Starwood, que además de la marca Sheraton es propietaria de Meridien, W y Westin, anunció que cerró acuerdos con las autoridades cubanas que representan inversiones por millones de dólares.
El anuncio se produjo en la víspera de la histórica visita que el presidente estadounidense Barack Obama realiza a Cuba, la primera de un mandatario de EEUU desde 1928.
La cadena hotelera norteamericana, que este lunes fue adquirida por Marriott por 14.400 millones de dólares, prevé abrir dos hoteles antes de que concluya 2016, según los términos del entendimiento. Además, anunció su intención de firmar otro acuerdo con las autoridades cubanas para abrir un tercer hotel.
Inicialmente, Starwood va a administrar el Hotel Inglaterra, abierto en 1875 y que dispone de 83 habitaciones en pleno corazón de La Habana, el cual va a sumar a su oferta de hoteles de lujo, indicó en el comunicado.
La cadena también va a gestionar el Hotel Quinta Avenida, ubicado también en la capital cubana, que será transformado y abrirá a finales de 2016 bajo la marca Sheraton, con 186 habitaciones.
Finalmente, la cadena tiene previsto asumir el manejo de un tercer hotel, el Santa Isabel, también en La Habana, una vez que obtenga la respectiva autorización del Departamento del Tesoro.
El acuerdo entre Starwood y las autoridades cubanas es la primera gran negociación realizada por un grupo empresarial estadounidense tras la decisión de Obama a finales de 2014 de normalizar las relaciones con Cuba.
Justamente, el titular de Marriot International, Arne Sorenson, flamante dueño del Sheraton, forma parte de la delegación de hombres de negocios que acompaña a Obama en su histórica visita a la isla gobernada por un dictatorial régimen comunista.
La normalización de las relaciones entre Washington y La Habana, que estuvieron abiertamente enfrentados durante la Guerra Fría, está, sin embargo, supeditada todavía a la aprobación del Congreso estadounidense de levantar el embargo económico impuesto a la isla desde 1962.
Para poder utilizar sus marcas en Cuba, las empresas estadounidenses deben pedir una licencia al Departamento del Tesoro, encargado de vigilar el cumplimiento de las sanciones económicas contra la dictadura de los Castro.
"No hay duda de que el sector hotelero estadounidense está muy interesado en Cuba. Estamos encantados de ser los primeros", afirmó Thomas Mangas, el director general de Starwood, días antes de su compra por parte de Marriott.
Multinacionales a la conquista
Los acuerdos entre Starwood y las autoridades cubanas son los primeros grandes contratos firmados por un grupo estadounidense en la isla desde el golpe de Estado contra Fulgencio Batista, concretado el 1º de enero de 1959.
Apenas llegó al poder, Fidel Castro nacionalizó el turismo y transformó el Hotel Hilton en la sede del nuevo gobierno durante varios meses.
Otras empresas estadounidenses podrían anunciar en los próximos días su establecimiento en Cuba.
El operador de telecomunicaciones AT&T también se encuentra en conversaciones con la compañía cubana Etecsa, según indicó días atrás una fuente cercana al tema.
A su vez, las aerolíneas United Airlines y American Airlines están presionando a las autoridades de los Estados Unidos para obtener licencias que les permitan operar lo más pronto posible vuelos comerciales diarios desde y hacia La Habana.
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Desde el deshielo en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba en diciembre de 2014, el turismo se ha disparado en Cuba: cerca de 3,5 millones de turistas visitaron la isla en 2015, un 17% más que el año anterior.
Este aumento es mucho más espectacular del lado estadounidense: 161.000 ciudadanos de ese país visitaron la nación caribeña en 2015, un 77% más que en el año anterior. Y la cifra no dejará de incrementarse, ya que los estadounidenses por ahora sólo pueden visitar al Estado vecino bajo condiciones muy estrictas.
El martes pasado, el gobierno de Obama redujo nuevamente las restricciones comerciales y de viajes que pesan sobre Cuba. Desde ahora se podrá viajar a la isla para actividades dirigidas a la sociedad civil cubana (educativas y humanitarias, entre otras), incluso cuando no estén patrocinadas por una organización estadounidense.
Además, organizaciones de los Estados Unidos podrán ampliar su "presencia física" (tiendas, almacenes, etc.) en Cuba cuando sus actividades estén vinculadas al sector humanitario o educativo.