La ciencia Argentina logró ubicarse una vez más en la elite mundial: el bioquímico cordobés Gabriel Rabinovich fue nombrado como nuevo miembro miembro de la Academia de Ciencia de los EEUU, el ente de la especialidad más prestigioso de todo el planeta. El investigador se convirtió en el séptimo argentino de la historia en conseguir tal galardón y el primero en hacerlo sin haber salido nunca del país.
"Todavía no lo puedo creer, es como un sueño. Yo pensaba que recién me podía llegar a mis cincuenta y pico o a los sesenta y pico, pero no a mis 47. Es uno de los lugares más difíciles para poder entrar, uno de los más rigurosos, muy competitivo y el más prestigioso del mundo a nivel académico. Yo todavía sigo sin poder creerlo y espero que mi nombramiento le sirva al país", aseguró Rabinovich en una entrevista con Infobae.
El argentino fue reconocido como uno de los 465 asociados extranjeros que tiene la Academia de Ciencia de EEUU, que también cuenta con 2291 miembros activos en el planeta.
Con el anuncio de Rabinovich se premió el trabajo del cordobés y su equipo durante 20 años enfocado casi de manera principal en el estudio de la proteína llamada Galectina-1, la cual cumple un papel fundamental en la defensa de los tumores cancerígenos ante el sistema inmunológico y en la lucha contra enfermedades autoinmunes, como la artritis o la esclerosis múltiple.
Rabinovich es el séptimo argentino en ser nombrado miembro de la Academia de Ciencias de EEUU
"En lo personal, esto supone un enorme desafío para seguir haciendo ciencia de calidad. Ahora estamos un poco más en el ojo de todos. Yo sigo comprometido con quedarme, hacer docencia en la universidad pública, quedarme en el CONICET. Quiero mostrar esto como un espejo de que Argentina puede iluminar al mundo con cosas buenas que se hagan", explicó Rabinovich a Infobae.
El actual vicedirector del Laboratorio del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) se sumó a la prestigiosa lista de otros seis argentinos que también forman parte de la Academia de Ciencias del país norteamericano: Armando Parodi (Instituto Leloir, 2000), Francisco de La Cruz (Centro Atómico Bariloche, 2002), Alberto Frasch (Universidad de San Martín, 2006), Sandra Díaz (Universidad Nacional de Córdoba), Víctor Ramos (UBA, 2010) y Alberto Kornblihtt (UBA, 2011).
Puertas adentro
Rabinovich, recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, transitó toda su carrera dentro del país. Pese a la recomendación de numerosos especialistas, nunca salió a cursar un posdoctorado en el exterior y dedicó casi 20 años de su carrera al estudio de una proteína, la Galectina-1.
"En la ciencia, cada uno hace su camino y ese tiene que ser el mensaje para los más chicos. A mí me decían que si no me iba a EEUU no me iba a hacer notar y no iba a poder crecer en mi carrera. Y aún así, elegí quedarme", le dijo el protagonista a Infobae.
"De a poco fuimos generando esto, que ahora se convirtió en un paradigma que toman muchos laboratorios internacionales para poder seguir investigando", añadió el bioquímico, que se desarrolla también como investigador superior del CONICET y es profesor titular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
La proteína que cambió el rumbo
El trabajo de Rabinovich de las últimas dos décadas -y sus grandes descubrimientos para la ciencia mundial- estuvo basado en el estudio de una proteína llamada Galectina-1.
En 1999, su equipo de trabajo detectó que esa proteína cumplía un rol fundamental para frenar el ataque de los linfocitos T del sistema inmunológico contra el propio cuerpo en enfermedades autoinmunes y degenerativas como la artritis o la esclerosis múltiple.
Cinco años después, se produzco el gran hallazgo y nada menos en el campo de la defensa autoinmune contra el cáncer. El equipo del bioquímico detectó que las células tumorales utilizaban esa proteína para defenderse de los linfocitos y así permitir la metástasis del tumor en el cuerpo.
El estudio exhaustivo sobre la Galectina-1 reveló avances en la lucha contra el cáncer y enfermedades autoinmunes
El último hallazgo fue en 2014, cuando Rabinovich publicó un informe en la revista Cell también sobre la Galectina-1 y el crecimiento de tumores. Esa proteína permitía que los tumores generasen nuevos vasos sanguíneos y así obtengan oxígeno y se mantengan vivos.
"En la actualidad, ya hay más de 60 trabajos que demuestran que la Galectina-1 juega un rol importante en el escape tumoral, lo cual nos permitió generar una estrategia terapéutica para poder tratar tumores y enfermedades autoinmunes con bloqueantes o estimulantes de esa proteína", explicó Rabinovich.
"Ahora, estamos buscando la mejor forma, con el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el CONICET la mejor forma de que estos tratamientos se hagan realidad y que lleguen a la cama de los pacientes lo antes posible y con la mejor calidad", completó.
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