El informe "Paremos el acoso callejero" fue presentado ayer en el Congreso por su coordinadora Raquel Vivanco, quien, desde el movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMalá) se propuso investigar el cumplimiento de las leyes que amparan los derechos humanos de las mujeres.
Así, tras monitorear y medir el nivel de aplicación de la Ley 26.485 de Sanción, Prevención y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres en diez provincias, vieron la necesidad de "seguir relevando información que permita poner en discusión la realidad de las mujeres".
Al 47% de las mujeres encuestadas un hombre las siguió en la vía pública
"Y así, después del #NiUnaMenos fuimos a relevar distintas cuestiones, entre ellas cómo nos afecta el acoso callejero, cómo limita nuestro libre caminar, como una forma más de violencia sexista", contó a Infobae Raquel Vivanco, coordinadora de MuMalá.
En el relevamiento, hallaron cifras alarmantes, tales como que el 100% de las mujeres sufrió un tipo de acoso a lo largo de su vida en la calle (de mayor a menor, bocinazos, silbidos, comentarios sobre su apariencia) y el 50% recibió un comentario sexualmente explícito.
Al 47% de las encuestadas las siguieron en la vía pública y al 37% un hombre le mostró sus partes íntimas; el 29% fue tocada con intención sexual en la vía pública.
Dentro de esas cuestiones, que llamaron poderosamente la atención, ni la niñez ni el estado de embarazo "inhiben" a un acosador de cumplir su propósito: el total de las mujeres consultadas dijo que entre los 9 y los 22 años habían sufrido su primera situación de acoso callejero (y el 15% vivió su primera situación de acoso callejero antes de los 13 años).
¿Hay más? Sí. Ninguno de los hombres que realizan este tipo de actos asume que es un acto de acoso contra las mujeres.
El peligro de la naturalización
Vivanco reconoció que todas las mujeres llevan adelante estrategias para evitar pasar por lugares inseguros, oscuros o con poca gente, toman rutas alternativas y el 51% admitió usar ropa intencionalmente pensada para no provocar.
"El acoso es una de las prácticas más comunes y extendidas de violencia de género que tenemos las mujeres y el hecho de que nosotras pensemos las estrategias para evitarlo habla de la ausencia del Estado", reconoció la mujer, quien embarazada de cinco meses, no deja de recibir "piropos" en la calle.
Las mujeres estamos insertas en una cultura machista y muchas veces nos cuesta asumir el lugar de inferioridad en que estamos
Sobre las causas de que este tipo de violencia se haya naturalizado en la sociedad, y hasta sea tildada de "feminista" la mujer que no gusta de recibir un silbido en la calle, Vivanco opinó: "El espacio público históricamente fue reservado para los varones, para las mujeres era el hogar y cuando en un momento la mujer empezó a irrumpir en el espacio público esto volvió a configurar la forma en que nos relacionamos".
"Las mujeres estamos insertas en una cultura machista y muchas veces nos cuesta asumir el lugar de inferioridad en que estamos en la sociedad", reconoció la coordinadora de MuMalá, quien remarcó: "Seguimos viviendo en una sociedad sumamente desigual, que no promueve que las mujeres llevemos adelante opciones que nos pongan en igualdad de condiciones".
"La modalidad de conquista se ha pervertido"
El licenciado en Psicología Gervasio Díaz Castelli analizó para Infobae que "la modalidad de conquista se cargó de un componente perverso donde el amor cortés es un bien escaso".
"Hay una perversión de la modalidad de conquista y también una cuestión con el piropo que pasa a ser un acoso", analizó el especialista, para quien hay dos tipos de piropo: "El que sube la autoestima de la mujer y el que la destruye".
"Hay piropos que resultan hasta femicidas, que destruyen la feminidad, que tienen un componente de agresividad tan alto que nunca una mujer va a poder metabolizarlo como algo positivo", finalizó.