El 20 de marzo de 1966, Ingalterra y Scotland Yard se convertirían en el hazmerreír de todo el mundo del fútbol, tras el anuncio de que el trofeo del Mundial, que el país albergaría por primera y única vez, había sido robado ante los ojos de decenas de personas.
A cuatro meses del inicio del certamen más importante a nivel selecciones, los organizadores decidieron realizar una gira por distintas ciudades inglesas, para que todos los fanáticos pudieran acercarse y observar el trofeo Jules Rimet.
Aquella copa llevaba el nombre de quien era en aquel entonces el presidente de la FIFA, un francés quien fue el principal impulsor para la creación del torneo en 1930 y logró que el campeonato alcance una trascendencia inimaginable.
El trofeo se encontraba en el Westminster Central Hall, en Londres, cuando la alarma se disparó y los agentes de seguridad que lo custodiaban se dieron cuenta que alguien lo había robado y había huido por una puerta de emergencia.
Horas más tarde, el supuesto ladrón llamó a los responsables de la seguridad y pidió 15.000 libras a cambio de devolverla. Los agentes pudieron capturar a este hombre quien aseguró ser solo un intermediario y no saber absolutamente nada del paradero del preciado trofeo.
Siete días después del robo y cuando la policía había perdido toda esperanza de encontrar la copa, un Collie blanco y negro llamado Pickles se topó con el trofeo cuando realizaba unos hoyos en el jardín de un vecino de su dueño David Corbett, quien reconoció el objeto y alertó a las autoridades.
Pickles fue protagonista de la cena que organizó la reina Isabell II luego de que Inglaterra se consagre campeón
El hombre fue interrogado y la historia de que su mascota lo había encontrado fue calificada como verídica y su perro se convirtió en un héroe.
Corbett recibió una recompensa de 6.000 libras y comida gratis para Pickles durante un año por una empresa británica. Además, fueron invitados a la cena que ofreció la reina Isabel II después del triunfo de Inglaterra ante Alemania en la final por 4-2.
Sin embargo, el perro falleció un año después, tras ahogarse en su propia correa al intentar perseguir a un gato y no pudo estar presente en la inauguración del Mundial de México 1970, evento al cual había sido invitado.
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A pesar de este suceso, en 1983 el trofeo Jules Rimet volvió a ser robado y jamás volvió a aparecer, por lo que los organizadores diseñaron una nueva copa, diseño que se mantiene hasta el día de hoy y la original solo está en poder de la FIFA.