El peronismo, en su peor momento

Carente de referentes de peso y demasiado ligado a un kirchnerismo en caída libre, el PJ enfrenta una crisis que podría terminar en un desastre electoral en 2017. La alternativa moderada de Massa y Urtubey y el dilema de los gobernadores

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La célebre sentencia de que "el poder desgasta al que no lo tiene" de Giulio Andreotti la importó de Italia el menemismo en los noventa para referirse a la desordenada oposición radical. Ahora, dos décadas después, le cae al peronismo como un traje a medida. Con un agravante: a diferencia de otros "destierros" del poder como en el año 83 o en el 2001, esta vez el peronismo carece de referentes creíbles para la sociedad y de un discurso que lo sostenga como alternativa política. Si bien tan solo pasaron poco más de 100 días de la llegada de Mauricio Macri al gobierno, también es verdad que ni propios ni ajenos imaginaban semejante desgaste del partido que estuvo en el poder 24 años desde el regreso de la democracia.

Macri mucho tiene que ver con el momento del peronismo. En 100 días destruyó dos mitos. Uno, que era imposible gobernar sin contar con una mayoría propia en el Congreso y, el otro, que el peronismo siempre termina volviendo al poder porque le hace la vida imposible al que gobierna. Estas dos "verdades" del funcionamiento del poder en Argentina se destruyeron en tres meses: el macrismo está logrando avanzar en Diputados y Senadores sin tener mayoría y el peronismo está muy lejos de poner en peligro a gobierno alguno.

Para que se tenga dimensión de la crisis, hay dirigentes territoriales bonaerenses que, preocupados, se plantean cuál es el futuro del partido. Si el radicalismo prácticamente pasó a transformarse en un socio menor de una nueva expresión -el PRO-, no habría razones para que al peronismo no pueda sucederle lo mismo.

Buenos Aires 2017 es un ejemplo. El año que viene, aparte de diputados, los bonaerenses elegirán senadores nacionales. Hoy las encuestas -y lo que se dicen en los despachos del poder- indican que hay dos grandes fuerzas peleando por los dos senadores de la mayoría y por el de la minoría: PRO, que llevaría de candidato a Jorge Macri, y el Frente Renovador (FR), con Sergio Massa. El peronismo, acéfalo de un candidato fuerte en la provincia, por primera vez en su historia podría no tener senadores nacionales por Buenos Aires.

En mayo, en un intento por mantener las formas, el partido elegirá una nueva conducción. Al consenso de la figura de José Luis Gioja, el kirchnerismo propone la candidatura de Jorge Capitanich. La Casa Rosada no puede creer la suerte que tiene: si Capitanich triunfara, el partido seguiría en manos K. Lo mejor que puede pasarle al Gobierno frente a la clase media, hastiada de un kirchnerismo que enfrenta en los meses que vienen su peor momento judicial -como se ha visto en las últimas horas con el enfrentamiento Lázaro Báez-Ricardo Echegaray- y con una Ley del Arrepentido que podría hacerle más daño del imaginado.

Y esa situación lleva al tercer elemento disgregador del peronismo en su esencia. Las internas siempre tuvieron el límite de la victoria. Cuando los peronistas traspasaron esa barrera perdieron el poder: 1955, 1976, 1983 y 1989. Ahora hay que sumar otro año, 2015. "Recién nos dimos en cuenta de lo grave del cuadro al final y nos pusimos a trabajar en serio los últimos diez días antes de la segunda vuelta" le confesaba José Ottavis a este periodista en el aire de Radio El Mundo 1070. A confesión de parte: el kirchnerismo y buena parte del peronismo no jugaron a ganador. Por eso perdieron todo lo que tuvieron delante.

Muchos dirigentes peronistas se plantean si la situación fue parecida en derrotas anteriores o simplemente se trata de una natural desorganización, producto de lo inminente del alejamiento del poder que todavía no encontró nuevos liderazgos y todo será cuestión de tiempo.

Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, esuvieron juntos en Pinamar el 8 de enero 162

Sin embargo, después del fiasco del 83, con un peronismo dividido y en ebullición, se logró frenar en el Senado la ley de reordenamiento sindical y a través de Saúl Ubaldini se controlaba la calle y buena parte de las movilizaciones. Y lo nuevo, la renovación, si bien carecía de liderazgos fuertes, logro integrar un discurso y una idea, que terminaron por consagrar a Carlos Menen, Antonio Cafiero y Carlos Grosso.

Los dos líderes peronistas que emergen como a resguardo de la derrota son Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey. Con fuertes diferencias: Massa es una figura nacional que compitió dignamente por la Presidencia de la Nación en una meteórica carrera política pero, cuyo futuro en el peronismo como tal, es incierto. Todavía no está claro si seguirá con su frente o en algún momento volverá. O como sueñan muchos en el FR, si el peronismo o un sector del peronismo bonaerense terminan buscándolo para representarlos en el 2017.

Urtubey tienen gran predicamento a donde los peronistas no llegan siempre bien: los empresarios, el periodismo y los no peronistas. No se sabe mucho de su pensamiento político y tiene una curiosa tendencia a hablar bien del Presidente de turno, al estilo Menem 85. El oportuno noviazgo con Isabel Macedo le da un toque popular que carecía.

¿Y el resto? Hay gobernadores nuevos, como Sergio Uñac o Rosana Bertone que han dado acabadas muestras de que no sacaran los pies del plato, pero que tampoco comerán las migajas kirchneristas. No darán la vida por Cristina ni por su situación judicial, y esperaran a ver como el peronismo se reagrupa. Junto con Gioja o con caciques locales fuertes como Martin Insaurralde o Verónica Magario y piezas claves en el Congreso como Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Abal Medina o Diego Bossio, son los peronistas "normales", que si bien convivieron –a veces demasiado bien- con el kirchnerismo no comparten el sesgo ideológico que el FPV le dio al movimiento. Y tratan de evitar que el peronismo sea arrasado por la ola de las crisis de los partidos populistas latinoamericanos, que se percibe en Venezuela y Brasil.

El panorama electoral 2017 no solo es aciago en la provincia de Buenos Aires. En la Capital, podría cristalizarse definitivamente como la tercera fuerza, como también en Córdoba. Lejos en Mendoza, la excepción es la fuerte presencia de la figura de Omar Perotti en Santa Fe, pero la cosecha suena a poco para un partido de poder en los cinco distritos más importantes del país.

Del Sur al Norte, es improbable que el kirchnerismo de Alicia logre sortear la crisis interna y la embestida judicial sin dejar jirones. Mario Das Neves es fuerte en Chubut, pero no es K, como tampoco Carlos Verna en La Pampa. Los peronistas riojanos se independizaron hace semanas, como también los catamarqueños. Aliados como el zamorismo santiagueño ya pactaron con el gobierno macrista y en este panorama es improbable que el histórico formoseño Gildo Insfrán quiera seguir pegado al mundo K.

"El kirchnerismo corrió al peronismo a un lugar político e ideológico que ahora fuera del poder se quedó sin representados. ¿Cuál es el discurso que el peronismo tendrá en las elecciones? A quien representara? dicen en PRO, sin poder creer lo que ven.