamérica y Latinoamérica y, a cambio de sexo, les ofrecen comida, ropa o incluso bienes de lujo, como teléfonos móviles, según el informe.
El estudio resalta que los conflictos armados de Latinoamérica y el aumento del poder de las pandillas callejeras abonan el terreno para la impunidad de los abusos sexuales y menciona, por ejemplo, a un narcotraficante que celebró en Medellín (Colombia) una "subasta" de niñas, que fueron vendidas al mejor postor.
Sin embargo, según detalla el análisis de la ONG, el sudeste asiático sigue siendo una de las regiones donde se concentra la explotación sexual de menores por turistas y, en la actualidad, suele incluir a niños varones en la calle y niñas en burdeles y otros establecimientos.
A Tailandia, Filipinas y Taiwán, destinos prototípicos de turismo sexual infantil, se han sumado países cercanos como Camboya, Indonesia y Vietnam, así como Laos, Myanmar y Timor Oriental, que se han vuelto cada vez más populares, resalta la investigación.
Además, la ONG expresó en su informe preocupación por la persistencia del matrimonio infantil para niñas de Oriente Medio y el norte de África y resaltó que, en el África Subsahariana, los niños en riesgo suelen vivir en áreas remotas y, en grandes proporciones, los autores de los abusos son cooperantes.