Con un crecimiento imparable de la tasa de suicidios, Chile se convirtió en el país con mayor incidencia de enfermedades mentales en la región.
Entre estas patologías, la primera causa de ausentismo laboral en el país es la depresión, que es experimentada por un 22% de los chilenos, según un estudio de la Universidad de Chile.
En consecuencia, Chile es el segundo país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a las economías más desarrolladas, donde más aumentó la tasa de suicidios en los últimos 15 años, por detrás de Corea del Sur.
En 2010 el suicidio constituía el 19,1% de la mortalidad masculina, una tasa mayor incluso que la de muertes por problemas cardiovasculares o por sida.
"El suicidio es un indicador de las enfermedades mentales y las cifras han aumentado tanto que las de Chile son comparables con las de los países centroeuropeos", que tradicionalmente tienen las tasas más altas del mundo, dijo el psiquiatra Rafael Torres.
El gobierno chileno creó un plan para luchar contra el problema del suicidio, pero el gasto público en enfermedades mentales es de apenas el 2,5% del presupuesto en salud, la mitad de lo que gastan otros países de la región y muy por debajo del 15% que dedica Canadá.
"Chile es un país que tiene pretensiones de país desarrollado con una infraestructura social de país subdesarrollado", lamentó Vöhringer.
La depresión y la ansiedad, sumadas al alcoholismo y la drogadicción, son los cuadros más repetidos en las consultas hospitalarias, en especial en las clase más bajas y entre las mujeres. Las largas jornadas laborales, los salarios bajos, el bajo nivel de educación y el alcoholismo son considerados un caldo de cultivo para el surgimiento de estas enfermedades entre los chilenos.
"Las mujeres se angustian y consultan y los hombres ahogan sus problemas en alcohol", concluyó Vöhringer.