Las tres familias de refugiados sirios que el Papa Francisco llevó al Vaticano el sábado pasado desde los campos de la isla griega de Lesbos están viviendo los primeros días de lo que califican como "un sueño".
De acuerdo con una artículo publicado por El País, ya han tramitado asilo político -en la primera semana de mayo tendrán la entrevista para ser reconocidos oficialmente como refugiados- y han iniciado las clases de italiano.
Los seis adultos y seis menores fueron elegidos entre los miles de refugiados que se encuentran varados en los campos de Lesbos en función de varios elementos.
Fue la Comunidad de San Egidio la que seleccionó entre las familias vulnerables llegadas a Grecia antes del 20 de marzo -fecha del acuerdo entre Turquía y la Unión Europea para la deportación de migrantes-, y que huyeran de la guerra. Además, las casas de las tres familias -dos de ellas en Damasco y una de Deir Ezzor- fueron bombardeadas.
"Solo supe que vendría a Italia con el Papa la noche anterior al vuelo. No podía entender lo que estaba pasando, al principio no nos dábamos cuenta. Después vimos que estábamos en el mismo avión del Papa, pero tampoco lo podía creer", recordó Nour, microbióloga, llegó junto con su marido Hasan y su hijo Riad, de tres años.
"Siempre había visto al Papa en televisión, sus ceremonias religiosas en el Vaticano y sus viajes por el mundo. Siria tiene una población mixta, hay cristianos, conocemos al Papa, la Iglesia y el cristianismo", afirmó Nour.
"Ningún líder musulmán ha hecho por nosotros lo que ha hecho el Papa"
Para ella, Francisco le ha regalado "un futuro bonito" a su hijo. "Aprecio todo lo que ha hecho el Papa, aprecio a Francisco más que a ningún líder musulmán. Ningún líder musulmán ha hecho por nosotros lo que ha hecho el Papa", dijo.
"Quiero decir a los europeos que los refugiados no somos terroristas, no somos yihadistas. Vivimos en una sociedad mixta, tenemos una mente abierta. Solo huimos de la guerra", destacó. "Solo quiero decir una y otra vez que somos gente normal, gente como vosotros. Teníamos una vida normal antes de la guerra", dijo.
También habló con la prensa Suhila, costurera y ama de casa de 49 años, quien llegó a Italia con su marido Ramy y sus tres hijos. El motivo principal para huir fue el miedo a que sus hijos "fueran reclutados por el Daesh (acrónimo para referirse al Estado Islámico) o por Bashar al Assad".
Después de ser acogida por el Vaticano, solo da las gracias "al pueblo italiano, al Papa Francisco y a la Comunidad de San Egidio". Al igual que Nour, Shaila animó a los líderes musulmanes a tener gestos con quienes huyen de la guerra: "Ojalá hagan lo mismo que el Papa Francisco", dijo.
"Quiero decir a los europeos que los refugiados no somos terroristas, no somos yihadistas"
Su marido Ramy, de 51 años, profesor de Historia en el Instituto y entrenador de boxeo, todavía está asumiendo el "cambio radical" que ha vivido, "desde lo más bajo hasta lo más alto, hasta la cumbre del Everest". Quiere dejar atrás los recuerdos de Siria -"los bombardeos y la sangre, el extremismo"- pero en el país siguen viviendo sus diez hermanos y sus amigos. "Tengo miedo por ellos", afirmó.
"Los terroristas del ISIS son crueles, son monstruos, no son humanos", describió. Ramy solo soñaba con "llegar a Europa" y ahora desea quedarse en Italia. "Quiero vivir en paz y educar a mis hijos, pero también quiero transmitir una verdadera imagen de los musulmanes, de los verdaderos musulmanes. Tenemos una religión de paz y de amor, como el cristianismo", dijo finalmente a El País.