Valeria Bertuccelli: "En el sexo no vale actuar"

La protagonista de "Me casé con un boludo" habló con Infobae sobre la televisión, la prensa y la fama. "Es difícil aprender a que no te importe lo que piensen de vos"

"La pasamos genial, nos reímos mucho" asegura la actriz que enamora Adrian Suar en la comedia del momento. Fabián Brando, el personaje interpretado por el actor y productor, está dispuesto a todo para no perderla, y decide transformar su vida en el personaje del que ella se enamoró, al punto de actuar las veinticuatro horas.

— ¿Vale actuar en la vida?

— Hemos tenido con Adrián una discusión larga al respecto. Sinceramente considero que no, que no está bueno actuar nunca. Me reservo un básico para momentos en los que tenés que conservar la calma y la amabilidad, pero después la verdad creo que no está bueno actuar nunca. En este caso el personaje lo convierte en algo heroico, se convierte en "soy lo que vos quieras". Si no fuera por eso, convengamos que es un poco desastroso.

"Tengo el problema de la sinceridad absoluta"

— ¿En la vida de pareja no vale?

— Para mí no, para nada.

— Para terminar una discusión tampoco.

— No, justamente, tengo un problema, si hay algo que no puedo hacer es eso. Tengo el problema de la sinceridad absoluta.

— Con los chicos sí, un poquito.

— Con los chicos puede ser, tiene que ver con la paciencia. No sé si es actuar o es una paciencia que uno tiene que desarrollar.

— Te trae las manualidades de primer grado y se las festejás...

— No seas guacha, eso te conmueve (risas). Ahí se me está viniendo a la cabeza, puedo actuar en situaciones de pánico con los chicos. "Mmm, como se mueve el avión, es probable que nos caigamos pero no pasa nada", "no pero, hay accidentes", "no, nunca jamás se cayó un avión.", "No pero...", "No, no es verdad, eso es mentira, no pasa, no se caen los aviones, es imposible". En esas situaciones de terror, actúo. Actúo pésimo igual, es la peor película de terror. No quisiera tenerme de madre, pero igual lo afronto.

— ¿En el sexo vale actuar?

— No, en el sexo no vale actuar para nada. Para mí no.

— Nunca.

— No, te juro que no, y podría contarte anécdotas pero no lo podemos hacer. Si te dicen te gusta y no te gusta "no, no me gusta". La juventud, hablo de la juventud, eh...

— Ahora ya sabés lo que te gusta.

— Ahora sabemos lo que nos gusta y lo que no nos gusta.

— ¿Con amigas?

— Una amiga te dice la verdad.

— ¿Estás hecha un chancho le vas a decir?

— Bueno, tengo amigas que están muy bien (risas). No, pero nos decimos mutuamente, te ayuda saber que te dicen la verdad.

— ¿No tenés ganas de volver a hacer tele?

— No. Los tiempos del cine son perfectos para lo que me gusta de mi vida. Me obsesiono mucho con el trabajo. Siento que se me va muchísimo, como que quedaría ahí presa de eso.

— ¿La calidad también juega?

— No se puede generalizar mucho. Hace un tiempo largo que no hago tele, creo que no existía el minuto a minuto. Escuchás ahora todas esas cosas, que los personajes vayan creciendo o no si pegan, si no pegan, que lo bajen, que lo achiquen. Supongo que eso debe ser muy bravo. También hay cosas de mucha calidad, muy bien hechas. Hay cosas que fueron para peor y cosas que fueron para mejor.

"No miro noticieros porque me creo todo"

— ¿Mirás tele?

— Cuando no estoy laburando, miro, sí.

— No me vas a decir: "No, no tengo tele en casa".

— Tengo una sola en un lugar, una grande. No tengo en los cuartos pero tengo y miro tele.

— ¿Qué te gusta mirar?

— De todo, obviamente series mucho, pero de tele abierta puedo mirar desde unitarios, tiras, entretenimientos. Con Pasapalabras, a veces no puedo parar, me agarra como un ataque, no puedo parar...

— ¿Noticieros mirás?

— No, noticieros no miro porque me creo todo, entonces no me conviene. Me creo todo, las exageraciones, lo que no, lo que sí, todo.

— ¿Y elegís no estar informada o informarte de otra forma?

— Me informo de diferentes maneras, hago un mix de cosas. Algunas me voy enterando así.

— ¿Redes sociales por qué no?

— Porque te conecta y prefiero desconectar. Si tuviera Twitter sería un peligro. Hubo un momento en que dije: "Cómo no tengo Twitter y contesto todo esto". Pero después digo: "mejor no contesto". El otro día una directora me comentó una frase muy buena, escuchó a una señora que decía: "eso te da envidia de Facebook". Es verdad que el Instagram tiene como una cosa casi para la envidia. Una vida que decís todo el tiempo prefiero vivirla. Es raro que estés cada momento fotografiando y mostrando, porque aparte nadie muestra su vida. Por momentos lo ves y decís qué bien la pasan todo el tiempo, qué bien viven, qué bien están vestidos, qué lindo todo, qué cancheros, todo bien. Envidia de Instagram. Si estoy viviendo ese momento genial ahí con mi familia prefiero vivirlo que fotografiarlo y mostrárselo a todo el mundo.

— En la película está muy presente el tema del ego y el vínculo con la prensa. ¿Cómo te llevas con el periodismo?

— Yo me estoy llevando re bien con vos ¿Qué quiere decir eso? Que si es con respeto me llevo muy bien. Aunque no se pueda creer, soy tímida y me da timidez muchas veces hacer notas. Otras no, otras me relajo y me pongo a hablar hasta por los codos. Tengo como cuidados con la intimidad de mi vida, de la familia, porque también les puede pasar a los demás que no tienen ganas de que te pongas a hablar de ellos. Entonces muchas veces parece que no querés contar nada pero no sé si tienen ganas todos los demás que cuentes. Me voy a poner vieja, loca y voy a decir "porque Florián y Vicente están divinos" y es para "mamá, no jodas".

No me llevo mal, muchas veces hacés notas y decís: "Qué lindo, qué bueno estuvo". Sobre todo porque también, cuando hacés las notas, te interesa contar lo que estás haciendo y transmitírselo a los demás. Te vas contento cuando hacés una nota y pudiste contar algo que te interesó y transmitirlo bien. Yo no siento que me lleve mal con eso. Me pasa sí que muchas veces es cualquier cosa lo que sucede, con esa parte me llevo mal. ¿Cómo pararla? no sé qué se dice, qué se hace con eso. No sé si es que son gajes del oficio como dicen todos y que hay que llevarla. Bueno, no, a mí me parece un poco anormal.

— No aceptás que necesariamente sean las reglas del juego.

— No, no lo acepto. Porque aparte ves actores, pintores, gente que a vos te interesa, y muchas veces ves notas que les hacen y están buenas, te quedas viéndolas de punta a punta porque te interesa. Y cuando ves algo que es un desastre decís: "Pobre", ves sufrir a otra persona. Entonces no, no me parece que sean reglas del juego. Me parece que el respeto es fundamental todo y que cuando está eso todo funciona de maravillas.

— ¿Te faltaron el respeto?

— Me han faltado el respeto, sí. No me había pasado antes, me pasó hace un tiempo que me faltaron el respeto. Es raro pero sucedió.

— En la película esto aparece, por un lado el personaje de Suar, convocando constantemente a la prensa, queriendo contar cosas, y en un momento en el que él está muy angustiado, muy triste, dice no, yo esto no lo quiero hacer público, todo lo otro sí, pero esto no. Vos siempre hablás de tus trabajos o en ocasión de tus trabajos. Y cuando quisiste salir a aclarar o no, pudiste no hacerlo. Pero ¿se la pasa mal?

— No sabés bien, no hay un camino para eso. Si no te pasó antes no sabés si está bien. Sí, se la pasa mal porque no sabés bien qué es lo que tenés que hacer. Aparte que un poco te importa. Decís, bueno, igual hay gente que dice cualquier cosa de vos y hay gente que lo cree. Es raro tener que aprender eso y en un punto decís: "bueno, si aprendo esto, qué sé yo, subo 20 escalones"

"Esta es una profesión donde te pueden decir muchísimas cosas y te podés amargar"

—¿ Es raro aprender que el periodismo o que la gente en su casa piense lo que quiera pensar?

— Tener que aprender a que no te importe lo que piensen de vos. Es difícil.

— Sí, porque también es una profesión que tiene esto de la aceptación del otro.

— Sí. Y a mí tampoco me pasa tanto con eso, no es tanto con la aceptación del otro sino incluso como con que te digan algo tus tías, te dan ganas de decir "ay".

— Que te llame la prima de tu mamá y te diga...

— Claro, "pero cómo que te separaste", "No tía, está acá al lado" Si lográs aprenderlo decís bueno, di un vuelco muy importante. Aprender que no me importe la opinión ajena es un aprendizaje que no me resulta fácil pero que me parece que es el punto de partida hacia la felicidad. Porque si no es una profesión donde te pueden decir muchísimas cosas y te podés amargar.

— Eso está dentro de lo malo de la fama ¿Y lo bueno de la fama qué es?

— Que entrás a un restaurante y te hacen un lugarcito aunque esté lleno. Eso es hermoso (risas)

— ¿El canje?

— El canje también es muy lindo. También es muy lindo y te pasa muchas veces de que se acerquen porque les gusta cómo actúas o porque uno escuche algo que dijiste en una nota y la gente por ahí te siente cercana. La gente se acerca con mucho cariño, respeto y amor y eso también es muy lindo. Así como muchas veces te pasa que te encaran con algo malo y decís: "Si supieran de lo que vengo, no es momento para que me hagas esta maldad". Así mismo te pasa también que alguien te diga algo amoroso y digas: "Ay, qué linda mi profesión que de golpe alguien me para y me abraza y me dice esto".

—¿Cómo te llevás con las fans y con las groupies de tu marido?

— Ya estoy muy vieja. Cuando era joven sufría bastante.

— ¿En serio? No te veo nada así.

— ¿En serio? Porque me hago la canchera y soy muy buena actriz. Pero no, cuando era joven sufría bastante, era muy celosa. Ahora ya no tengo energía porque estoy viejita. Ya me cansé. Después de tanto tiempo algo se me tranquilizó. Me encanta. Amo a las fans de mi marido.

— Y se lo festejo...

— Y le festejo, no sé por qué no me llaman.

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