La cultura occidental ha estado enviando señales encontradas en relación a la eficacia del llanto. Un buen llanto es todo lo que se necesita para aliviar ese dolor en el pecho que produce la angustia, pero, al mismo tiempo, también es esa reacción que expone y muestra vulnerabilidadles. Sin duda, esta concepción está culturalmente influenciada ya que, por ejemplo, la tribu Toraja en Indonesia cree que el llanto –a excepción de cuando se está de duelo- es insalubre e incluso puede causar graves problemas de salud y muerte prematura.
Algunas corrientes científicas sostienen que llorar es una pérdida de tiempo y otras que puede ser algo positivo. Sin embargo, existen otras posiciones; como por ejemplo la de Oren Hasson, biólogo evolutivo de la Universidad de Tel Aviv, quien tiene la hipótesis de que el llanto nubla la vista y deja indefensos pero que, como efecto inmediato, produce cierta empatía con los demás.
"Es una señal de sumisión que inhibe comportamientos agresivos en los demás, pues transmite vulnerabilidad, y es una estrategia que nos acerca emocionalmente a los otros", explicó a la revista Evolutionary Psychology. Según su teoría, las lágrimas ayudan a construir y fortalecer relaciones: por ejemplo, si varias personas lloran juntas, se crean vínculos muy fuertes entre ellas. Sin embargo, resalta que este comportamiento evolutivo no es efectivo en los ámbitos de la vida moderna, donde se exige y se espera que se oculten las emociones.
La corriente que argumenta que el llanto es liberador y relajante, fue iniciada por Sigmund Freud. Muchos años después, en la Universidad estadounidense de John Hopkins, otros investigadores encontraron cierta relación entre reprimir el llanto y la aparición de trastornos de ansiedad, úlcera intestinal o asma ya que creían que los individuos que no exteriorizan sus sentimientos son más propensos a experimentar angustias y tensiones internas que luego se expresan como problemas de salud.
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