Barcelona, una ciudad que desborda de vida

La cultura y la historia de la capital de Cataluña se entrelazan en un lugar en el que también reinan las playas, la gastronomía y el buen vivir

<div>Si hay una ciudad que por diversos motivos está en el corazón de muchos argentinos es Barcelona.</div> Shutterstock 162

Si hay una ciudad que por diversos motivos está en el corazón de muchos argentinos es Barcelona. La capital de Catalunya atrajo a muchos de los que emigraron en la crisis de 2001, cuando España disfrutaba aún de un boom económico. Otros, claro está, se sienten identificados por el fútbol, por Messi y por un equipo que no ha dejado torneo por ganar. Algunos recuerdan que por aquí estuvo Maradona, también. Pero al lado de que lo que ha logrado la Pulga rosarina lo de Diego ha quedado atrás para la mayoría de los blaugrana.

Barcelona es una ciudad llena de vida. Es tan apetecible para quien la visita en verano -su mejor momento, por el sol, las playas y la gente en las calles- como para quien prefiere el invierno, por sus museos, su gastronomía y sus Pirineos donde se puede esquiar a menos de dos horas.

Pero un inicio de visita no se puede sino comenzar por un hito. Y si hay un hito en Barcelona, ése es la agrada Familia de Gaudí, el arquitecto más famoso de la ciudad. Lla mayoría de los edificios emblemáticos de Barcelona fueron diseñados por él. La Sagrada Familia es una catedral que empezó a construirse en 1881 y que se calcula que se terminará en 2026. La iglesia es una parada obligada para cualquier visitante a esta ciudad milenaria porque de alguna manera ha sido la cuna del arte moderno en el mundo. Eso sí: hay que sacar entrada con anticipación, porque la organización no es muy buena y la gente se desmadra en colas desordenadas.

Barcelona es una ciudad de arte y probablemente no hay mejor sitio para resumirlo que el Museo de Arte de Catalunya. Está enclavado en un lugar privilegiado, bonito, tranquilo, con unas vistas panorámicas de toda la ciudad y rodeado de jardines y, a sus pies, la Fuente de Montjuic. En las estancias del palacio se pueden contemplar magníficas obras de arte de diversas épocas y estilos de autor. Uno queda sorprendido con la cantidad de material que hay. Se necesita ir con tiempo para poder disfrutar de todo y muchas veces hay que repetirlo para los que realmente buscan una visita exhaustiva.

Uno no puede decir que ha visitado la ciudad si no ha paseado por la mítica calle de las Ramblas. La arteria empieza en la Plaça Catalunya, la más importante de la ciudad, y baja hasta el monumento de Colón, cerca del mar. A sus lados se levanta el barrio antiguo de Barcelona, la Ciutat Vella. Las Ramblas cruzan este barrio y lo dividen en dos partes: el Gótico y el Raval. El Gótico (a la derecha bajando por Las Ramblas) es algo más turístico. Al que le gusta caminar, debe hacer este recorrido a pie, tomándose su tiempo y descansando.

La zona que rodea la Catedral, cercando el Palau de la Generalitat hasta el Ayuntamiento, tiene la peculiaridad de llamarse Call Judío, porque fue construido por los judíos. Allí pueden notarse dos cosas: la primera es que las calles son muy estrechas, a veces en alguna no entra ni el sol, y la segunda es que las calles no son rectas. Cuentan por aquí que ese diseño fue hecho a propósito para poder esconderse.

A veces la tranquilidad de esas callecitas se interrumpe con el ajetreo de un mercadito de plaza en el que, a veces, si uno tiene suerte, hasta se puede encontrar una formación de Castellers, es decir, esas torres humanas formadas por hombres entrelazados en forma de pirámide. También hay por aquí otras formas de divertir a los turistas. Una de las favoritas es la de las estatuas humanas, artistas que con disfraces extremadamente elaborados entretienen a los visitantes todos los días.

El Museu d'Història de Barcelona reproduce la etapa de la Barcino romana. Está en el Barrio Gótico. Aquí se puede descubrir la historia de cómo se construyó, creció y se desarrolló la ciudad de Barcelona. Se baja al subsuelo de la ciudad y se pueden ver las ruinas de lo que queda de la época romana y aún anterior. A través de los vídeos se hace más comprensible entender cómo se desarrollaba la vida en la ciudad. Está situado a pocos metros de la Plaça Sant Jaume, muy bien comunicado con el transporte público. En el primer domingo del mes la entrada es gratuita. La visita acaba dentro del Palau de la Plaça del Rei. Se trata de un ameno viaje por la historia y por las épocas de la ciudad. Se puede "viajar" por el período románico y por el gótico hasta el siglo XX.

Para los fanáticos de Messi y del fútbol, el Camp Nou está muy bien pensado, desde la estructura de marketing hasta la prolija estructura en la que funciona el Barsa. Es el estadio más grande de Europa con capacidad para casi 100.000 personas. Y la organización de la visita está perfectamente estructurada. El pase incluye una visita a la zona audiovisual y la interactiva (pantallas táctiles e información detallada por años), la sala de copas, el acceso al estadio pasando por los vestuarios, la sala de prensa y las cabinas de radio.

La Basílica de Santa María del Mar es hermosa en sí misma y además se encuentra en una zona muy agradable para pasear. En el verano es ideal para disfrutar de los bares al aire libre que hay en los alrededores. La iglesia es un claro ejemplo del gótico catalán, naves austeras y majestuosas y el efecto mágico de la luz. Sorprende la imagen de Santa María, sencilla, entre tanta inmensidad. Es el mejor interior arquitectónico de Barcelona y posiblemente de todo el gótico peninsular: majestuoso y equilibrado, un gótico que anuncia el equilibrio renacentista. Se puede decir que es una arquitectura sustentable, que se construyó en un tiempo relativamente rápido para los medios con los que se contaba en la época, teniendo en cuenta que los fondos principales se estaban invirtiendo en la Catedral que se estaba construyendo al mismo tiempo y que tardó mucho más tiempo en acabarse.

Barcelona tiene con nueve playas. Y es uno de sus grandes activos en verano, cuando el tiempo es cálido y el mar y la arena son una invitación. Son muy accesibles y se puede llegar tanto caminando como en el metro. La gente las cuida y las mantiene. La más famosa es quizás la que está junto a los dos pequeños rascacielos de Barcelona, la Platja de la Barceloneta. Allí hay varios buenos restaurantes en donde se puede almorzar para evitar el solazo del mediodía y luego de un buen descanso a la sombra regresar a la tarde para un poco más de diversión en la arena.