La trágica muerte de un niño pone bajo investigación a Ikea

La historia de Theodore McGee no es la primera que se conoce sobre accidentes con productos del gigante escandinavo

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No es la primera vez que ocurre. Es la tercera. La tragedia de un niño de 22 meses que murió como consecuencia de la caída de un ropero de la multinacional Ikea sobre su cabeza, según informó el diario The Inquirer de Filadelfia, puso sobre la lupa a la marca escandinava y sus productos.

La muerte de Theodore "Ted" McGee, de Minnesota, no sólo enlutó a su familia, sino que puso de relieve el peligro de la adquisición de algunos muebles de bajo costo que requieren de una seguridad mayor de la que ofrece el fabricante en sus prospectos. Ahora, Ikea y la Comisión de la Seguridad de Productos del Consumidor están revisando el caso para determinar cómo pudo haber sucedido el accidente.

La familia McGee creyó que su pequeño estaba durmiendo. No escucharon ningún ruido, ni queja de Ted. Sin embargo, al ingresar a su habitación, vieron que estaba muerto debajo del cambiador con cajones, que se había precipitado sin más.

Como todos los días, Janet McGee puso al niño a dormir una siesta. Cada 20 minutos iba a su habitación para controlarlo. Sin embargo, la última vez que fue no lo vio en su cama y creyó que estaba escondido, como usualmente hacía cada vez que no quería dormirse. Lo vio aplastado debajo del mueble. Los rescatistas no pudieron reanimarlo.

Scott Wolfson, vocero de la Comisión, tildó el caso como una "fatalidad". Sin embargo, en julio de 2015, esa oficina y la propia compañía reconocieron que ese tipo de mueble podría resultar peligroso si no era sujetado a la pared de manera apropiada.

Hasta ese momento, otros dos niños murieron como consecuencia de accidentes similares. El primero de ellos sucedió en febrero de 2014, cuando Curren Collas pereció luego de que un mueble de seis cajones se desplomara sobre él. Tres meses después, un pequeño de casi dos años, de Washington, también encontró el mismo final con un mueble de Ikea.

Los accidentes ocurrieron luego de que la propia multinacional lanzara un programa para evitar accidentes hogareños. Los muebles en cuestión tienen un valor que comienza en los 46 dólares y termina en los 179 dólares. En las instrucciones, los muebles de Ikea recomiendan sujetar esos productos a la pared. En el caso de McGee, un vocero de Ikea aseguró que no estaba colocado de forma apropiada.

El abogado de la familia aseguró que ellos no fueron advertidos por estos posibles accidentes y quieren una reparación. Desde la compañía aseguraron: "Ofrecemos nuestras más profundas condolencias a la familia McGee. En Ikea creemos que los niños son lo más importante en el mundo y la seguridad de nuestros productos es nuestra máxima prioridad. Ikea Estados Unidos supo que el producto no estaba sujetado a la pared, lo que es una parte integral de las instrucciones de armado".

Uno de los mayores cuestionamientos sobre Ikea guarda relación con la inacción de la compañía respecto de sus productos potencialmente peligrosos. Los abogados de los McGee creen que Ikea debió pedir a sus clientes que devuelvan los objetos, en lugar de realizar una campaña para que sean amurados.

Jeremy y Janet McGee compararon el mueble en 2012, mucho antes de que Ted naciera. Ahora, los abogados de la familia harán una denuncia contra Ikea por la muerte de su hijo.

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