Estupor. Sorpresa. Malestar. Eso generó la revelación que hizo ayer Margarita Barrientos, activa trabajadora social, simpatizante del PRO y alma mater del comedor popular Los Piletones, sobre el desaire del papa Francisco a ella y a otras dos personas que la acompañaron a ver en 2013 a Jorge Bergoglio, recién convertido en cabeza de la Iglesia Católica.
Era mostrar una cara desconocida del sumo pontífice, justo cuando se confirma que recibirá el 27 de mayo próximo a Hebe de Bonafini, la ultrakirchnerista jefa de las madres de la Plaza de Mayo que descalificó y llegó a insultarlo en más de una oportunidad. Hasta ayer no había una explicación ni una hipótesis más o menos aceptable de lo que pasó. Apenas una teoría de que la abuela de la Plaza de Mayo Estela de Carlotto, que estaba también ese mismo día por ver al flamante Papa, no quiso una foto conjunta. Hasta que hoy, de fuentes vaticanas, se filtraron las razones del incidente.
Margarita Barrientos fue, según dicen los que conocen al sucesor de Pedro desde que era el padre Jorge, en Flores, muy mal acompañada. Juan Carlos Pallarols, el orfebre, tiene desde hace años un distanciamiento cuyas razones sólo conocen ellos y Adrián, el hijo que heredó sólo la profesión. Padre e hijo no se hablan.
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