España apuesta a transformar sus urbes para convertirlas en ciudades inteligentes. La RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes) es una de las organizaciones que, desde 2001, trabaja con la mira puesta en esta transformación. Hoy, no sólo Madrid y Barcelona, sino otras 63 localidades se transformaron en caso de estudio a nivel internacional. Una de las que experimentó una exitosa evolución es Santander. Infobae habló con su Alcalde, Iñigo de la Serna, quien es a su vez el presidente de la RECI.
-¿Qué cosas hacen que una ciudad sea inteligente?
Ante todo, una ciudad inteligente es la que sabe cómo aprovechar la tecnología al máximo para generar mejores servicios urbanos y para elevar la calidad de vida de los vecinos gracias a la eficiencia que puede brindarnos la innovación.
Cuando uno habla de innovación tecnológica no debe olvidarse que se trata en realidad de políticas sociales
-Hay distintos aspectos que deben conjugarse para ser una "Smart City". ¿Cómo se logran combinar todos esos factores?
Precisamente el fin último no es la tecnología. La tecnología es solamente el medio. El fin es el ciudadano, es poder enfocar todo hacia ellos y a mejorarles los servicios urbanos. Cuando uno habla de tecnología no debe olvidarse de que de lo que se trata es de políticas sociales, de innovación social, de las herramientas que da la innovación tecnológica para, por ejemplo, hacer más accesibles los servicios a cualquier vecino.
Lo que los gobiernos deben hacer es crear las condiciones para que los emprendedores puedan trabajar
-Aquí hay un campo enorme para los emprendedores, para dejarlo idear soluciones que cambien la vida de varias ciudades. ¿Les abren el juego?
Absolutamente. Este es un punto clave. No somos nosotros los que tenemos que desarrollar las aplicaciones móviles realmente, ni los que tenemos que innovar, porque para eso están las empresas y los emprendedores. Además lo hacen mucho mejor. Hoy un desarrollador hace una aplicación en 48 horas cuando a nosotros nos lleva 6 meses o un año poder desarrollarla.
¿Qué es lo tenemos que hacer nosotros? Crear las condiciones para que puedan trabajar bien.
-Vemos aquí que hay mucha colaboración público-privado. ¿Cómo funciona el modelo que generaron?
Acá el estado ha sacado una línea que se llama "Programa de Ciudades Inteligentes", que por cierto, acaban de comunicarnos que ha pasado de tener 50 millones de euros a más de 100 y estamos encantados porque es directamente para las ciudades lo utilicen en proyectos de Smart Cities. Pero desde luego no es la parte fundamental. Hay otra partida que viene de la Comisión Europea. Nosotros tenemos cerca de 15 proyectos con un volumen de inversión de 60 millones de euros.
Además aquí, es obligatorio ir acompañado de otras ciudades, de instituciones educativas –como las universidades- y del sector privado, sino es imposible que te financie la Comisión Europa.
Tiene que existir, sí o sí, una colaboración público-privado. Luego las modalidades son diversas. Una de ellas es en la que el privado ya tiene un modelo de negocios claro. Por ejemplo, nosotros ahora vamos a sustituir todo el alumbrado público por tecnología led, telecontrol punto a punto y algunos sensores para la detección de personas que regulan la intensidad lumínica. A la inversión – de casi 15 millones de euros- la hace un privado. El acuerdo es que se queda con el ahorro energético para recuperar lo invertido. Es decir, para la misma tarifa, el ahorro que se va generando, va en parte, para que esa empresa recupere la inversión. Hay muchos otros tipos de acuerdos bilaterales que podemos tener para recibir el apoyo de las empresas, aunque esos empresarios tienen que pensar siempre que aquí, este laboratorio urbano que es Santander, crea un prototipo para el que debe haber un "fondo perdido". Pero, si su producto o servicio funciona bien, pasa a ser un modelo exitoso que exportará a otro sitio en el que ahí conseguirá el rédito económico.
"Modernizarnos nos ayudó a crear algo muy importante que es "el orgullo de ciudad" que nos hace sentir partícipe de un proyecto colectivo"
-¿Cuáles han sido los beneficios para Santander de transitar el camino hacia una ciudad inteligente?
Si queremos mejorar nuestro sector productivo en general, debemos captar más turistas y más inversores. Es fundamental que se nos conozca. La política de Smart Cities, por ejemplo, nos ha dado un posicionamiento estratégico fabuloso a nivel internacional, que no nos la había dado ningún otro área de la ciudad. Este es uno, pero hay muchos más: la mejora de la eficiencia, la oportunidad de conseguir inversiones como lo estamos haciendo con los proyectos europeos, la mejora de los servicios – por ejemplo, los vecinos ahora saben cuál es su consumo de agua en casa, saben cuándo el autobús llega a la parada, cuantas bicicletas de unos común hay disponibles-. Todo eso contribuye a algo importante que es "el orgullo de ciudad". El orgullo de ciudad al final es sentirse partícipe de un proyecto colectivo, y eso es muy importante de cara a la implicación y a la participación ciudadana, no sólo en proyectos de tecnología, sino en otros muchos proyectos.