En otoño, las condiciones climáticas suelen llevar a la proliferación de los brotes de alergia. Y quienes sufren de este trastorno de su sistema inmune, acostumbran incrementar los hábitos de limpieza en el hogar a los fines de evitar acumulación de polvillo y reducir al mínimo el riesgo de "ataques".
Ahora, al momento de desempolvar estanterías, limpiar armarios y asegurarse de ventilar los ambientes, mucha gente pasa por alto un elemento del hogar que, según los especialistas, es el ambiente favorito de las bacterias: las alfombras.
Los especialistas advirtieron que la alfombra es un caldo de cultivo de bacterias, y en ella se alojan, además, restos de polen, polvo y piel muerta.
En una alfombra conviven bacterias, restos de polen, polvo y piel muerta
Robin Wilson es una diseñadora de interiores abocada a crear "hogares hipoalergénicos". Según ella, el "tráfico" de desechos del exterior al interior puede resultar un problema, ya que sin saberlo, las personas transportan en sus prendas y calzado patógenos que luego quedarán atrapados en sus alfombras.
"Imaginemos, por ejemplo, si durante su paseo por el parque, su perro pisa heces de otro animal que luego van a parar a su casa. Usted podría tener gérmenes que causan enfermedades graves, como la Escherichia coli, en su alfombra sin siquiera saberlo". Con este ejemplo bastante escatológico, pero real, los especialistas intentan generar conciencia sobre los cuidados que deben tenerse en cuestiones tan cotidianas como esa.
Una investigación de microbiología publicada en 2001 halló en una alfombra alrededor de 4 mil veces más suciedad que en un asiento de inodoro, con cerca de 200 mil bacterias cada 2,5 centímetros cuadrados, según informó la revista Men's Health.
Sin embargo, las infecciones bacterianas no representan el riesgo principal en esta cuestión, como sí lo son las alergias. Para los especialistas, una alfombra sucia es la causa de los frecuentes "resfriados" en personas alérgicas.
Es que, según reveló el Centro Nacional de Vivienda Saludable de los Estados Unidos, los restos de suciedad que llegan desde el exterior en la ropa y el calzado penetran profundamente en las fibras de la alfombra y generan un verdadero "depósito" de alérgenos que pueden afectar negativamente la salud.
"Estos alérgenos, como el polen o el polvo, pueden causar problemas respiratorios y sibilancias cuando son expulsados ??al aire", remarcó Wilson. Y si bien es verdad que una rinitis alérgica o resfriado no son males potencialmente mortales, para las personas que viven en constante exposición a estos síntomas se trata de una verdadera incomodidad. Al polen y el polvo se les suman, como si fuera poco, las miles de células muertas de piel humana, las cuales, al "caerse" del cuerpo, se convierten en alimento para los ácaros del polvo, de acuerdo con el Centro Nacional de Vivienda Saludable.
Las alfombras también pueden retener pelo de animales.
Entonces, ¿qué debe hacer con todos estos microorganismos que conviven en cada casa?
"Pasar la aspiradora es crucial, pero por lo general no es suficiente –aseguró Wilson–. Se debe aspirar la alfombra por lo menos semanalmente para mantener los bichos bajo control, y además, cada seis meses a un año, lo recomendable es limpiarla en profundidad con un servicio profesional".
Pero en este punto debe prestarse especial atención a la palabra "profesional". Numerosos expertos, incluso Wilson, alertaron de que los servicios de limpieza a menudo dejan una capa de humedad conocida como "moho central", que en personas alérgicas al moho puede causar irritación en los ojos, respiración sibilante o irritación de la piel, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La recomendación de los especialistas es contratar una limpieza profunda durante la rutina de limpieza de otoño y primavera. Y entre las citas, asegurarse de pasar la aspiradora semanalmente y usar una de mano en las áreas donde las mascotas pisan cada dos días.
Dicen los que saben que esto asegurará una casa libre de bacterias y alérgenos durante todo el año.