A 82 días de los Juegos Olímpicos de Río 2016, el mundo se pregunta si no habría que suspenderlos

El virus del Zika, la suspensión de Dilma Rousseff, la violencia en las calles y una infraestructura aún sin terminar despertaron todas las alarmas

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Cada vez faltan menos días para el inicio de Juegos Olímpicos 2016 y en Brasil los problemas aumentan. La presidenta, Dilma Rousseff, acaba de ser suspendida en su cargo, para dar inicio a su juicio político. A esto se le suma el riesgo de la expansión del virus del Zika tras la visita de atletas y turistas de todo el mundo a uno de los epicentros de la enfermedad, las obras que se están terminando contrarreloj y la inseguridad que estará a acecho de los cerca de 500.000 visitantes que se esperan.

Modificar la sede del evento más importante a nivel deportivo, junto con los Mundiales de fútbol, supondría un escollo monumental para el Comité Olímpico Internacional (COI), que confió en el último anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA para realizar los primeros JJOO de Sudamérica de la historia.

De cara a la ceremonia inaugural del 5 de agosto en el Maracaná, Brasil transita la antesala de sus Juegos plagado de obstáculos, que dan paso a un único interrogante: ¿es posible aún posponerlos o cambiar la sede? Aquí, algunas de las razones.

El epicentro del virus del Zika

"Si no fuese por los Juegos, ¿quién recomendaría mandar medio millón adicional de visitantes a Brasil ahora mismo?", cuestionó el profesor de la Universidad de Ottawa, Amir Attaran, un experto en sanidad pública, en un artículo publicado esta semana en el Harvard Public Health Review.

Si bien es una enfermedad que se extendió por todo el mundo, con mayor relevancia en América Latina, Brasil es el epicentro. El Zika, que se propaga por la picadura del mosquito y los científicos confirmaron que puede producir defectos congénitos, incluyendo microcefalia y problemas neurológicos, es subestimado por el COI. Confían en que el clima invernal hará que el riesgo disminuya. Pero son argumentos financieros, no lógicos.

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"Si el COI y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no tienen la generosidad para retrasar los Juegos y evitar que nazcan niños incapacitados por toda su vida, entonces son dos de las instituciones más crueles del mundo", dijo Attaran.

La OMS declaró que la epidemia era una emergencia sanitaria mundial y, aunque no puso restricciones a los viajes o al contacto con países afectados, recomendó que las mujeres embarazadas no se trasladen a esas regiones.

El principal temor de Amir Attaran, es que el virus se propague aún más, ya que el medio millón de personas que llegarán a Rio de Janeiro tienen grandes posibilidades de infectarse y trasladar el virus a otras regiones del mundo, como sucedió con el SARS, H1N1, Ébola y otras epidemias.

La crisis política y social de Brasil

La cúpula gubernamental de Brasil recibió su golpe más duro con la suspensión de Dilma Rousseff. Este cambio de mando proyecta una sombra de dudas e interrogantes sobre los Juegos Olímpicos, que serán inaugurados por el nuevo presidente en ejercicio, Michel Temer.

La caída de Dilma es el fin de la hegemonía del Partido de los Trabajadores, que permaneció en el poder más de 13 años. La transición no es suave, por lo que este giro de 180 grados podría provocar masivas manifestaciones y protestas durante la cita olímpica. Es algo que a lo que el COI, los atletas y el público deberán estar preparados.

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Estas protestas supondrán una carga adicional para las fuerzas de seguridad nacional, que también deben ocuparse de blindar a los Juegos Olímpicos de la inseguridad que se vive en las calles, con las bandas armadas de narcotraficantes que operan en las favelas como peligro mayor.

La economía brasileña atraviesa su peor recesión en décadas y el gobierno de Río de Janeiro no consigue pagar los salarios de los policías en tiempo y forma. El secretario de seguridad de Río, José Mariano Beltrame, reconoció en una entrevista a O Globo que se podría reducir hasta en un 50% el contingente de la Fuerza Nacional de Seguridad, convocado para apoyar a la Policía de Río.

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