Grigory Rodchenkov, director del laboratorio antidoping que funcionó durante los Juegos Olímpicos de Sochi 2014, reveló de qué manera él y otros integrantes de su equipo alteraban las muestras de los atletas rusos, por orden de un supuesto "hombre de la inteligencia rusa".
El doctor dialogó con Bryan Fogel, un estadounidense que trabaja en un documental sobre lo acontecido, y explicó cómo además él creó un "coctel de drogas prohibidas" que les proporcionaba a los deportistas la ayuda necesaria para alcanzar una medalla.
Según detalla, el 21 de enero de 2014, dos semanas antes del inicio del certamen, Rodchenkov recibió una hoja de cálculo con la información de los atletas y sus días de competición, con la orden de alterar las muestras de quien ganase una medalla.
El experto ruso, quien posee un doctorado en química analítica, explicó que para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 él ya había diseñado un mix de tres esteroides anabólicos (metenolone, trenbolone y oxandrolone), que también fue utilizado por los deportistas rusos durante los Juegos invernales de Sochi.
Esta mezcla iba acompañada de un trago de alcohol (whisky Chivas para los hombres y martini para las mujeres) que hacía prácticamente indetectable su existencia en los exámenes antidoping.
Fue en otoño de 2013 cuando advirtió que algo extraño se estaba planeando para Sochi 2014, cuando un hombre, supuestamente perteneciente a los servicios de inteligencia rusos (FSB), comenzó a apersonarse de manera frecuente en su laboratorio de Moscú.
Según explicó Rodchenkov, este hombre tenía un cierto interés por el sistema de sellado de las botellas que se encontraban allí y que se utilizaban para guardar las muestras de orina, y se llevó cientos de ellas. Además, este misterioso sujeto fue presentado ante los empleados como un agente de seguridad del laboratorio y bajo ese supuesto cargo indagó a quienes trabajaban allí, mostrando siempre el interés por el cierre de los frascos.
"Es claro que iba a intentar entrar en las botellas", contó uno de los trabajadores de este laboratorio, quien eligió mantenerse en anonimato, según publicó el diario estadounidense New York Times.
Las muestras se sacaban a través de un hoyo en la pared, se llevaban a un edificio cercano y los frascos regresaban abiertos y listos para colocarles la orina limpia
El protocolo antidoping llevado adelante por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) es siempre el mismo: se toman dos muestras, A y B, la primera se estudia inmediatamente y la segunda se guarda durante 10 años por si el atleta pide que se revean aquellos primeros resultados. La muestra B era la que alterarían.
En el laboratorio oficial trabajaban cerca de 100 empleados, entre los que se encontraban Rodchenkov y su equipo. Sin embargo, por la noche el número se reducía y la cantidad de agentes de seguridad enviados por la propia AMA era casi nulo.
El sistema funcionaba como un "reloj suizo", según sus propias palabras. Los atletas realizaban el examen y fotografiaban los frascos donde guardaban la orina, esos datos llegaban Rodchenkov a través de un funcionario del Ministerio de Deportes ruso.
Un asistente tomaba las muestras del cuarto en el que se encontraban y las sacaba de allí gracias a un hoyo en la pared, que se ocultaba tras un pedazo de madera. Esas pruebas eran tomadas por Rodchenkov y otorgadas al hombre que en 2013 había indagado a cerca del sistema de cierre de los recipientes.
Horas más tarde, ese mismo hombre traía los frascos abiertos y muestras de orina limpias que los atletas habían dejado en su poder, días antes del inicio de los Juegos invernales, en botellas de gaseosa que no eran revisadas por la seguridad del laboratorio.
El trabajo de Rodchenkov era sencillo, él y un asistente vaciaban la orina contaminada en un inodoro, limpiaban el recipiente y colocaban la orina nueva, con ayuda de un filtro para evitar errores. Luego cerraban el frasco y a través del mismo agujero se lo daban a la otra persona, que volvía a colocarlos en el mismo lugar del que nunca deberían haberse ido.
Así, los Juegos Olímpicos fueron un éxito, Rusia ganó 33 medallas, 13 de ellas de oro, y un tercio de las mismas fueron otorgadas a atletas que formaban parte de la lista que había llegado a su poder, gracias Ministerio de Deportes, antes del inicio del certamen.
"No fueron cientos de muestras (alteradas), sino más bien miles", cuenta Rodchenkov en la publicación del New York Times.
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Tras la culminación del evento, recibió elogios de Vladimir Putin, del Comité Olímpico Internacional y de la AMA, por su excelente labor al frente del laboratorio.
Sin embargo, en 2015 la AMA publicó un informe sobre la existencia de laboratorios paralelos y el escándalo se desató, por lo que tuvo que renunciar a su cargo como director, y Fogel, quien lleva adelante el documental que se estrenará en septiembre, lo ayudó a escapar a Los Ángeles, Estados Unidos.
En febrero de 2016, dos de sus asistentes fallecieron de manera inesperada en Rusia, uno de ellos había renunciado días antes de perder la vida.
Cuando el periódico New York Times se contactó con Vitaly Mutko, ministro de Deportes de Rusia, éste calificó las acusaciones como "parte de una campaña para atacar al deporte de su país".