Claudio Bonadio lo hizo. Hace días que sus viejos compañeros de ruta (peronista) le venían pidiendo que desistiera de la citación. Que suspendiera la convocatoria para más adelante, que evitara darle un escenario de victimización. Pero no escuchó a nadie. No aceptó los consejos de sus amigos, ni tampoco de sus enemigos, que hasta difundieron la dirección donde vive para facilitar los escraches de la militancia kirchnerista fanática.
Los pocos que hablan con Cristina Kirchner ya le habían transmitido a Infobae que la notaban especialmente animada ante la posibilidad de enfrentarse a Bonadio. Pero alcanzó picos de euforia cuando el fiscal Guillermo Marijuán la imputó en una causa por lavado de dinero. Es que se considera una Juana de Arco perseguida por la inquisición, una mística que en lugar de escuchar la voz de Dios está atenta a lo que Néstor le dice desde algún barrilete cósmico.
Con emoción, convencida de que la justicia que quiso "democratizar" la quiere encancelar por sus logros, y no por sus errores, la ex presidenta se colocó en el centro de la escena, el lugar que nunca quiso abandonar, buscando desplazar al peronismo que sabía que iba a traicionarla apenas cruzara la puerta de salida de la Casa Rosada.
Cristina pasó por Comodoro Py y dejó a todo el sistema político bajo estado de shock. En el Gobierno se echan la culpa uno a otro por haber impedido la realización del sistema de seguridad que la Policía Federal había diseñado para rodear el edificio de la justicia federal y permitir la expresión de los que querían respaldar a la ex presidente y de los que querían respaldar la acción de la justicia.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue el que dio la orden de habilitar la llegada de la militancia frente al edificio y de limitar la presencia policial, para evitar la provocación a la militancia. Según esta información, el Gobierno buscaba provocar el estupor en la opinión pública media frente a las imágenes de una militancia exaltada. De todos modos, se explicó, Peña trató de garantizar que los efectivos se dediquen a la custodia puertas adentro del edificio.
Pero a esa retirada de la Policía Federal de los alrededores, se sumó otra decisión. El miembro de Justicia Legítima, Alejandro Slokar, presidente de la Cámara de Casación Penal y, por lo tanto, superintendente del edificio de la Justicia Federal, le sacó a la Federal la responsabilidad de la seguridad y redujo todavía más la presencia de efectivos, ahora adentro de Comodoro Py. Fueron instantes en que si se seguían solo las imágenes de los noticieros de televisión, parecía que La Cámpora se había hecho del control nacional, que decidía quién ingresaba al territorio y qué bandera flameaba.
De todos modos, el más enojado por la reaparición de la ex jefa es el propio peronismo, en sus distintas vertientes. Cuatro meses después de su alejamiento del poder, creían que el kirchnerismo estaba definitivamente terminado. Pero hoy volvió, con toda la furia, gracias al juez Bonadio y a un Gobierno que, para dividir aún más a la oposición peronista, está dispuesto a ponerle un pulmotor al kirchnerismo en el momento de su retirada. Que aguante un poco más, hasta que lleguen las inversiones.