Belgrano R es uno de los barrios no oficiales dentro de la zona de Belgrano. Y para los habitantes de este sector residencial ubicado entre Villa Urquiza, Coghlan y Colegiales, bien podría tratarse de un pequeño mundo aparte. Lejos del tráfico y el caos de Cabildo y Juramento se levanta la Plaza Castelli, el gran pulmón de la zona, que se encuentra rodeada por las vías de la estación, donde se ven confiterías, librerías como Kel y Caleidoscopio, la mítica pizzería Croxi, un centro cultural y una galería de arte. Además, emplazado en la esquina en la esquina de Conde y Juramento -y ocupando casi media manzana- se encuentra el Palacio Hirsch, un emblema de este pequeño sub-barrio porteño.
Se trata de una mansión de 1.200 metros cuadrados cubiertos que Alfredo Hirsch le encargó al arquitecto Sutton y que fue estrenada en el año 1922. Es de estilo inglés de la época eduardiana, con inspiración francesa Luis XIII, y está rodeado de jardines austeros y muros bajos. Según un informe realizado por los historiadores Enrique Mario Mayochi, Alfredo Luis Noceti y Jorge Busse de la Junta de Estudios Históricos de Belgrano, este hito arquitectónico fue una consecuencia directa del advenimiento de la comunidad alemana de sólida posición.
"Entre las residencias de familias de este origen que se afincaron en el barrio se destacó, desde siempre, la mansión de 1.200 metros cubiertos que don Alfredo Hirsch hiciera construir en un solar de 50X50 metros frente a la Plaza Castelli, obra que realizó el arquitecto Sutton, de nacionalidad inglesa", se explica en el texto, que destaca que la posición económica del alemán radicado en argentina -y su sentido de pertenencia en el país- le permitió emprender la construcción de su magnífica residencia.
La profesora Silvia Vardé, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Belgrano y miembro de la Sociedad Argentina de Historiadores, declaró a Infobae que "para el barrio es un emblema y forma parte de las hermosas casonas distintivas de la zona". Por otro lado, aclaró que Belgrano R sigue manteniendo la estructura edilicia que la caracteriza hace tanto tiempo como uno de los lugares más magníficos de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que espera que no suceda lo mismo que con la zona de Belgrano C, luego de que "una explosión edilicia transformara su fisonomía de antaño".
El Palacio Hirsch también se fue convirtiendo con el paso de los años en un pequeño museo. Dentro de sus muros se encontraba una pinacoteca con 26 obras de arte -entre las que destacaban cuadros de Rembrandt y Rubens- que más tarde fueron donadas al Museo Nacional de Bellas Artes. "Asimismo, fue adquiriendo objetos de platería colonial, que con el correr de los años se convertirían en una de las colecciones más importantes del país. Para la exhibición de estas valiosas piezas hubo que agregar un pabellón a la casa, obra que se llevó a cabo con la dirección del arquitecto Kronfuss, sin apartarse del estilo primigenio de la residencia, en el ala derecha de la misma. Esto ocurrió en 1928. Actualmente y desde hace ya muchos años, la casa no alberga dicha colección", relata el informe.
En el frente de la majestuosa residencia se encuentra una placa dorada que reza: "Palacio Hirsch. Ley N° 449 (BO N° 1044) Patrimonio histórico con protección estructural". Esto quiere decir que esta mansión de Belgrano R se encuentra bajo la protección del artículo 10 de esa ley, que "obliga a todos los habitantes a ordenar sus conductas en función de su protección, como así también de aquellos elementos contextuales que contribuyen a su valoración".
De esta manera, el Palacio Hirsch se convirtió en uno de los patrimonios más representativos y emblemáticos de Belgrano R, y por ende goza de la protección necesaria para su preservación. Hace unos años este edificio pasó por un proceso de rehabilitación y puesta en valor, siempre manteniendo el espíritu de su estilo, para salvaguardar una de las mansiones más históricas y fantásticas de la Ciudad de Buenos Aires.
Hoy es propiedad privada y sus puertas están siempre cerradas. Los vecinos del barrio y los curiosos aguardan ansiosamente el día en el que el público sea bienvenido, para conocer desde adentro un emblema representativo de la arquitectura del siglo XX.