El imponente edificio del arquitecto Clorindo Testa bulle de malestar y preocupación puertas adentro. Este martes, las nuevas autoridades de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno echó a 240 empleados de la institución, una decisión en sintonía con los recortes masivos que viene llevando el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, en distintas áreas de su administración. El llanto y la bronca predominó entre los trabajadores, quienes se preparan para impulsar hoy medidas de fuerza por la reincorporación de los cesanteados.
Los telegramas empezaron a llegar el lunes a la tarde y continuaron por la mañana siguiente. La tensión en la sede de Las Heras y Agüero, del barrio porteño de Recoleta, fue creciendo paulatinamente, ya que los despidos no fueron comunicados de una vez. Uno a uno, y por orden alfábetico, cada jefe de área fue convocando a los afectados a sus oficinas para notificarles que si se quedarían o no en la calle.
"Se generó una situación de mucha angustia y zozobra. Hubo llanto y gente que se descompensó. Fue un modo perverso de informar", contó a Infobae Emiliano, trabajador y afiliado del sindicato ATE. El agónico procedimiento se extendió hasta cerca de las cinco de la tarde, cuando se conoció el listado completo de los echados. El alcance de la medida es contundente: se trata del 25 por ciento de toda la dotación de personal, que afecta transversalmente a todas las áreas.
La autoridades justificaron la decisión alegando un supuesto "crecimiento desproporcionado" de los recursos humanos. "La Biblioteca Nacional, que en 2005 contaba un plantel de 306 trabajadores, ha visto crecer su personal de manera constante a lo largo de la gestión de diez años de su último director, Horacio González, hasta llegar a los 1048 actuales", señaló el comunicado oficial enviado por la nueva dirección del organismo.
El escrito cuestionó también a la gestión anterior por el "gran número de irregularidades en las contrataciones" y por haber "creado 142 nuevos cargos en la estructura de la Biblioteca Nacional a través de nuevos Departamentos, Divisiones y Programas", pocos días antes de la asunción del gobierno de Mauricio Macri.
"La tarea de análisis fue llevada a cabo por personal de la Biblioteca con asistencia técnica y colaboración del Ministerio de Modernización", precisaron las nuevas autoridades acerca del recorte.
Desde el sindicato ATE repudiaron el ajuste masivo y advirtieron que el grueso de los afectados se trata de personal idóneo y técnico. "Son compañeros de todas las categorías, contratadas por planta permanente, contrato de locación de obra y servicios, entre otros, que oscilan de una antiguedad de 1 a 15 años", manifestó Diego Martínez, delegado general de ATE de la BN.
Al igual que en otros organismos del Estado, desde la asunción de la nueva jefatura hubo una discontinuidad de los numerosos proyectos y programas en curso. Por ejemplo, el pabellón que estaba destinado a la colosal tarea de digitalización y clasificación del archivo completo del diario Crónica ingresó en una total parálisis. Fuentes gremiales indicaron los despidos allí alcanzan la mitad del área. Otras iniciativas con problemas son las orientadas a la difusión de la cultura.
"Muchos compañeros quedaron sin tareas y con un estado de incertidumbre importantísimo. Sólo se están haciendo tareas habituales como la apertura de la Biblioteca y préstamos de libros, pero no se continuaron con las actividades culturales, conferencias, la edición de los libros producidos por la Biblioteca Nacional, ni los talleres destinados a la comunidad", contó Martínez.
Detrás del ajuste está la sospecha de que la Biblioteca cambiará su énfasis cultural hacia un rol más técnico y bibliotecológico. "Tiene que ver con algo más de fondo, que excede a las actuales autoridades. Buscan reducir la planta del Estado y achicar el presupuesto cultural. Hay una intención de vaciar y desguazar la institución", opinó Emiliano, referente de ATE.
Martínez agregó: "No se ha generado ninguna política pública de la Biblioteca sino restricción de las actividades. No se ha gestionado. No nos queremos meter en decisiones políticas de este tipo, pero antes teníamos una Biblioteca Nacional abierta a la comunidad y popular. Ahora estamos entrando a una más pequeña, reducida solamente a préstamos de textos".
Aunque la tensión en Cultura proviene desde hace meses, con masivas cesantías en el Centro Cultural Néstor Kirchner y en el mismo Ministerio que conduce Avelluto, el conflicto en la institución bautizada con el nombre de Mariano Moreno recién empieza. Hoy, ATE buscará realizar una asamblea conjunta con los gremios UPCN y SOEME para definir un plan de lucha y medidas de fuerza en reclamo de que se retrotraigan los despidos.
Un grupo de veintiséis intelectuales encabezados por la ensayista Beatriz Sarlo difundió una carta pública en la que expresó "su preocupación" por el estado de la Biblioteca Nacional y le pidió al Gobierno "precaución en el tratamiento de una institución que, en los últimos años, no sólo se orientó a preservar, acrecentar, registrar y difundir la memoria impresa de la Nación sino que a la vez fue un espacio de pluralismo y libertad de pensamiento".
Los intelectuales, entre los que adhirieron Luisa Valenzuela, Ricardo Piglia, Eduardo Stupía, Andrea Giunta, Néstor García Canclini, Noé Jitrik y Roberto Jacoby, entre otros, valoraron las políticas implementadas por Horacio González, ya que implicó "la modernización en el campo bibliotecológico con una diversificación de su actividad cultural".
"Como sociedad tenemos la oportunidad de preservarla de revanchismos y perspectivas facciosas; y la necesidad de comprender que un atropello contra la Biblioteca significaría un agravio a toda la comunidad", aseguraron en la misiva.