Hoy, casi la mitad de la población mundial vive en grandes urbes. Este número se incrementará al 75% en el año 2050. Las ciudades del futuro necesitarán ahorrar tiempo, esfuerzos y energía si quieren ser habitables y productivas. En esto el tránsito jugará un rol prioritario. Los avances tecnológicos tienen un gran aporte para hacer gracias a las posibilidades que abren la robótica, el internet de las cosas y la conectividad.
¿Cómo imagina las calles del mañana, quien hoy protagonista de este cambio en la Argentina? ¿Cuáles son las ventajas de incorporar autos sin conductor? Infobae habló con Enrique Cortes Funes, CEO de Inipop, la empresa que desarrolla el Google Self-Driving Car argentino.
-¿Cómo te imaginas las ciudades a 20 años?
-Vamos a ir viendo como la tecnología y las computadoras se apoderan de la conducción. Con todos los beneficios que esto tiene en cuanto a lo energético, a prevención de accidentes, etc. Cuando imaginamos los autos del futuro, no tenemos que pensar en vehículos en forma independiente, sino en un sistema que sea inteligente en donde el mayor problema que hoy estamos encontrando es la convivencia entre vehículos autónomos y los de conducción humana. Creo que lo más inmediato será pensar en carriles exclusivos por los que circulen vehículos autónomos.
-¿Qué tiene para aportar la tecnología?
-Mucho. Por ejemplo, contar con información es muy importante. Hoy vemos aplicaciones como Waze que les permite a los conductores compartir esa información. El hecho de pensar que los vehículos en el futuro muy cercano podrán comunicarse entre sí y que, gracias a eso, podrán tomar mejores decisiones en tiempo real, es muy disruptivo y abre un abanico de posibilidades.
-¿Qué condiciones necesita un vehículo autónomo para poder transitar, en lo que hace al diseño de las ciudades y su infraestructura?
-En realidad no requiere nada en especial. Justamente lo que tiene el vehículo es la capacidad de aprender a manejarse con las mismas reglas que tenemos nosotros. Obviamente eso requiere de mucho tiempo de protototipear y de probar. Hoy, la mayoría de las empresas que estamos trabajando en esto estamos probando y probando para mejorar los productos. Por ejemplo, el vehículo hoy puede reconocer un semáforo, una señal de stop, etc. Ahora que estas convenciones existan es una cuestión de la sociedad. Lo bueno es que las máquinas respetan lo que se les han ensañado y no violan las normas de tránsito.
-¿Cuáles serían las ventajas de incorporar vehículos autónomos a nuestra ciudad?
-Son varias. Para empezar, nuestro vehículo puede estacionar solo. Está comprobado que, una de las cosas que más complica el tránsito es la persona que está dando vueltas, buscando y esperando que surja un espacio. Pero imagínate que el tema de estacionar deje de ser un problema tuyo porque el auto, solo, sea capaz de encontrar un sitio en el lugar más cerca al punto geo referencial establecido. Esto es un gran beneficio que se traduce en un mejor manejo del tiempo.
Por otra parte, estos autos son inquebrantables cumplidores de las leyes de tránsito, no toman alcohol, no se distraen nunca, no exceden velocidades máximas, respetan las prioridades en las rotondas, los semáforos, etc.
También presentan beneficios en cuanto a la eficiencia ecológica. Por ejemplo, se puede hacer que los vehículos se comuniquen entre sí y que sean capaces de "entender" cuál es la velocidad más eficiente a la que tienen que ir, o que hagan lo mismo en una bocacalle, ya que al hablar entre sí pueden pasarla sin que ninguno de los dos tenga que frenar, algo que nunca podríamos lograr nosotros. Lo mismo con las rotondas, uno tiene que parar a "adivinar" si el otro va a respetar las normas. Todo ese fluir del tránsito se puede sistematizar y hacer más eficiente gracias a esta tecnología.
-¿Cómo estamos a nivel del desarrollo de esta tecnología en relación al resto del mundo?
-La tendencia es que todo esté conectado entre sí. Ahora estamos en un momento de seguir probando y probando, de ganar horas en la calle. Lo interesante es entender que lo que nosotros planteamos es que el auto es un robot. Toma forma de auto, pero en definitiva es una computadora capaz de tomar el control de la conducción y eso también es transversal a otros medios de transporte. No me puedo imaginar que pasen demasiados años sin que esto suceda. Probablemente el mayor conflicto tenga que ver con lo legal, con ver cómo adaptamos las ciudades y el sistema a una tecnología que ya existe. Ese proceso va a depender mucho de la idiosincrasia de cada país.
Las dificultades para transitar y la aparición de otras maneras de viajar, como Uber, etc están llevando a la nueva generación, los millennials, a desinteresarse por la inversión y gasto que implica comprarse un auto. ¿Cómo crees que va cambiar el modo en que nos transportamos?
Se está replanteando cuál es la utilidad real del vehículo como una propiedad privada. Nosotros estamos muy atentos a esto y vemos una tendencia en el fenómeno del carsharing. Hay personas que de lunes a viernes tienen su vehículo parado con todos los gastos que esto conlleva, y que cada vez son más elevados, como en el caso del estacionamiento. Hoy, herramientas como Uber permiten, no sólo viajar de otra manera, sino incluso generar ingresos a partir de ello. Yo creo que hay que prestar atención a esta nueva lógica de que hay cosas que es muy interesante compartirlas. Esto nos obligan a ceder mucho pero a entender el cuidado que hay que poner en algo que no es sólo nuestro sino que compartimos con otros. Esto deriva en la generación de un vínculo social que es muy interesante.
Desde las empresas de tecnología tenemos que preocuparnos por brindar las herramientas para que esa conexión sea eficiente y más simple. Realmente veo una oportunidad muy grande en esta lógica. Ahora estamos hablando de los autos, pero es algo transversal a muchos objetos de nuestra vida cotidiana que, tal vez, sea más ecológico, eficiente, práctico, barato e incluso enriquecedor poder compartir.