El ministro de Energía, Juan José Aranguren, dio una llamativa explicación cuando le consultaron por los aumentos en las naftas que empezaron a regir el fin de semana. De acuerdo con su visión, "si el consumidor considera que este nivel de precios es alto en comparación a otros gastos de su economía, dejará de consumir". En cambio, si entiende que el costo no es tan alto, continuará cargando, precisó.
El criterio utilizado por el funcionario suele ser aplicado a otros productos donde los ciudadanos tienen segundas y terceras opciones para modificar sus hábitos de consumo. Sin embargo, en el mercado de los combustibles parece más difícil plantear este escenario porque para muchos sectores de la economía el combustible es un bien necesario e irremplazable.
El mes de mayo llegó con un aumento del 10% en en el precio de las naftas y alcanzó así una suba acumulada del 31% anual, el máximo desde 2003. Según el ex CEO de la petrolera multinacional Shell, este nuevo golpe al bolsillo se debe por un lado a la devaluación del peso en un 50%, y por el otro a la caída internacional del petróleo del 10 por ciento. La combinación de estas dos variables, asegura, arroja que la cotización del petróleo en la Argentina en pesos aumentó un 35 por ciento.