La carrera por los vehículos sin conductores suma cada vez más participantes. La transición de los medios de movilidad convencionales hacia sistemas de conducción autónomos es un constante afluente de tecnologías superadoras, un campo próspero para que el futuro se materialice en pruebas concretas. Como en Singapur y en Francia, donde en la última semana pasajeros fueron transportados exclusivamente por la inteligencia artificial de los autos. Dos ejemplos de autonomía vehicular diferente pero que se comprometen a expandir la faceta más innovadora de la industria.
Google, Uber, Tesla expusieron en las primeras planas desarrollos tecnológicos para poblar las calles de taxis sin conductores. Abrieron el grifo de una industria joven. El MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, se incorporó a la fiebre tecnológica de los autos inteligentes y puso en práctica un exitoso sistema de taxis autónomos en Singapur. Diseñaron una startup bautizada nuTonomy, con softwares aplicados para satisfacer la demanda de una ciudad en franca expansión poblacional y automotriz.
Mientras en el país asiático proliferan técnicas incipientes de autonomía en autos, en Francia una planta industrial se convirtió en la primera en el mundo en movilizar a sus empleados con vehículos 100% autónomos. Desde fines de marzo, seis colectivos sin conductores de la compañía NAVYA se encargan del transporte de personal en la central de energía nuclear EDF en Civaux.
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