El plan de Mauricio Macri para el transporte público después de los aumentos

Con los anuncios de la suba de tarifas, el Gobierno desaprovechó la oportunidad de presentar a la sociedad su ambicioso proyecto que desarrolló para los próximos cuatro años. Por qué falla la comunicación macrista

Reuters 162

Los que viajamos en transporte público sabemos que a partir del 8 de abril tendremos que pagar 6 pesos por la tarifa mínima de colectivo. Lo aceptamos con molestia y apenas protestando, aceptando el designio de equiparar lo que gastamos en viajar a lo que pagan en Córdoba, Mar del Plata o Jujuy.

Intuimos vagamente que durante años gozamos de un privilegio que no nos correspondía y tenemos la idea de que con los subsidios al transporte no solo se llenaron las arcas personales de Néstor Kirchner, Ricardo Jaime, los Cirigliano y vaya a saber cuántos más.

Creemos que esos subsidios, ese sistema corrupto con ausencia de inversiones y de control, fueron la causa eficiente de la trágica muerte de 52 hombres y mujeres que un lunes 22 de febrero de 2012 venían a trabajar en una formación del Ferrocarril Sarmiento que llegaba a Once a las 8.33 de la mañana.

Está bien. Pagaremos los 6 pesos. Pero, ¿por qué nadie nos explica para qué va a servir el esfuerzo que realizaremos a diario?

En diálogo con Infobae, el ministro de Transporte, a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" Guillermo Dietrich/a, reveló una gran cantidad de datos que no se ocupó de transmitir en la conferencia de prensa que realizó para anunciar los aumentos.

Dietrich explicó que las 17 mil unidades de colectivos hacen del área metropolitana de Buenos Aires una de las más densas del mundo, superando largamente otra muy importante como la de Londres, que es otra muy grande, y tiene 10 mil unidades. "Es difícil encontrar en el mundo un sistema de transporte colectivo tan grande, con tantos vehículos, que suponen casi 45.000 choferes (algo más de tres por unidad), que funcionan las 24 horas del día de los siete días de la semana", dijo.

Vaya a saber por qué extraña razón de la naturaleza nacional y popular, el crecimiento de la red de colectivos se realizó sin planificación y coordinación, a la buena de Dios. Sin embargo, semanalmente Dietrich realiza reuniones con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal quienes acuden con sus equipos de transporte para diseñar y poner en marcha lo que él mismo define como "la más grande inversión en infraestructura de transporte en 15 meses que jamás se realizó en la historia argentina".

En la conferencia de prensa habló de 5000 millones de pesos de inversión en infraestructura, pero no dijo cómo ni para qué serán usados esos fondos. Es verdad que tampoco nadie le preguntó, pero en Infobae contó que se ampliará largamente la realización de metrobuses (ya hay uno en marcha en La Matanza, otros dos que se están terminando de planificar en Lanús y en 3 de Febrero, varios más que se están pensando para Santa Fe, Rosario, Mendoza, tal vez Neuquén y Corrientes), más la realización de pasos a nivel, nuevas paradas y puesta a punto de asfalto de calidad en todas las calles por donde pasa el transporte urbano.

"Durante años no hubo ningún tipo de planificación ni de coordinación, pero nosotros tenemos planes para los próximos cuatro años", especificó el Ministro, "y la gente va a ir mejorando notablemente su experiencia de viaje, reduciendo el tiempo, pero viviendo otra calidad de vida, incluyendo en esto al propio chofer, que a veces tiene que pasar por zonas que no pueden más que enfurecerlo".

No es casual que hasta ahora nadie se haya ocupado. Son muchos los distritos, o sea, los intendentes, decenas y centenas los actores involucrados, desde pequeñas y medianas empresas de colectivos, hasta grandes, más sindicatos, empresas de publicidad callejera, que por años vienen haciendo lo mismo, es decir, dejar que gane en la calle la ley del más fuerte, que nunca es la del usuario. El esfuerzo de meterse en esa maraña de intereses parece ciclópeo.

En cuanto a trenes, Dietrich dijo que hoy la red interurbana también es de las más grandes del mundo, con 860 kilómetros de vías, aunque solo la usa un poco más de un millón de personas. "Es que a esos 860 kilómetros le faltan 11 o 12 kilómetros que conecten Retiro con Once y Constitución, algo que también está planificado. Cuando eso esté listo, dentro de seis años, alguien que vive en Villa Rosa y no agarra un trabajo en Berazategui porque le insumo tres horas de viaje de ida y otras tres de vuelta, tal vez lo acepte, porque demorará tres horas para ir y venir", explicó.

Pero algo más. Hace cuatro años que se produjo la tragedia de Once, sin embargo, los trenes argentinos siguen utilizando el freno manual. "Randazzo hizo un avance en el control de las personas, poniendo cámaras y controles psicofísicos, pero el tren sigue dependiendo de una persona para frenar, algo que no sucede en ninguna parte del mundo hace 20 años". Y agregó: "nosotros vamos a invertir 420 millones de dólares para el frenado automático, en 18/20 meses el Belgrano Norte tendrá frenos automáticos, en 24 meses el Urquiza, y en cuatro años todo el sistema tendrá frenos automáticos".

Es altamente auspicioso que el considerado por muchos "el gobierno de los ricos" tenga el foco en el transporte público, un asunto dramáticamente abandonado durante años de kirchnerismo, pero aún antes, porque ni Carlos Menem, ni Raúl Alfonsín tuvieron este asunto entre sus prioridades.

Es evidente que el sencillo hecho de que los políticos, y en general "los que mandan" (ese concepto de José Luis de Imaz) no sean usuarios de transporte público es lo que los hace insensibles a una materia esencial en la vida de los simples mortales.

Cuando Mauricio Macri desplegó el primer Metrobus en la 9 de Julio pocos creían que podía ser una herramienta central para conquistar al electorado. No pensaron lo mismo los que toman colectivos. La experiencia de tomar un 59, por ejemplo, en una estación de Metrobus es tan pero tan distinta, que se comprobó que suben más pasajeros -y de mejor humor- en esas paradas, que en cualquier otra.

Viajar es una de las actividades más importantes en la vida de las personas, un tiempo que solemos invertir en hablar por teléfono, whatsappear, leer, o dormir, para aprovecharlo de algún modo. Si ese tiempo se reduce y podemos hacerlo en un entorno agradable, mejoraremos nuestra calidad de vida.

La pregunta, entonces, es por qué el Gobierno no explica hacia dónde va, que viajaremos mejor el año que viene, y todavía mejor el siguiente, y ni qué decir cuando pasen cuatro años.

La respuesta fácil es que hay una falla de comunicación, que ya lo dijeron muchas veces, y no evaluaron importante repetirlo en esta circunstancia, como comentó una persona vinculada a los anuncios. También la explicación puede ser otra. Que como descuentan el disgusto, cualquier esfuerzo en comunicarlo mejor no vale la pena porque lo único que importa es seguir adelante, trabajando duro para que las políticas lleguen a la gente, sin importar el debate público en el entretiempo.

Alguien que trabaja en la comunicación macrista hace mucho tiempo le dijo a Infobae que cuando, en medio de una fenomenal inundación, Macri explicó que la Ciudad se seguiría inundando por los próximos años, hasta que se terminen las obras iniciadas, nadie valoró lo que decía y lo siguieron criticando hasta que vieron que dejó de inundarse. Tal vez tenga razón. O, tal vez, no crea que en la sociedad se está produciendo una nueva matriz cultural, una porción importante de la población que empieza a valorar el largo plazo y, sobre todo, a la dirigencia que apuesta al largo plazo. Una pena: se trata del electorado que votó a Cambiemos.